“El brote inicial (del coronavirus SARS-CoV-2) podría haberse contenido en China si Beijing no lo hubiera encubierto”, se puede leer en uno de los tres cables que obtuvo la periodista Emily Kopp, del medio U.S. Right to Know, a través de una demanda por la Ley de Libertad de Información de los Estados Unidos contra el Departamento de Estado de ese país.
Los otros dos cables del Departamento de Estado confirman la participación del ejército de China en los experimentos de “mejoramiento” de los coronavirus que se estaban llevando a cabo en el Instituto de Virología de Wuhan (IVW) poco antes del inicio de la pandemia de Covid-19, tal como afirmó el diario inglés Sunday Times el fin de semana pasado con base en una entrevista con varios investigadores.
La especialista, quien ha estado siguiendo la controversia sobre el origen del SARS-CoV-2 y ha aportado algunas de las evidencias más relevantes sobre el ocultamiento que se ha hecho de la posibilidad de que haya sido a causa de una fuga del IVW, especifica que, según el primero de los cables mencionados, fechado el 20 de julio de 2020, fueron las autoridades de Beijing, y no las locales de Wuhan, las que censuraron la información durante los primeros días del brote, que eran críticos para poder evitar las consecuencias devastadoras.
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Además de eso y de los señalamientos de que el sector biotecnológico de China y el Ejército Popular de Liberación tienen vínculos estrechos, en particular en el IVW y en los experimentos de “ganancia de función” de los coronavirus, Kopp comenta que es muy poco lo que se alcanza a leer en los documentos que consiguió, más allá de algunos encabezados que permiten inferir la información que da a conocer.
El resto de la información de los cables está clasificada hasta el año 2046.
Sin embargo, la mera mención de la presencia del Ejército Popular de Liberación contradice las aseveraciones de Shi Zhengli, la científica principal del IVW, quien no solo aseguró que eso no ocurría, sino que añadió que todo el trabajo de investigación del Instituto, que fue en parte financiado por los Institutos Nacionales de Salud de EU “es abierto, es transparente”.
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