Verse bien está directamente relacionado con sentirse bien. Es un comportamiento natural, un hábito que generalmente se manifiesta antes de salir de casa, cuando dedicamos un momento para llevar a cabo una rutina que forma parte de nuestras vidas desde hace mucho tiempo.
Pero hoy, la influencia de los medios digitales, han transformado a este hábito en algo más que una simple rutina. En los muros de Facebook, dentro de Instagram, Whatsapp y en otras aplicaciones como Snapchat, las fotos y videos son un nuevo lenguaje de comunicación que no nada más sirven para transmitir un mensaje, sino también para exponer nuestro estado de ánimo, nuestra salud y nuestro aspecto físico. Esto ha creado una obsesión en personas de todas las edades que a través de estas aplicaciones y sus filtros, se sienten obligados a mantener una reputación saludable.
Ahora, ¿Quiénes son los más obsesivos cuando se trata de la apariencia física? Si, probablemente adivinaste: los Millennials. No es ninguna sorpresa que la generación más activa en redes sociales y en el ecosistema digital sea la que más invierte en verse bien. Pero esta tendencia ha tenido más implicaciones positivas que negativas, ya que el querer verse bien los obliga a cuidarse un poco más, así como investigar y aprender más acerca de las cosas que mejoran la apariencia física y por lo tanto la salud.
El poder adquisitivo sumado al tiempo que pasan en línea las nuevas generaciones, están creado nuevas oportunidades de negocio para la industria de la belleza, reviviendo marcas tradicionales como L’Oréal, Estée Lauder y Clinique que durante muchos años dominaban las ventas con sus amplias secciones dentro de las tiendas departamentales más importantes, antes de ser desplazadas por marcas más jóvenes como Mac y Bobbi Brown, por mencionar algunas.
Todas estas marcas llevan tiempo en nuestro país y forman parte de una industria de 2 mil millones de dólares, que crece entre el 4 y 5 por ciento cada año, representando el 1 por ciento del Producto Interno Bruto y generando más de 300 mil empleos, según las cifras de Cámara Nacional de Productos Cosméticos (Canipec). Y aunque se estima que alrededor del 70 por ciento de los productos de belleza están enfocados a mujeres, el crecimiento está siendo empujando por los hombres, quienes han mostrado un mayor interés por estos productos en años recientes, invirtiendo más dinero que antes para verse y sentirse bien.
En un momento en donde los tutoriales más exitosos de belleza en YouTube son producidos por los mismos usuarios que generan la mayor cantidad de likes con selfies en plataformas como Instagram, las marcas están obligadas a poner más atención y a aprender de ellos, para mejorar su oferta y comunicación. El otro lado de la moneda es que esta capacidad que tienen los usuarios de buscar y encontrar hasta el último detalle de una marca en línea, puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso de cualquier producto o servicio. La decisión de compra hoy está basada en comentarios, opiniones, likes y reseñas de influencers que manejan los productos a su gusto y que son capaces de manipular a alguien a comprar productos de una marca o descartarla para siempre.
Lo importante es que esta búsqueda por verse mejor no debe de convertirse en una obsesión que te lleve a tomar malas de decisiones o llevar tu cuerpo al límite. Hoy es más sencillo que nunca encontrar un balance entre la salud y tu estilo de vida, empezando por buscar marcas que transparentan sus procesos y que utilicen ingredientes naturales, impactando de manera positiva el medio ambiente y tu bienestar. La oferta es enorme pero es importante tener cuidado.
Conoce mejor a las marcas que consumes, averiguando su origen y su historia. Explora y experimenta con nuevas y busca las que mejor se adapten a tu rutina y a tus hábitos.
Verse y sentirse bien es básico, pero el equilibrio es la clave.