El domingo pasado, la Asamblea Nacional del PRI, máximo órgano en la toma de decisiones de dicho instituto político, ratificó la ausencia de alternativas para su dirigencia y quedó de manifiesto que el grupo de Alito Moreno aún puede imponer su voluntad a todos sus correligionarios a pesar de los malos resultados en las urnas electorales.
Es interesante observar los cambios en el PRI desde la perspectiva histórica: pasó de ser un partido hegemónico a una fuerza política relativamente menor debido a decisiones que provocaron cambios tanto positivos como negativos en nuestro país y que se tradujeron en reformas constitucionales que por muy benéficas que pretendieran ser en cuanto al progreso que podrían traer aparejadas, no se consolidaron en mejoras en la calidad de vida de la población.
Esto, aunado a un contexto de competencia que provocó un cambio en las preferencias que lo desfavoreció y un éxodo de sus cuadros políticos al actual partido en el poder. Sin embargo, la gran pregunta es: ¿Qué es lo que pasará con toda la militancia que aún se identifica con las siglas tricolores? Recordemos que aún mantiene dos gubernaturas y representa una fuerza política digna de ser tomada en cuenta, pues con todo su legado ha construido una lealtad relevante en muchos grupos sociales, sin mencionar que hay figuras políticas de peso que aún se manifiestan como priístas, tales como Dulce Maria Sauri, Beatriz Paredes y Manlio Fabio Beltrones. Será interesante ver cuál será su relación con la actual dirigencia y si representarán una opción o contrapeso al grupo que encabeza Alejandro Moreno.
Asimismo, vale la pena analizar la pertinencia de continuar en alianza con otros partidos opositores y cuáles serían los efectos modificar esa circunstancia. Si algo caracterizó a los priístas de antaño fue su disciplina, pero su militancia nunca se había enfrentado a la encrucijada que se le plantea al tratar de tomar la decisión de mantenerse fiel al PRI o migrar a la opción ideológicamente más próxima que es Morena. En ese orden de ideas, pareciera que el PRI no tiene nada que ofrecer que su militancia no pueda encontrar en otras opciones partidistas.
