El diablo institucional

24 de Noviembre de 2024

Salvador Guerrero Chiprés

El diablo institucional

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Durante varios años los adversarios de Andrés Manuel López Obrador insistían en que el político tabasqueño era un ejemplo de intolerancia hacia las instituciones.

En abono al argumento, incansablemente aludían a una frase fuera de contexto en la cual el candidato presidencial de Morena, expresaba “al diablo las Instituciones” que no le habrían permitido llegar a la Presidencia de la República en 2006 o en 2012.

En la antesala de esta elección, quienes parecen haber mandado “al diablo las instituciones” parecen ser los mismos adversarios que lo acusaban de haber, verbalmente, hecho lo propio.

Y son dos las vías por medio de las cuales ahora son sus críticos -aparentemente de manera cada vez más cautelosa- quienes no pueden convivir con esas mismas instituciones.

En primer lugar, porque ha sido el deterioro de esas instituciones, de seguridad social, salud, educación, energéticas, hacendarias, de seguridad, fiscales, lo que explica el contexto legitimador de AMLO. Es culpa de las instituciones fallidas, sostienen, el crecimiento de un liderazgo y un movimiento social como el representado por el protagonista contemporáneo de la política.

No importa que sean omisos en los nombres y el señalamiento de las fuerzas políticas responsables de esa percepción generalizada de falla. Es por las deficiencias de ellas que AMLO avanzó: no lo detuvieron, dicen, ahora ya hay muy poco qué hacer.

En segundo lugar, un matiz de lo arriba mencionado: las instituciones, en el estado “real en que se encuentran” o, lo que es lo mismo, su gigantesco deterioro percibido es, no un resultado sino una evidencia de que ya no funcionan como deberían hacerlo. Si funcionaran, nunca habría podido ganar aceptación social generalizada una candidatura como la de AMLO, sostienen.

El crecimiento abrumador de la aceptabilidad mayoritaria de Morena y su candidato no existe legítimamente, quieren decirnos ante la debacle de las candidaturas deL PRI y del frente encabezado por el PAN. Es un error de nuestra historia mexicana, musitan sin mucho respaldo popular o intelectual y sin mucha convicción.

No pueden construir el análisis adecuado a sus propios intereses después del 1 de julio -en general por supuesto- o se niegan a hacerlo claramente -en lo individual.

Hay una escasa cosecha de modelos explicatorios acerca de las razones del éxito creciente de la campaña de Morena en la mayoría de los aspectos: aceptabilidad social y adhesiones de segmentos ajenos a las fuerzas políticas más o menos convencionales que en buena parte lo integran.

Hoy nada parece peor para estos controladores de la historiografía: no solamente se equivoca el candidato sino que la realidad electoral y en consecuencia política de esta transición también está errada.

Hubo un tiempo en que las buenas personas hacían y decían las cosas apropiadas.

Aunque nadie supiera cuándo ocurrió eso.

Así que, mientras se acerca la elección, al diablo las Instituciones que permiten la propia derrota y el éxito del adversario.

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