Autonomía. Dícese de la capacidad de decidir de manera propia, independiente, sin la coerción o la influencia de terceros. Se refiere a la libertad con que personas o instituciones manejan su vida o administran el cumplimiento de su función.
La autonomía distingue a las personas adultas de las menores de edad y de las que por algún tipo de vulnerabilidad requieren que otros tomen decisiones para su salvaguarda. Las personas adultas, sujetas de derecho, capaces de tomar sus propias decisiones y asumir las consecuencias de las mismas, son ciudadanas y ciudadanos libres e independientes.
De igual manera, la autonomía distingue a las naciones soberanas de las naciones dependientes. La autonomía hace también la diferencia entre instituciones públicas. Por eso, incluso, algunas se conocen como dependencias.
Durante algún tiempo, no tan lejano, gozamos la autonomía de los tres poderes de la Unión. En su momento exigimos y obtuvimos instituciones constitucionalmente autónomas en distintas materias de la vida nacional. Hoy, en los hechos, mal sobreviven algunas. Y la más reconocida en México y en el mundo está viviendo la peor amenaza desde su creación.
El Instituto Nacional Electoral puede perder su autonomía y, con ello, su eficacia como la plataforma para la vida democrática en el país. La iniciativa de reforma que se discute en la Cámara de Diputados pretende desaparecer el carácter autónomo que le otorga la Constitución.
Las consecuencias de entrar en estos momentos a reformar el marco jurídico en materia electoral están siendo descritas, desmenuzadas y analizadas en todos los espacios públicos. El sentido de urgencia que las voces más especializadas han lanzado se suma a los pronunciamientos públicos de cada vez más organizaciones e instituciones, tanto de nuestro país como del extranjero: EL INE NO SE TOCA.
Seamos claros: La intención de esta reforma es cancelar las posibilidades de alternancia en el poder público, es concentrar aún más las decisiones en las que debiéramos participar más ciudadanas y ciudadanos, es cerrar las puertas a las minorías y es condicionar los espacios a los partidos de oposición.
A pesar de esta gravedad, existen oportunidades:
La oportunidad de volver a estar juntos en las calles, de hacer a un lado las diferencias y salir unidas, unidos, a defender nuestro presente y nuestro futuro. Llenar las calles y demostrar que en democracia cabemos todos, cabemos todas.
Les regalamos a las y los legisladores federales una nueva oportunidad para recuperar nuestra confianza. Para volver a ejercer como nuestros representantes y no como verdugos de nuestras convicciones, de nuestros principios y, por lo tanto, de nuestra democracia.
El desafío es enorme. La solución está en manos de las y los legisladores del Congreso de la Unión. A ellos les hablaremos el 13 de noviembre en las calles de todo el país. NO aceptamos NINGUNA modificación al marco jurídico electoral. Que se escuche bien: NO a la reforma electoral, #ElINENoSeToca.