Solamente una vez me han censurado –realmente prohibido– en las más de dos décadas que llevo opinando en medios de comunicación. Quien lo hizo es una persona que se doblega para trabajar con quien mejor le pague (que suele ser el gobierno) y que se ha construido una narrativa personal donde pareciera adalid de la libertad de opinión y el disenso, de las opiniones encontradas y del diálogo. Me consta que no lo es.
Este es nuestro México actual, el dividido con espejos y quimeras, el de los falsos profetas y el de una aparente civilidad que no concuerdan con la realidad abrumadora que nos domina. Aquí, donde tuvimos las elecciones más violentas de nuestra historia reciente, donde candidatas y candidatos han sido asesinados al por mayor, donde no hay medicamentos que ya pagaste con tu cuota del Seguro Social, pero te dicen que todo va requete bien y que la culpa es de otros. Este es el México que queda: terrible y abandonado, deconstruido y deshilachado, pero donde algunas admirables madres andan buscando a sol y sombra los restos de sus hijos porque de pronto nadie sabe dónde están y el gobierno no piensa ni ayudarles; a alguien le convino que se duplicaran las desapariciones de niñas y adolescentes.
Estamos jodidos, mexicanos. Si no fuese por las tasas de interés subsidiantes y la inyección de dinero criminal, el tipo de cambio estaría por las nubes. Tenemos una deuda brutal de un aeropuerto que se pagó con penalizaciones, pero no se construyó. Contamos con una refinería que no produce, con un tren ecocida que no funciona y una petrolera que nos cuesta mucho más de lo que genera. Estamos jodidos, bien jodidos, mexicanos.
Pero volviendo a esta persona que me silenció y que me ha estado bloqueando por todos los medios a su alcance, ahora con la ilusoria sabiduría de quien se mantiene de los políticos poderosos, creo que los mexicanos podemos ser mejores y que podemos mucho más que una elección, a pesar de que fue la más grande de nuestra historia (más de 20 mil puestos). Porque somos más los que queremos un mejor país a pesar de cualquier diferencia. Somos más los que no queremos una crisis interminable.
Quienes decidieron la elección, fueron los jóvenes. Qué bueno. Da gusto que se sepan responsables de su propio futuro; de lo que nos espera. No hay excusas. La generación que nació en democracia y sin mayores crisis (a pesar de la pandemia) son ahora responsables de lo que vendrá. Y por vez primera nos gobernará una mujer. Ya veremos si lo poco éticos estrategas de campañas políticas tenían razón. Ya veremos si las personas que censuran tenían razón porque les respalda quien sostiene el sartén por el mango. Ya veremos.
Por lo pronto, sigo creyendo que nuestra mejor versión es posible; que no estamos condenados. Que no somos la transcripción más débil que deviene del conformismo. Que se puede evolucionar sin perder terreno, sin merecer menos. Decían antes que los buenos tiempos crean gente débil y que los malos tiempos crean gente fuerte. Espero que no respalden al régimen que le paga a las personas censuradoras que después de este artículo serán inmisericordes porque “solamente una vez” fue un bolero de Agustín Lara que compuso para defender su absoluta libertad de expresión en la ciudad de Buenos Aires para ser estrenada en un programa de Radio Belgrano durante la mañana de un 3 de junio cualquiera. Tal como hoy.