El Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM cuestionó fuertemente las acciones que se han tomado a nivel gubernamental para el control de la pandemia de Covid-19 en México y proponen rutas alternas para modificar el manejo.
En un documento titulado “La radiografía que el SARS-CoV-2 nos da de la sociedad”, el firmante Consejo Interno del C3-UNAM señala que “después de casi 585 mil contagios y más de 63 mil muertes, es claro que en México no se están implementando las acciones adecuadas para contener la propagación de la epidemia”.
Ante esto, considerar inevitable preguntar: “¿Qué estamos haciendo mal? ¿Por qué México se ha convertido en uno de los países con mayor tasa de crecimiento de esta enfermedad y el tercero en defunciones? ¿Qué podemos hacer para cambiar esta tendencia?”
El C3-UNAM apunta que la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 “es un problema complejo no porque sea complicado o difícil de resolver, que sí lo es, y mucho”, sino porque entra en la definición científica de complejidad, que es el tipo de problemas que se estudian en este centro multidisciplinario.
Es por ello que “con base en la experiencia y conocimientos que se han desarrollado tanto en el C3-UNAM como en otros centros e institutos de investigación nacionales y extranjeros” desarrollan seis puntos principales que “deben atenderse de forma urgente y prioritaria”.
De los cubrebocas al foco de la estrategia
Sobre el uso de cubrebocas, el primer punto, comentan: “Discrepamos completamente con las declaraciones hechas el 24 de julio por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, respecto a que no existe evidencia científica que demuestre que el cubrebocas (o mascarilla) ayuda a reducir el riesgo de contagio”.
Agregan que la evidencia científica ya se ha dado a conocer en revistas especializadas y a nivel más accesible, que la medida es de fácil implementación, de bajo costo y que al evitar contagios contribuiría a evitar “la pérdida de vidas humanas que son invaluables”.
También destacan que desde hace casi 20 años se demostró que “para detener una epidemia se debe monitorear y atender a los superpropagadores, ya que son ellos quienes tienen mayor probabilidad de infectarse y posteriormente transmitir la infección”.
Detectar a los superpropagadores es sencillo, ya que son personas que “suelen realizar labores críticas y, por tanto, son elementos clave en el funcionamiento de nuestra sociedad, (repartidores, cajeras del supermercado, servidores públicos como policías, etc.)”.
Por esto proponen que la estrategia para hacer pruebas no se limite a quienes presentan síntomas, sino que “debería considerar, en primer lugar, a las personas que por su trabajo tienen mayor probabilidad de contagiarse y de infectar a un gran número de otras personas”.
›El documento termina proponiendo cambiar el foco de la estrategia gubernamental, señalando que, aunque mantener la ocupación hospitalaria por debajo del límite de saturación “se debe reconocer como una medida adecuada… el mayor esfuerzo debe ser detener la propagación de la infección”.
“Si la epidemia no se detiene podríamos estar varios años manteniendo la ocupación hospitalaria debajo de la saturación y sin embargo el número total de enfermos y muertos, así como el cansancio físico y emocional del personal médico, a lo largo de los años sería enorme”, apuntan.
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