Las redes sociales en los casos de emergencia

30 de Noviembre de 2024

Diana Loyola

Las redes sociales en los casos de emergencia

diana loyola

Septiembre fue para nuestro país un mes convulso. Nuestro arraigo y nuestro anclaje se vio violentado por una serie de sismos que dejaron varias ciudades y comunidades en condiciones lamentables. Valga la expresión, se nos movió el tapete y con él las entrañas. Fue un mes de enormes emergencias y necesidad de soluciones en tiempo real. Para poder hacer frente a estos apremios, la mayor parte de la sociedad civil se volcó a las redes sociales. Se difundieron todo tipo de datos e informaciones que poco a poco se organizaron y verificaron (otra vez a partir de la iniciativa ciudadana) gracias a plataformas digitales que permitieron (y permiten aún hoy) cotejar si las necesidades de las zonas de desastre siguen siendo las que se publican en un flujo constante.

No obstante, la función utilísima de las redes sociales que ayudaron a contener, promover y apoyar la respuesta oportuna ante el desastre también fueron factor de pánico y desinformación. Si bien está en cada uno investigar y conocer datos verídicos, la mayoría de las personas comparte sin mayor conciencia información que siembra miedos, enojos y mentiras.

El uso de las redes sociales es responsabilidad de cada usuario, sin duda cada uno de nosotros tenemos la obligación de cuidar los contenidos que compartimos. No sólo se trata de difundir con buena (o no) intención, si no de saber si lo que divulgamos tiene base o sustento. En estos días de crisis, circularon por muchas redes (sobre todo Whatsapp), decenas de mensajes alarmantes que aseguraban categóricamente tener información de primera mano sobre abusos de autoridad en las zonas afectadas por los sismos, ¿qué agregar al caso de la inexistente Frida Sofía?, sobre el terrible error de cierta refresquera que había puesto ácido muriático en uno de sus productos y las ocho muertes causadas por el mismo (afirmando que la información venía de un “comunicado oficial” que nadie había visto), y así podemos seguirnos.

La noche del viernes 22 de septiembre, apenas unos días después del temblor que nos vulneró a los mexicanos, la señora que me ayuda con la limpieza tocó la puerta de mi habitación muy desesperada. Llorando (alterada por supuesto), me dijo que recién había escuchado un audio que alertaba sobre una réplica que se esperaba a la una de la mañana, pues había temblado en Oaxaca nuevamente. Le traté de explicar que era improbable que eso ocurriera porque no se podían predecir los sismos ni las réplicas, y porque apenas eran las once de la noche.

No me escuchó y decidió salirse a la calle a llorar, a esperar la réplica y a llamarle a sus hijos para prevenirlos. Estuvo hasta las casi dos de la mañana en un estado nervioso que no logré calmar con nada. Estoy segura que no fue un caso aislado. La ignorancia combinada con la desinformación, es una pérdida de energía, de tiempo y de recursos.

Podemos considerar algunos puntos para aprovechar mejor las redes sociales:

• Cuidar que las fuentes de las que obtenemos la información que compartimos sean confiables.

• Evitar compartir rumores o información que no se pueda verificar.

• Procurar compartir datos, fotos, situaciones actualizadas.

• Pensar dos veces antes de publicar cualquier dato que genere ansiedad, enoje, angustie o apanique. Verificar esto es prioritario antes de sembrar miedo o cólera.

• En caso de emergencia, evitar saturar la red con datos o llamadas no necesarias, para allanar el espacio a lo verdaderamente importante.

Podemos usar las redes sociales con los fines que nos parezcan más apropiados, siempre y cuando seamos responsables y conscientes de lo que publicamos. La invitación queda abierta a aprovecharlas de la mejor manera, tomando en cuenta que éstas pueden ser de enorme ayuda o tener el efecto contrario en los casos de difusión de información falsa. Y esto, ya lo vimos, puede costar vidas.

@didiloyola