No cabe duda que en un escenario ideal, la noción de tener coches eléctricos circulando por las calles reemplazando a los que usan gasolina, contaminando menos y alimentando de energía nuestro hogar, es considerada muy atractiva.
En los últimos años, hemos visto ejemplos claros de ciudades y fabricantes de autos apostando por el mercado eléctrico y amenazando a la industria petrolera, al prometer que en algún momento dejarán de fabricar autos operados por gasolina para enfocarse en automóviles y camiones eléctricos. Grandes visionarios como Elon Musk a través de Tesla y compañías que planean bien a futuro como Volvo están cambiando a la industria, pero todavía son pasos muy pequeños.
Lo digo porque en grandes ciudades como la nuestra, donde ya existen en el mercado unos cuantos vehículos 100% eléctricos a la venta, el cambio no depende tanto del interés de las personas, sino más bien de la infraestructura de la ciudad. Las condiciones para poder instalar un ecosistema que sea funcional para soportar la demanda de autos y camiones eléctricos no es cosa fácil, ya que no se trata nada más de reemplazar o desplazar al transporte tradicional, sino de instalar una red de estaciones de carga eléctricas y más importante aún, de proveer la energía eléctrica suficiente para operarla.
Si bien existen esfuerzos actuales e importantes hacia los vehículos eléctricos, la realidad es que en ciudades tan grandes como la nuestra, el presente y el futuro a mediano plazo es híbrido. Para explicarlo de una forma sencilla, un automóvil híbrido tiene dos motores, uno eléctrico y uno de gasolina que pueden funcionar de manera individual o simultánea (dependiendo el modelo), identificando cuando es mejor utilizar uno u otro, dando como resultado un rendimiento de kilómetros por litro mucho más alto que el de los autos convencionales, además de ser mucho más amigables con el medio ambiente.
Dejando de lado el tema tecnológico, los autos híbridos son una oportunidad de oro en ciudades como la nuestra por varias razones. Una de ellas es que gracias a incentivos gubernamentales implementados hace un par de años, estos autos no pagan verificación, tenencia, IVA, ni tampoco ISAN (Impuestos sobre automóviles nuevos). Y aunque los seguros de este segmento son un poco más altos, el riesgo de robo es mucho menor.
En lugares como México, en donde el aumento en el precio de la gasolina es el pan de cada día, el ahorro con este tipo de vehículos es considerable, ya que la CFE te puede instalar de manera gratuita un medidor independiente para recargar tu auto, en donde cada carga (dependiendo el modelo) está entre los 25 y los 80 pesos. Además, los mantenimientos resultan bastante similares a los de modelos de gasolina y las partes de los automóviles híbridos tienen la ventaja de tener menos desgaste, lo que resulta en un periodo de vida más extenso.
Hasta hace unos años, los precios de este segmento seguían muy por arriba de los autos tradicionales, pero la oferta ha crecido a tal grado que hoy el precio es muy similar a un modelo tradicional con las mismas características. Nissan, Hyundai, Kia y Toyota ya ofrecen opciones híbridas accesibles y otras marcas tanto económicas como de lujo tendrán lanzamientos en los siguientes meses, aumentando la oferta en diferentes rangos de precio.
El punto es que mientras los autos 100% eléctricos prometen cambiar la industria del transporte, sus precios todavía son muy altos y aún no existe una infraestructura para contar con estaciones de carga que te permitan moverte con la tranquilidad de no terminar sin batería algún día.
En cambio los autos híbridos representan una gran inversión y alternativa, por lo menos a corto plazo, para quien realmente necesita un automóvil para moverse en la ciudad.
Para todos los demás, la bicicleta seguirá siendo la mejor alternativa, mientras el gobierno no abandone el proyecto…
@elpocas