Aunque Roma no se llevó el premio a mejor película en la pasada entrega de los premios Oscar, la fuerza de los servicios de streaming (Netflix en particular) ha puesto a la industria del cine de cabeza.
Este año no se trataba de otro mexicano triunfando en los premios, esta vez el foco estaba sobre una película pagada y promovida por un servicio de streaming compitiendo codo a codo con lo mejor de Hollywood o mejor dicho, contra toda la academia. Darle el premio a Roma hubiera significado un cambio radical en lo que define al cine, pero no habérselo dado, parece que tuvo un impacto mayor.
La evidencia más clara son las recientes declaraciones del legendario director de cine Steven Spielberg quién lleva tiempo diciendo que no está de acuerdo que las compañías de streaming compitan en los premios, ya que rompen las reglas tradicionales de producción y distribución de las películas. Si, leyó usted bien, uno de los más grandes directores de nuestra época, que produjo E.T., Indiana Jones y Regreso al Futuro por mencionar algunas obras maestras, hoy a sus 72 años no está de acuerdo que un trabajo como el de Alfonso Cuarón pueda competir contra las demás películas que se exhiben en las salas de cine.
En la próxima junta de “Gobernadores de la Academia” que será en abril, Spielberg pondrá el asunto sobre la mesa y confía que recibirá el apoyo de la mayoría de sus compañeros para que las plataformas de streaming no puedan participar en este tipo de entregas de premios. ¿Bajo qué argumentos? Pues que las películas de estas empresas no se estrenan exclusivamente en cines previo a los 90 días que se requieren antes de salir en video y que no se comparten datos de audiencia o taquilla. Así de ridículo está el asunto.
El monopolio Hollywoodense que dictaba qué películas merecían ser reconocidas se ha desgastado poco a poco gracias a personas como Steven Spielberg, que no aceptan que el cine no es un privilegio de pocos y que las reglas necesitan adaptarse al cambio. Independientemente de lo que decida la Academia, Netflix ya va un par de pasos adelante.
Por un lado este año Netflix estrenará “The Irishman”, una película dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por Al Pacino, Robert De Niro y Joe Peci. Sería un poco absurdo pensar, sin haber visto el trailer de la película, que esta producción de casi 200 millones de dólares y con esas personalidades se quedara sin alguna nominación.
Y por otro lado la empresa adquirió los derechos del mega hit taquillero “The Wandering Earth”, una producción China que seguramente será la contendiente más fuerte para mejor película internacional en la siguiente entrega de premios Oscar, además de controlar la distribución de la misma para el resto del mundo este año.
Lo mejor es que ante la presión mediática y la postura de Spielberg, Netflix publicó un twit sin hacer referencia directa a nadie, diciendo:
“Amamos el cine. Estas son otras cosas que también nos gustan:
- Acceso para gente que no se puede permitir el cine, o vive en pueblos sin cines
- Dejar que todo el mundo en todas partes disfrute de los estrenos a la vez
- Dar a los cineastas más formas de compartir su arte
Estas cosas no son mutuamente excluyentes.”
Si Hollywood y sus viejas prácticas no se adaptan al cambio rápidamente, los demás jugadores como Netflix, Prime Video y Hulu por mencionar algunos, le darán la vuelta a la industria y obligarán por las buenas o por las malas, a cambiar el funcionamiento de todo el negocio.
Empresas como Netflix en realidad no necesitan de Hollywood para triunfar, el tema aquí es que al parecer, Hollywood necesita de Netflix para rellenar sus entregas de premios y generar audiencias.
No se trata de respetar o de cambiar las reglas del cine, se trata de adaptarse o moverse a un lado para presenciar un cambio inevitable que empezó hace un par de años.
Me emociona pensar que Roma es sólo el comienzo.