Cómo es que cambiamos de opinión (si acaso lo hacemos)

20 de Enero de 2025

Cómo es que cambiamos de opinión (si acaso lo hacemos)

Promo_Ciencia_Web

Algunos descubrimientos recientes tal vez no ayudan a que nuestra opinión o perspectiva de la realidad, que creemos correcta, prevalezca; pero sí podrían ayudar a que seamos más tolerantes

Como sin duda hemos podido comprobar de manera personal en múltiples conversaciones entre amigos, familiares o laborales, en el mundo actual, polarizado y donde la información falsa abunda, cambiar de opinión sobre algún tema en particular es una labor más ardua y compleja de lo que podríamos pensar; incluso solo escuchar y entender una posición contraría a la nuestra resulta difícil, y a veces es imposible.

El fenómeno no es, en lo más mínimo, nuevo, y de hecho parece estar imbuido en partes localizables de nuestro cerebro, pero la pandemia de la Covid-19 ha proporcionado tanto la motivación como la oportunidad de estudiarlo con más amplitud y detalle de lo que antes se tenía.

Conocer algunos de estos descubrimientos tal vez no ayude a que nuestra opinión o perspectiva de la realidad, que creemos correcta, prevalezca sobre las de otras personas, a las que consideramos equivocadas; pero sí podría ayudar a que seamos más tolerantes.

Ponemos atención sólo a lo que queremos

Cómo es que cambiamos de opinión

Las personas, todas, tenemos “creencias motivadas”; creemos ciertas cosas porque nos gustaría que fueran ciertas, y menospreciamos las evidencias y experiencias que nos demuestran lo contrario. Esto no sólo puede causarnos diversos sesgos, sino auténticos problemas, como muchas personas han podido comprobar a costa de salud y a veces de su propia vida o la de sus seres queridos en la pandemia.

Una investigación publicada en septiembre de 2021 en el Journal of the European Economic Association puso a pruebas estas creencias motivadas en el laboratorio y encontró que no sólo ignoramos a quienes nos dicen cosas que preferiríamos que no fuesen ciertas, sino que las personas de ideas afines tienden a hacerse más sesgadas cuando intercambian dogmas.

En los experimentos, se emparejó a los sujetos en función de su puntaje de coeficiente intelectual (CI), de modo que ambos miembros tuvieran puntajes similares, ya sea por encima o por debajo de la media. Después, los sujetos intercambiaron sus creencias sobre una proposición que ambos querían creer que era cierta: que estaban en el grupo de alto coeficiente intelectual.

Los resultados mostraron que quienes no creían estar en el grupo de alto CI se volvieron significativamente más optimistas al respecto cuando su pareja sí lo creía; en cambio, quienes creían estar en el grupo de alto CI difícilmente cambiaron esta creencia. Este efecto es particularmente fuerte para las personas con un CI bajo.

A la mitad del experimento, se dio a los sujetos información sobre el grupo de CI en que estaban, lo cual, en general, eliminó los sesgos causados por el intercambio de creencias.

Para los investigadores, esta intervención mostró que las fuentes de información imparciales y confiables puede reducir las creencias motivadas.

Desafortunadamente, además de escoger las fuentes de información que nos dicen lo que nos gusta escuchar, hay otras formas de equivocarse en ese sentido.

Por ejemplo, una investigación publicada en la revista iScience en noviembre de 2021 encontró que el objetivo final de los influencers, que no es proporcionar la mejor información a sus seguidores sino superar a sus rivales, hace que los expertos con los mayores números de seguidores en redes sociales no necesariamente sean los que más se apegan a la verdad.

Incluso, “demostramos que un asesor estratégico y racional comunica información al cliente con honestidad cuando el cliente lo favorece, pero miente cuando el cliente favorece al competidor”, dice uno de los investigadores en un comunicado.

¿Cambiamos por convicción o sólo por convivir?

Un grupo de investigación de la Universidad de Freiburg en Alemania hizo experimentos para distinguir si cambiamos de opinión por haber recibido información adicional de otra persona (lo que se llama “influencia informativa”) o si lo hacemos por el deseo de ser aceptados socialmente (“influencia normativa”), y para analizar los mecanismos cerebrales subyacentes entre estas dos situaciones. La investigación, publicada el pasado 3 de marzo en la revista PLOS Biology, descubrió que, si bien los cambios de opinión de los participantes se vieron afectados por la información), independientemente de si pensaban que su pareja era humana o no, solo se vieron afectados por influencia normativa en el entorno humano-humano.

›Sin embargo, la actividad cerebral de los participantes, medida por resonancia magnética funcional, ocurrió sólo la corteza dorsal anterior cingulada en ambos tipos de cambio de opinión y fue muy similar.

Así, no es extraño que de manera individual no podamos distinguir cuando cambiamos de opinión por convicción o porque queremos ser aceptados y valorados por una persona o un grupo.

Epílogo: nos regresamos para tropezar con la misma piedra

Un estudio publicado a principios de febrero en la revista Nature Human Behaviour hizo un hallazgo un tanto descorazonador. Se pidió a diversos encuestados que calificaran cuatro afirmaciones sobre Covid-19 que han sido desacreditadas: que el gobierno chino creó el coronavirus como arma biológica; que un grupo financiado por Bill Gates patentó el coronavirus; que los antibióticos son efectivos para prevenir y tratar la enfermedad, y que la hidroxicloroquina cura o previene la Covid-19.

Al comparar las respuestas, se vio que las percepciones erróneas disminuyeron drásticamente en los sujetos a los que se dio acceso a la información correcta; sin embargo, las encuestas de seguimiento mostraron que estos efectos no persistieron en el tiempo.

Las encuestas se hicieron en tres países, lo que mostró que este resultado es independiente del grado de polarización sobre Covid-19 que había en ellos (incluyendo a Estados Unidos, donde ésta es muy grande). Los autores concluyen que la exposición repetida a la información verdadera es necesaria para contrarrestar la errónea.

PUEDES LEER:

La inexplicable magia de la música