El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa no sólo se encuentran en una lucha frontal por el control de rutas y plazas en suelo mexicano; la batalla es a escala global, en un duelo de estrategia y geopolítica por la exploración y conquista de nuevos mercados, advierte una investigación publicada por The Brookings Institution, centro de investigación con sede en Washington, D.C.
Patrocinada por la Iniciativa sobre Actores Armados no Estatales, la serie de reportajes repasa las incursiones de las dos bandas delictivas mexicanas en los cinco continentes, y resalta que la lucha no se libra sólo por medio de la violencia, sino que interviene una lógica de “relaciones internacionales” que implica el estudio de culturas, leyes, delincuencia local y grupos de poder.
“Al igual que su gobierno interno, las actividades de los cárteles mexicanos en el extranjero tienen un propósito y están bien pensadas. No son simplemente oportunistas y reactivos, sino que se guían por una estrategia a menudo ejecutada durante muchos años en la que los cárteles toman decisiones estratégicas repetidas sobre cómo posicionarse frente a las fuerzas del orden locales, los gobiernos y los grupos criminales y cómo mezclar violencia, corrupción y evasión”, refiere el texto escrito por Vanda Felbab-Brown.
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Por ejemplo, en Estados Unidos, donde las organizaciones criminales mexicanas temen más a las fuerzas del orden, los narcotraficantes se comportan con “sorprendente moderación” si se le compara con la violencia que ejercen en México, pues en la mayoría de sus operaciones no se involucran en grandes tiroteos ni atacan a los agentes de policía.
En contraste, en América Latina, la participación del Cártel de Sinaloa y el CJNG a menudo recurre a la violencia, ya que las dos bandas buscan desplazarse entre sí o insisten en que sus aliados y apoderados locales del narcotráfico traten exclusivamente con ellos. El ejemplo más extremo es Colombia, donde la rivalidad entre las dos bandas es una de las principales fuentes de violencia.
Para incursionar en Asia, principalmente en China, los cárteles mexicanos debieron estudiar a las tríadas chinas, comprender sus formas de actuar y respetar sus negocios, principalmente los precursores químicos para la elaboración de drogas sintéticas.
“Al intentar construir el mercado de la cocaína en China y Hong Kong, El Chapo Guzmán tuvo cuidado de no pisar los dedos de los pies de las tríadas, y en cambio, trabajar a través de ellas. En una tierra lejana de cultura e idioma muy diferentes, las tríadas se convirtieron en una interfaz indispensable para los consumidores del Cártel de Sinaloa”, refiere el texto, que relata cómo los cárteles mexicanos han actuado de la misma forma con grupos yihadistas de Medio Oriente o tribus rebeldes de África.
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