Maduro será un detonador

9 de Septiembre de 2024

Jorge Muñoz
Jorge Muñoz

Maduro será un detonador

Columna Jorge Muñoz

El domingo pasado terminó el proceso electoral venezolano en el que el oficialismo alcanzó una victoria cuestionable pero esperada. Durante su discurso posterior a ser declarado triunfador de los comicios, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, arremetió contra los supuestos saboteadores que pretendían echar abajo las elecciones y lanzó un mensaje en el que calificaba al actual presidente de Argentina, Javier Milei como un “nazifascista”, lo cual parece particularmente fuera de lo común en una arenga postelectoral. Evidentemente, esto generó una reacción en el presidente argentino, quien declaró que el triunfo de Maduro no es reconocido por su gobierno. Lo anterior se añade al ya copioso listado de acontecimientos hostiles ocurridos recientemente entre países latinoamericanos, lo que ha contribuido a crear un clima de tensión y polarización en el subcontinente. Otros ejemplos de esta clase de hechos son el autogolpe de Estado del expresidente Pedro Castillo y el posterior enfriamiento de las relaciones diplomáticas de México con Perú, la amenaza de guerra entre Venezuela y Guyana con motivo de la supuesta inconformidad del pueblo venezolano con relación a la delimitación fronteriza que existe entre ambas naciones o el distanciamiento entre los gobiernos de Argentina y Colombia.

Sin embargo, en algo coinciden la mayoría de estos hechos: (1) Uno de los países implicados cuenta con un gobierno marcadamente de izquierda, con tendencias populistas, un líder carismático y que busca presentarse como una alternativa relativamente ajena a la influencia económica y política que perciben en Estados Unidos, tales como Colombia, Bolivia, Venezuela, Brasil, México y Cuba. (2) Se presenta un acontecimiento que el o la jefa de Estado de ese tipo de países considera relevante respecto de una nación que no cuenta con un gobierno con esas características, tales como Ecuador, Argentina o Perú. En otras palabras, los países del primer conjunto señalado presentan posturas poco menos que neutrales en los asuntos relativos a las naciones del segundo grupo. Así, mientras manifiestan afinidad, o por lo menos indiferencia, por aquellos a quienes se parecen, denotan cierto recelo de aquellos de los que difieren, como pudimos atestiguar el fin de semana con las declaraciones de Nicolás Maduro; y la cuestión es que es una consecuencia natural de la presencia del personalismo y liderazgos carismáticos, ya que estos constantemente necesitan mantener, exacerbar o exagerar la relevancia y pertinencia de quien gobierna para poder justificar su permanencia.

El problema es que parecen haber encontrado un motivo de relevancia en oponerse a la existencia del que representa algo distinto en un país vecino, lo cual podría fácilmente desembocar en un conflicto armado. Esperemos que el flamante presidente Maduro no resulte ser un detonador de la violencia entre los pueblos del continente, aunque, como sabemos, ya ha dado visos de estar dispuesto a utilizar las fuerzas armadas a su disposición para atender cuestiones y conflictos que su gobierno tiene con otros Estados.

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