En democracia, la forma es fondo: lo que se ve no se juzga

23 de Noviembre de 2024

Pablo Reinah
Pablo Reinah
Periodista con 28 años de experiencia en televisión, radio y medios impresos. Ganador del Premio Nacional de Periodismo 2001, ha trabajado en Televisa, Grupo Imagen y actualmente conduce el noticiero meridiano en UNOTV. Ha colaborado en medios como Más por Más, Excélsior y Newsweek. Es autor del libro El Caso Florence Cassez, mi testimonio y asesor en medios de comunicación.

En democracia, la forma es fondo: lo que se ve no se juzga

Pablo Reinah columnista

El reciente proceso electoral y los acontecimientos políticos de las últimas semanas han revelado una realidad inquietante: el abuso de poder puede disfrazarse bajo el manto de la legitimidad democrática.

A pesar de haber ganado las elecciones con un amplio margen que debería darles serenidad y tranquilidad, Morena y sus aliados están desesperados por llevar a cabo la llamada “Cuarta Transformación” al costo que sea y sin obstáculos como si el tiempo se les acabara.

Lo que debería ser una jornada de transición pacífica y de fiesta entre el gobierno saliente del presidente Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum, la primera mujer presidenta de México, se ha convertido en un preocupante desfile de actos y decisiones que violentan nuestra democracia como regalo de despedida para el mandatario, una reforma al poder judicial que no fue bien vista ni en México ni el extranjero, con excepción de Nicolás Maduro.

La reforma electoral, la desaparición de instituciones autónomas aprobada en medio de controversias y denuncias de irregularidades así como la “discusión” de la reforma judicial reflejan una clara falta de respeto por el principio democrático de separación de poderes y por la voluntad de los ciudadanos y una oposición casi nula o muchos de sus integrantes corrompidos a cambio de favores, y el principio es básico, sin oposición no puede haber democracia.

›Presiones, manipulación y extorsión política como nunca se había visto, ni en los mejores o ¿peores? años del priismo señalan algunos, son indicios claros del intento y la necesidad de consolidar un control absoluto a costa de lo que sea a solo dos semanas antes de que Claudia Sheinbaum, reducida hoy a mera espectadora, asuma el poder.

Si algo molesta a la 4T es que se hable de dictaduras, se compare a México con Venezuela y se alarme a la gente con afirmaciones “absurdas” aunque en la forma haya un patrón que incluye la erosión de las instituciones autónomas, la manipulación de los procesos electorales y la concentración del poder en unas pocas manos.

¿Con qué cara se pide a la gente que salga y vote para cumplir con su deber civil cuando un candidato a senador, a diputado, que fue votado por la gente como representante de un partido y ciertos ideales, llega al cargo y traiciona la confianza que sus electores le dieron cambiándose de partido con fines personales, pero eso si manteniendo el cargo y sus privilegios, sin importarles que sean bienvenidos en un partido o los expulsen del mismo porque representan de nueva cuenta intereses opuestos a los que lo llevaron al cargo público o a los del partido por el que los eligieron?

Debería estar prohibido que durante su gestión o periodo legislativo brinquen, como lo que son, chapulines. La democracia no es sólo cuestión de ganar elecciones. Se trata de respetar y defender los principios que la sustentan.