“Rompe el silencio. Cuando seas testigo de la violencia contra las mujeres no te quedes de brazos cruzados. Actúa”, Ban Ki Moon, Ex secretario general de la ONU
En el México del siglo XXI, las historias sobre violencia se reproducen en los diarios y en los noticiarios, incluso se hace eco de ellas en las conversaciones cotidianas que ocurren en el hogar, en la escuela o en los espacios públicos, en esos lugares en donde se piensa que las niñas, las adolescentes y las mujeres están a salvo de ser violentadas, y es que en el marco de este anecdotario y de esta repetición, las agresiones se vuelven intrascendentes porque ya no nos sorprende cuando una joven es lastimada, porque en esta realidad en la que el tejido social se ha resquebrajado, la violencia es un acto cotidiano.
En este contexto, la violencia contra las niñas, las adolescentes y las mujeres es una práctica ampliamente extendida entre la sociedad, datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señalan que 66.1 por ciento de mujeres de 15 años y más han experimentado al menos un acto violento de cualquier tipo: emocional, físico, sexual, económico o discriminación laboral, destacando que estos hechos han sido ejercidos por su pareja, esposo, novio, algún familiar, compañero de trabajo o de escuela, autoridades o incluso desconocidos.
A esto, le debemos añadir que -de acuerdo con el Consejo Nacional para Prevenir Discriminación (CONAPRED)- en México, las niñas y las mujeres no sólo tienen que enfrentarse a situaciones de violencia de género expresados a través del acoso, la violencia física o verbal, sino que además son discriminadas debido a su género.
Por lo anterior, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que “la violencia contra las niñas, las adolescentes y las mujeres es una de las violaciones de los derechos humanos más graves, extendida, arraigada y tolerada en el mundo”.
Es así que, el estudio “Violencia y Feminicidio de Niñas y Adolescentes en México”, elaborado de manera conjunta entre ONU Mujeres, la Comisión Especial para el seguimiento de los Feminicidios de la Cámara de Diputados, el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) y la Secretaría de Gobernación (SEGOB), misma que preside el Sistema Nacional de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra la Mujeres, analiza y brinda datos sobre la vulneración de los derechos humanos de este grupo de población, así como los riesgos que las podrían condicionar a sufrir distintas formas de violencia y discriminación.
Es a partir de este estudio que debemos destacar que a pesar de que en nuestro país contamos con diferentes instrumentos normativos como tratados internacionales, así como leyes federales y locales que protegen los derechos humanos de las niñas, adolescentes y mujeres, aún debemos continuar trabajando en alcanzar la igualdad, así como el empoderamiento de cada una de las mexicanas, para entonces terminar con todas las formas de discriminación y violencia.
No hay duda de que gracias a este análisis podemos ser conscientes de que entre los temas prioritarios en los que debemos desarrollar políticas públicas para que las niñas y adolescentes tengan la oportunidad de desarrollarse en un ambiente favorable giran en torno a una agenda inclusiva que proteja, sobre todo, a las niñas y mujeres indígenas, quienes -día a día- se enfrentan a situaciones de peligro derivado de su condición étnica y de los roles de género profundamente arraigados en sus comunidades, y es que hoy a nivel nacional, 22 por ciento de las niñas se consideran indígenas, y entre los estados con mayor porcentaje destacan Oaxaca, Yucatán, Campeche, Quintana Roo y Chiapas.
También, es urgente disminuir las cifras de pobreza y de carencias sociales, porque una de cada dos niñas y adolescentes en México vive bajo esta condición, representando un obstáculo para el pleno ejercicio de sus derechos.
Asimismo, hemos de enfocarnos en el combate a la violencia psicológica que sufren niñas y adolescentes, ya que datos de la Dirección General de Información en Salud señalan que se trata del tipo de violencia que más sufren, seguida por la física y la sexual, respecto a esta última es importante recalcar que el porcentaje de atención es cinco veces mayor en las niñas que en los niños menores de 18 años.
Información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública muestra que entre 2015 y 2018, en México hubo 194 feminicidios de niñas y adolescentes, 3 mil 44 casos de corrupción de menores, 671 homicidios dolosos, 12 mil 545 lesiones dolosas, 201 casos de tráfico de menores y 427 casos de trata de personas; números que lastiman porque tienen altos costos psicosociales que continúan repitiéndose generación tras generación.
Hoy, debemos combatir todo resquicio de violencia y por eso tenemos que adoptar las medidas necesarias para garantizar que las niñas, adolescentes y mujeres mexicanas dejen de sufrir situaciones que coartan sus derechos y su desarrollo, es tiempo de que exista una coordinación eficiente entre los tres niveles de gobierno, así como una armonización del marco jurídico que protege al género femenino en nuestro país, porque como lo señala Belén Sanz Luque, representante de ONU Mujeres en México, “poner fin a la violencia contra las mujeres es prioritario porque de lo contrario se limita la construcción de una sociedad pacífica, incluyente y justa”.
*Analista en temas de Seguridad, Justicia, Política y Educación.
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