Como todos los años, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) –que por cierto se ha salvado de las críticas gubernamentales últimamente a pesar de representar a los países más ricos del mundo y responsable, entre otras cosas, de la prueba PISA, en la cual seguiremos participando–, acaba de publicar su informe sobre la educación 2024, denominado en inglés Education at a Glance 2024, que podríamos traducir como Panorama sobre la Educación. Es un documento de más de 400 hojas que hace una revisión general y luego por capítulos para cada país participante.
En el editorial, Mathias Cormann, secretario general de la OCDE, manifiesta que hay avances en varios aspectos de la educación en muchos países, destacando, por ejemplo, el incremento de 2016 a 2021 en cursar bachillerato. También que ha mejorado la participación de mujeres en la educación de todos los niveles y, el dato que confirma lo que muchos pensamos, que encuentra que los mejores resultados son de los estudiantes que pertenecen a familias en las que los padres tienen estudios universitarios. Da el dato preocupante de que en 18 de los 21 países que proporcionaron información sobre el tema existe escasez de maestros, a pesar de que, por ejemplo, en varios de ellos se ofrece vivienda gratis para atender escuelas remotas.
El informe presenta cuadros comparativos y se emiten opiniones con los datos aportados por cada país.
Otro de los datos interesantes muestra que todavía falta mucho por hacer. A pesar de que en términos educativos las mujeres rinden mejor que los hombres y están mejor preparadas al ingresar al mundo laboral, ganan menos, lo que es un problema generalizado en todos los integrantes de la OCDE.
En un primer cuadro, México se encuentra entre los países con menos personas de entre 25 y 34 años que hayan cursado la educación media superior, ocupando el segundo lugar con el 48%, después de Sudáfrica, mientras que la media de la OCDE en el periodo 2016-2021 es de 28 por ciento.
La educación obligatoria en nuestro país es de 14 años, mientras que el promedio de la OCDE es de solo 11 años. Se indica también que el 63% de los graduados universitarios provienen de una escuela pública, aunque cada vez crece más la atención de las escuelas privadas. Entre los años 2013 a 2022, el porcentaje de estudiantes atendidos por el sector privado pasó del 36% al 57 por ciento.
Uno de los datos más relevantes, no por nuevo, sino por constante, es el que se refiere a la inversión gubernamental desde la primaria hasta la universidad, incluyendo la investigación en ciencia y tecnología. Mientras que el promedio de la OCDE es de 14 mil 209 dólares por estudiante, en México es de apenas tres mil 513 dólares, quedando en último lugar en comparación con el resto de los países. Si lo vemos a través de la proporción que se destina a educación, ciencia y tecnología con respecto al Producto Interno Bruto (PIB), vemos que en 2015-2021 fue del 4.2%, mientras el promedio de la OCDE del 4.9 por ciento.
Lo más preocupante del dato anterior es que en años anteriores el porcentaje era del 5.1%, y ha ido cayendo año tras año, como hemos constatado en cada presupuesto anual.
Estamos a punto de entrar en un nuevo gobierno, integrado en su mayoría por personas que han cursado sus estudios superiores en universidades públicas. La esperanza es que pasemos de estos seis años de escasez presupuestal, a pesar de que las universidades públicas han hecho un gran esfuerzo incrementando su matrícula, a un nuevo piso en el que se apoye realmente la educación como un factor fundamental, no sólo para el trabajo o mercado y la relocalización, sino para también formar ciudadanos conscientes de las necesidades del país y cómo solucionarlas.
Lo que ya no es posible es exigirle al sector que haga más con menos, como ha sido durante este gobierno.