Como es natural, cada nuevo gobierno entrante anuncia cuáles serán sus prioridades, de acuerdo con las ofertas que hizo durante la campaña y que ahora deberán convertirse en realidad. Una de las ventajas que tenemos en la actual transición es que no hay cambio de partido gobernante, lo que se ha reflejado en varios de los nombramientos que ha hecho la virtual Presidenta de México. Digo que es ventaja porque varios de los programas exitosos continuarán.
Ahora bien, sería deseable que también hubiera (famosa palabra etérea) una consideración sobre la realidad de lo que ha ocurrido y está ocurriendo en la situación económica y en los presupuestos de varias dependencias gubernamentales que son fundamentales para un buen desarrollo de las acciones.
Se considera que las finanzas del país se encuentran en buen estado sin tener en cuenta la situación actual de dos sectores fundamentales: la salud y la educación. Considero que es necesario profundizar y reconocer que la llamada “austeridad republicana” que ha permitido financiar las grandes obras del gobierno actual, ha sido a costa de recortes en los presupuestos de la mayoría de las dependencias públicas, evidenciando las carencias existentes.
Casi todos los días leemos sobre la falta de recursos en el sector salud, no sólo para atender las necesidades de los miles de mexicanos que ven postergadas sus operaciones o exámenes, sino también por la falta de medicamentos que deben comprar en farmacias privadas. Observamos, lastimosamente, que el tema de la vacunación, en el cual hace unos años éramos líderes en América Latina, ha reducido su atención en la niñez.
Ahora se anuncia un programa que, de oírlo, suena magnífico: el denominado “Hoy por ustedes, mañana por nosotros”, que en términos generales pretende que personal del sector salud acuda a los domicilios particulares de las personas adultas mayores. Se dice que lo harán con frecuencia –aún no clara–, pues se han mencionado diferentes frecuencias de visita, desde cada semana, cada quince días o una vez al mes. Incluso se menciona que llevarán medicamentos.
Sin duda, sería un gran programa, pero la cantidad de recursos que se necesitarían para contratar médicos o enfermeras, los gastos de desplazamiento y los medicamentos gratuitos para millones de personas es enorme, sin contar con la organización de un programa de tal envergadura.
La situación del sector salud es de tal magnitud que, si se pretende, como se rumora, que el presupuesto del 2025 sea el mismo que se tiene este año sumado a la inflación, seguirá en picada la atención médica y la infraestructura de muchos hospitales que requieren urgentemente atención. Tan solo hay que recorrer algunos de ellos. Además, si se pone en operación este programa –aunque sea paulatinamente, dada la dispersión poblacional de nuestro país–, la pregunta es de dónde van a salir los recursos cuando, una vez más, se repite el sacrosanto lema y política neoliberal de no hacer una reforma fiscal.
Y ahora tenemos enfrente el problema, que se está agravando, de la inflación que no cede y quincena a quincena crece. Para la primera de este mes ha llegado, según el Inegi, a 5.61%, cuando el Banco de México estimaba que para el año sería de 3%.
No se conoce públicamente de dónde van a salir los recursos, no sólo para el programa mencionado, sino también para la construcción, tan necesaria, de bachilleratos en los estados de la República y universidades, pues no podría ser ya de más “austeridad republicana” ni de los famosos 500 mil millones de pesos que íbamos a obtener de la eliminación de la corrupción, que hasta la fecha nada sabemos dónde están y, por cierto, todos los días los medios informan de más casos de corrupción.
Por supuesto que queremos que existan estos programas de beneficio en la población, pero para ello se necesita que existan los recursos.