Desde México, con amor

23 de Septiembre de 2024

J. S Zolliker
J. S Zolliker

Desde México, con amor

js zolliker

Se llama Gabriel Fernández. Estudió ingeniería en sistemas y fue uno de los mejores promedios de su generación. Siempre deportista y alegre, sin embargo, no había tenido buena suerte con las mujeres. Quizás fuese su sentido del humor infantiloide y su inocente personalidad, que les parecía poco masculina, lo que las alejaba de inmediato.

Para su fortuna, todo eso cambió gracias a TikTok. No recuerda bien cómo fue, pero el algoritmo le comenzó a mostrar videos de una influencer rusa viviendo en México. Como le pareció atractiva y su contenido divertido (normalmente comparaba con humor costumbres rusas y mexicanas), le dio like a sus posts, la siguió y le respondió con un chiste bastante pueril, pero ocurrente. Se ve que le gustó a la chica porque, entre los miles de comentarios que tenía, solo contestó el suyo con un emoticono de risa.

Al día siguiente, comenzaron a aparecerle en su timeline, entre muchos otros contenidos, mujeres rusas jóvenes y guapas viviendo en México. Una hacía reseñas de hoteles, otra de restaurantes, otra iba documentando comida picante, y otra más hablaba de las razones por las que se vino a vivir a México: “A las mujeres rusas nos gustan los latinos porque son caballerosos, atentos, cálidos y proveedores, a diferencia de los rusos, que son agresivos y fríos”. En un viaje, ella conoció a un mexicano, se enamoraron, se mudó y estaba encantada.

Sobra decir que, transcurridas unas semanas, en esa plataforma le apareció una mujer aparentemente inglesa, quien afirmaba en un video que, si eras mexicano, debías usar la app de citas Tinder, pagar la suscripción para mover tu ubicación a cualquier ciudad rusa grande (como si fueras a ir de viaje), escribir en tu biografía que eras mexicano buscando una relación seria y de largo plazo, y dispuesto a tramitarle permiso de residencia a una mujer, solo si encontrabas a la indicada. Luego, debías darle “me gusta” a todas las mujeres que te aparecieran y tendrías un harén de dónde escoger, “porque muchas mujeres rusas son hermosas, trabajadoras y leales, que están hartas de los hombres rusos y quieren una vida mejor que la de sus madres”, decía el video de la supuesta experta en citas.

En marzo de 2022, Gabo se animó y siguió las instrucciones al pie de la letra. En menos de quince días, había hecho match con más de una veintena de mujeres y, de ellas, se dio el lujo de continuar en contacto con ocho porque escribían un español muy comprensible. Para no hacer el cuento largo, después de un tiempo eligió solo chatear con una hermosa y espigada rubia de ojos azules llamada Lydia Vasilieva, quien era profesora de primaria y, además, instructora de gimnasio. Total, que después de varias semanas de escribirse, mandarse fotos y estar en contacto intensamente, él quedó prendado y la invitó a venir a México para enseñarle la ciudad y alguna playa, y pudieran conocerse en persona. Ella aceptó.

El romance fue tórrido. Después de tres semanas, ella regresó a su tierra, pero siguieron en contacto y, a los dos o tres meses, acordaron que ella se mudaría y viviría el resto del año aquí, con él, en su departamento. Si las cosas funcionaban en ese tiempo, podría volverse algo permanente. Se casaron en la primavera del año pasado y ella, para contribuir con los gastos y los frecuentes viajes de placer que les gusta hacer dentro de México, encontró trabajo como traductora y asesora académica en la oficina de algo llamado CeIagData.

Gabriel no podía creer su suerte. ¡La vida ya le estaba haciendo justicia y le sonreía! O eso pensaba, hasta que ayer tuvo que viajar a la oficina de Washington de la empresa transnacional de software donde trabaja y fue detenido en el aeropuerto de Dulles para ser investigado y retirarle su visa, por ayudar y sostener una relación sentimental con una mujer identificada como agente de la KGB en México, el segundo país del mundo con más espías soviéticos en la actualidad.