El compositor y director de orquesta alemán Wilhem Furtwängler escribió en el libro “Mussique et verbe” (1951): “Ayer y hoy, Bach es el Santo que reina, inaccesible, por encima de las nubes. [...] Bach fue el más grande de los músicos, el Homero de la música, cuya luz resplandece en el cielo de la Europa musical y, que de alguna forma, no hemos logrado superar”.
Ese músico visto como el sol de la música, que Friedrich Christoph Kollmann pone al centro de uno de sus grabados, rodeado de los nombres de todos los músicos barrocos resplandeciendo como lenguas de fuego en torno a él, fue también un hombre de familia, casado en dos ocasiones y padre de 20 hijos (varios fallecidos). Trabajó en diferentes ciudades, principalmente para el gobierno, la aristocracia y la iglesia, fue un hombre apasionado e incansable en su oficio que buscó siempre mejores oportunidades para mantener a su numerosa familia. Componía de día y también de noche, bajo la necesaria luz de las costosas velas, escribiendo obras litúrgicas y profanas, sonatas, partitas, suites, fugas y conciertos.
De regreso de uno de sus viajes, se enteró del fallecimiento y entierro de su primera esposa María Barbara, y al parecer esta pérdida inspira la escritura de la Chacona (último de cinco movimientos de la segunda partita para violín solo en Re menor). Un hombre triste, humano, en duelo, se expresa con maestría a través de sus notas en composiciones luminosas a pesar de sus temas sombríos. Con cuatro hijos vivos, se casó año y medio después con Anna Magdalena Wilcke -con quien tuvo 13 hijos más-, al tiempo que su empleador, el príncipe Leopoldo d’Anhalt-Köthen reduce el presupuesto para las artes (debido a su contribución a los gastos militares prusianos) y Johann Sebastian Bach, preocupado por cubrir los gastos familiares, decide mudarse a Leipzig, una ciudad mayormente habitada por adultos mayores y en donde esperaba tener trabajo suficiente escribiendo cantatas para cada misa, así como encargos de personas adineradas y ahí, en Leipzig, permanece durante casi 30 años. Trabaja incesante, logrando una obra colosal de gran belleza, riqueza y complejidad técnica.
Muere a los 65 años, tras haberse operado (de manera desafortunada) de las cataratas que le dificultaban cada vez más trabajar. Después de su muerte su obra pasa de moda y cae en el olvido. Se dice que Felix Mendelssohn redescubre su obra y ésta es presentada de nuevo al público.
En honor a este astro musical que es Bach, el jueves 1 de marzo se presenta en la Casa de la Cultura Reyes Heroles, en Coyoacán, el concierto “Bach al sol”, a beneficio de Música y Ceguera. El organizador de este concierto, Ojolo (pueden checar su muy creativa página en ojolo.com.mx), nos comenta que “de los sentidos el más complejo y evolucionado de todos es la vista, sin embargo la capacidad de la música de generar asociaciones y sensaciones y paisajes y vivencias y emociones, es mucho más poderosa que la vista. Bach tiene la genialidad de construir visiones y colores a partir de su música, porque va más allá de la dimensión que habitamos. La perfección de la construcción musical -por ejemplo de su fuga-, tiene una asociación hacia ciertos elementos matemáticos, como una curva de Möbius, por lo que muchos consideran su música como el contacto con la perfección, con lo divino”.
Los boletos pueden adquirirse a través de loaudible@gmail.com