Todos somos adictos, todos

23 de Febrero de 2025

Eduardo Penafiel

Todos somos adictos, todos

Eduardo Penafiel

Es inevitable. El mejor compañero de vida que tenemos hoy es nuestro teléfono inteligente. Con una buena carga, es capaz de acompañarnos durante un día completo sin la necesidad de intercambiar una sola palabra con él. Noticias, juegos, redes sociales, mensajes, libros, series de televisión, películas, deportes, revistas y demás opciones están disponibles las 24 horas del día, a un clic de distancia.

Estos aparatos han cambiado la forma en la que recibimos, procesamos y compartimos la información, además de modificar drásticamente la manera en la que interactuamos con otros seres humanos. Para las generaciones que vivimos la evolución de estos aparatos, en un periodo de 10 años pasamos de un simple rectángulo capaz de hacer llamadas a un teléfono inteligente con más capacidad, velocidad y poder que cualquier computadora de los años noventa. Pero a pesar de este cambio, todavía tenemos muy presentes hábitos como leer un libro, escuchar noticias en una estación de radio o tomarnos un café y generar una gran conversación, acciones que son muy difíciles de reemplazar o eliminar de nuestras vidas.

Pero para las nuevas generaciones estos hábitos y acciones son poco comunes y en la gran mayoría de los casos, ni siquiera son viables. Esto, al parecer, es culpa del tiempo que pasan utilizando su teléfono y la creciente dependencia que cada día se manifiesta con más fuerza, a tal grado que más de 50% de los jóvenes en el mundo admiten ser adictos a su teléfono celular. Pero una cosa es decirlo y otra es saber qué tan dañino puede ser esta adicción. Debido a que la explosión de teléfonos inteligentes es relativamente nueva, apenas estamos viendo los primeros efectos y resultados de estudios relacionados con el uso en exceso de estos aparatos.

Nomofobia, que ese refiere a la fobia generada por no tener o poder usar el teléfono (No Mobile Phone Phobia), es el término que se le ha asignado al creciente problema a nivel mundial relacionado con la adicción a los teléfonos celulares.

Y aunque la mayoría de los estudios que se conocen o se han publicado alrededor de este fenómeno citan la ansiedad, la falta de sueño y afectaciones al déficit de atención como los factores más graves de la adicción, hoy nuevos estudios van mucho más allá, exponiendo que el uso en exceso también afecta funciones claves del cerebro humano.

Estos nuevos estudios realizados a jóvenes en Estados Unidos y en Corea han comprobado que el uso excesivo de estos dispositivos genera un desbalance en los niveles de GABA, un aminoácido que funciona como neurotransmisor inhibidor, el cual favorece la calma y la tranquilidad. Los jóvenes más adictos presentaban niveles más altos de GABA, provocando un retraso considerable en la generación de neuronas.

Aunque son estudios relativamente nuevos y para muchos escépticos la muestra no es lo suficientemente grande para ser representativa, otros expertos del tema alaban los resultados y reafirman que usar los teléfonos inteligentes en exceso produce altos niveles de ansiedad, cansancio y un desequilibrio en el cerebro que puede llegar a afectar el funcionamiento natural del mismo, con consecuencias a largo plazo que aún son difíciles de prever, pero que con el paso del tiempo seguramente serán más evidentes.

Mientras tanto es importante tratar este fenómeno con la seriedad que se merece, sobre todo en generaciones jóvenes, ya que son más vulnerables a generar esta adicción y dependencia. Lo más seguro es que muy pronto tengamos evidencias de los daños ocasionados a largo plazo y que, ojalá no sea muy tarde para tratarlos.

Ahora, si sigues creyendo que no es tan grave, apaga tu teléfono por 24 horas e intenta llevar el día con normalidad. Si sientes un poco de ansiedad o piensas demasiado en tu teléfono, te tengo una nueva: eres un adicto.

@elpocas