La sesión constitutiva es aquella que se desarrolla en cada Cámara del Congreso el 29 de agosto del año de la elección y que tiene por objeto, entre otras cosas, declarar la legal constitución de cada una de ellas para la legislatura que corresponda.
La Ley Orgánica del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos establece que las y los legisladores electos con motivo de los comicios federales ordinarios para la renovación de las cámaras que hayan recibido su constancia de mayoría y validez, se reunirán en el salón de sesiones de la respectiva cámara el 29 de agosto de ese año, a las 11:00 horas, con objeto de celebrar la sesión constitutiva de la cámara que iniciará sus funciones el día 1o. de septiembre.
Para la conducción de la sesión constitutiva de las cámaras habrá una Mesa de Decanos. Asimismo, el presidente de la Mesa de la respectiva cámara será el encargado de tomar protesta constitucional a las y los legisladores durante la sesión constitutiva. Después de haberse celebrado la sesión constitutiva, los presidentes de las mesas directivas de ambas cámaras del Congreso. La Cámara de Diputados o de Senadores del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, correspondiente a la LXVI Legislatura, se declara legalmente constituida para el desempeño de sus funciones.
El Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos establece que tanto la Cámara de Diputados como la de Senadores, antes de clausurar el último periodo de sesiones de la Legislatura, nombran de entre sus miembros una Comisión Instaladora de la Legislatura subsecuente. La comisión es de cinco miembros: el primero funge como presidente, el segundo y el tercero como secretarios y los dos últimos tienen el carácter de suplente
EN LAS DEMOCRACIAS contemporáneas el papel del Poder Legislativo es fundamental, pues a éste le corresponde ejercer funciones tan importantes como la fijación de políticas estatales o públicas, la protección de los derechos fundamentales por la vía de la ley, la fiscalización de los recursos públicos y el control del Ejecutivo, entre otras; además de ser el lugar indicado para la discusión política entre las diversas fuerzas que integran los distintos estratos de una sociedad.
El México del siglo XXI requiere de un Poder Legislativo renovado, fortalecido y moderno que se ajuste a las nuevas exigencias del país que le apremian para que se convierta en un verdadero contrapeso al Ejecutivo, dentro de la clásica idea de pesos y contrapesos. En este contexto, el Poder Legislativo debe encontrar fuerza en sus representados, en todos y cada uno de los ciudadanos mexicanos, que esperan que él contribuya, como motor principal, al desarrollo político, económico y social de la nación.