Don Eduardo es comerciante. Pero antes de serlo, trabajaba en una oficina/centro repartidor/fábrica y tenía que tomar varios transportes de ida y vuelta, pues la colonia donde vive estaba muy retirada de donde chambeaba.
Estaba muy retirada de todo, pero ahí fue donde heredó una pequeña propiedad y para tener más dinero, pues no podía pagar una renta. Apenas le alcanzaba. Se despertaba de madrugada para ir a trabajar de lunes a sábado y aprovechaba los largos trayectos para dormitar. Sobra decir que nunca fue ni ha sido una persona floja.
Después de que lo liquidaron la última vez, aún le faltaba mucho para pensionarse, pero ya estaba harto de trabajar de sol a sol para apenas sobrevivir y siempre depender de cómo les iba a las empresas. Entonces, con su esposa, sus ahorros y algo por ahí prestado, instalaron un puesto de ropa para tianguis ambulantes (cambian de zona de la ciudad según los días de la semana; por ejemplo, los sábados y domingos, se instalan en el Bazar del Oro en la Roma, los miércoles en El Salado, en Chimalhuacán, los viernes en las Pacas de Pino Suárez, entre otros).
Dice que votó por Obrador “con muchas, muchas dudas”, pero al final, frente a la boleta se decidió de último momento para que ya no fueran los mismos de antes. Ahora, dice que votó por Claudia “con los ojos cerrados”. Además, afirma, “voté todo igual, para que tengan el carro completo”. Cuando le pregunto el motivo, comenta que ahora sí los toman en cuenta.
Le pregunto de qué forma y menciona: es el primer gobierno que hizo consultas populares, es el primero en el que diario informa el Presidente lo que pasa y les cuenta lo que “antes nadie nos decía pero que ya sospechábamos”. Y es el primero que él percibe, les da apoyos reales sin intermediarios que les piden moches o les condicionan.
Cuando le pregunto sobre la corrupción, dice que todos roban igual, pero que al menos este gobierno construye obra popular, desde trenes hasta teleféricos. Cuando le cuestiono sobre la inseguridad, responde que siempre ha habido, aunque sólo no hay que andar en malos pasos. Comenta que sí les han querido cobrar derecho de piso, pero como son varios asociados en los tianguis, se ponen de acuerdo y arreglan el asunto. Cuando le señalo el tema de las desapariciones de personas en las carreteras, contesta que debieron ser sospechosos o que tenían camionetas nuevas que les gustaron a los narcos.
En temas de salud le pregunto por el IMSS y simplemente lo menosprecia: “El servicio siempre ha sido tan malo que lo dejamos de usar y contratamos el seguro popular”. Después me dice que no les afectó la desaparición de aquél por los apoyos del gobierno: “Mire, en casa somos dos adultos mayores y mi hija más chica que tiene la Beca Benito Juárez para bachillerato, entre los tres recibimos varios miles de pesos al mes y eso ningún gobierno nos lo había dado nunca. Así podemos pagar la luz, arreglar la casa y nos alcanza hasta para ir a una farmacia a ver al médico y comprar los medicamentos que nos recete si nos enfermamos. Por eso el triunfo fue tan cañón. Por eso y porque la oposición sigue sin entender que no entienden nada”.
Somos una sociedad profundamente desigual, es innegable. Lo hemos sido por demasiado tiempo; aquí se detuvo la movilidad social. Aunque se trabaje y se estudie mucho, la gente no ha podido avanzar. Los programas sociales actuales llegan a cerca de 50 millones de beneficiarios. Por eso, como dice don Eduardo: “México es el país que al fin le cambió la vida este sexenio”.