El 10 de febrero de 1987, a petición de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA), los agentes de aduanas de ese país comenzaron a confiscar pastillas de Redotex que la gente llevaba desde México, ya que se habían demostrado los peligrosos efectos secundarios de esta píldoras que supuestamente ayudaban al control de peso.
De acuerdo con una nota del New York Times del 19 de febrero de ese año, las autoridades sanitarias mexicanas cerraron el 11 de febrero las clínicas donde normalmente se recetaban estas pastillas, que se concentraban principalmente en Nuevo Laredo y Ciudad Juárez. Se les permitió reabrir apenas al día siguiente, bajo condiciones más estrictas que limitaron la cantidad de pacientes y recetas que se podía surtir.
Las píldoras han seguido circulando en México y pasando a Estados Unidos. Prueba de ello es que en abril de 2022, la Universidad del Servicio Uniformado renovó una alerta para prevenir sobre los riesgos de esta “droga fabricada en México y vendida (ilegalmente) en Estados Unidos como un producto para bajar de peso”.
Pero hoy, 36 años y unos meses después de la FDA, el titular de la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris), Alejandro Svarch Pérez, anunció que no será legal producir ni comercializar Redotex en México.
Svarch aseguró que estas pastillas son ejemplo de la corrupción que existía en Cofepris, ya que “el medicamento fue registrado y prorrogado durante dos ocasiones de forma irregular… se benefició de una vigilancia permisiva a las constantes e innegables irregularidades… (y) se fabricó utilizando una sustancia prohibida”.
De acuerdo con la FDA, son tres las sustancias peligrosas de Redotex: atropina, diazepam y d-norpseudoefedrina, que junto con otros fármacos forman una combinación con efectos laxantes, estimulantes, tranquilizantes y sobre la tiroides.
