En la actualidad la información en internet se mueve tan rápido que la cantidad de páginas, publicaciones, videos, noticias, imágenes y comentarios son casi imposibles de cuantificar, dejando una sobrecarga de información que sólo nos hace más vulnerables. Cuando hablamos de medios digitales, cada vez es más difícil seleccionar en qué, en cuál y en quién confiar, sobre todo en temas masivos, como las elecciones presidenciales y la invasión de publicidad electoral que está por llegar.
Muchos vivieron el fenómeno de las noticias falsas o #fakenews con el sismo del pasado 19 de septiembre, pero ya llevan mucho tiempo manifestándose y tuvieron su momento de gloria en las pasadas elecciones presidenciales de Estados Unidos, poniendo a un candidato en la Casa Blanca que no solamente las utilizó de una forma muy efectiva, sino que se encargó de desacreditar a todos los medios que en algún momento tuvieron la confianza de los estadounidenses.
Pero nada de lo anterior nos ha detenido a seguir buscando en internet cuando necesitamos saber acerca de algún tema, y no me refiero a saber la edad de un artista, los campeonatos que lleva nuestro equipo o a qué hora juega México, sino que poco a poco nuestras consultas son más personales.
De acuerdo con Google, durante los últimos dos años ingresamos palabras como “yo” o “mí”, y términos como “para mí” o “debería de”, haciendo que las búsquedas sean más personalizadas, sobre todo bajo tres categorías: resolver un problema, completar una tarea o buscar algo alrededor.
Lo cierto es que cada vez es más sencillo buscar algo desde el celular o la computadora, recibiendo miles de resultados en 0.66 segundos, en vez de preguntarle a una persona de manera directa y recibir una sola respuesta.
Además, todas estas búsquedas alimentan el complejo algoritmo de Google y aunque sabemos que la compañía es uno de los gigantes de internet, lo que muchos no saben es que utiliza varios factores para mostrar sus resultados que van desde nuestra ubicación y el dispositivo que estamos usando, hasta las páginas que visitamos en internet. Esto lo hace con la finalidad de entregar siempre las respuestas más relevantes con base en nuestro perfil, pero esto no garantiza que el resultado o respuesta sea 100% cierta o confiable y aquí es donde empiezan los problemas.
En los últimos años la compañía se ha visto atacada constantemente porque en resumen, su política se basa en que los clientes que más pagan son los que tienen prioridad de aparecer en los primeros resultados de una búsqueda, lo que no garantiza que sean siempre compañías o marcas confiables.
Pero Google no es el único, ya que con el auge de los asistentes digitales como Alexa de Amazon o Siri de Apple, el problema crece porque la primera respuesta que arrojan suena mucho más convincente. Y debido a que carece de un aspecto visual como una pantalla, se vuelve más difícil de comprobar ya que no podemos revisar el resto de los resultados.
Al final, todo se vuelve un tema de qué tanto confiamos en las respuestas que recibimos pero es importante corroborar los datos de alguna manera.
Una forma es comparando las respuestas con otro buscador (sí, existen otros) o escribiendo nuestra consulta de diferente forma para comprobar si los resultados son similares. Pero la más recomendable es preguntar o consultar a otro ser humano, generando una comunicación de dos vías.
Ok, ok, en estos tiempos entablar una conversación es una tarea complicada, pero en el mundo digital es más fácil que nunca averiguar quién es la fuente o el autor y hacerlo debería de ser una práctica muy común.
En tiempos en donde cualquiera con acceso a internet puede escribir un párrafo y por unos segundos engañarnos por completo, valdría la pena verificar la información y averiguar cuál era su intención.
@elpocas