El iceberg que hundió al Titanic priista

6 de Julio de 2024

Mónica Valdés
Mónica Valdés

El iceberg que hundió al Titanic priista

Monica-Valdes

En un desplome sin precedentes, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se encuentra al borde del abismo bajo la desastrosa dirección de Alejandro Moreno Cárdenas. Desde que asumió las riendas del partido en agosto de 2019, Moreno ha logrado lo que muchos críticos consideran una hazaña: llevar al PRI a una situación de crisis extrema, comparable únicamente con el sombrío destino del Partido de la Revolución Democrática (PRD) bajo Jesús Zambrano.

En 2019, el PRI aún tenía un vestigio de su antigua gloria, con presencia significativa en varias gubernaturas. Sin embargo, tras la nefasta gestión de Moreno, el partido ha visto una drástica reducción en su poder territorial, quedando con apenas una fracción de las gubernaturas que ostentaba al inicio de su mandato. La pérdida de bastiones históricos es un claro indicativo de la falta de estrategia y visión de su actual dirigente, quien parece más enfocado en perpetuar su propio poder que en revitalizar al partido.

Los encabezados recientes de los medios de comunicación son un reflejo del descontento generalizado entre los militantes priistas. La exigencia de renuncia inmediata de Moreno y la petición de posponer la Asamblea Nacional no son meros caprichos, sino un grito desesperado de una base que ve cómo su partido se hunde irremediablemente. “Corriente de priistas exigió la renuncia de ‘Alito’ Moreno al frente del partido tricolor y pidió posponer Asamblea Nacional,” reza uno de los titulares, dejando claro que la reelección de Moreno sería el clavo final en el ataúd del PRI.

Dulce María Sauri, expresidenta del PRI, lo advierte con contundencia: “Reelección de Alito Moreno acabará al PRI.” Y no es difícil entender por qué. La estrategia de Moreno no sólo ha sido ineficaz, sino que ha mostrado una preocupante inclinación hacia el autoritarismo, similar a la dictadura que tanto critica en el Gobierno federal. La ironía es palpable: mientras el PRI acusa al gobierno de ejercer una dictadura, su propio dirigente se aferra al poder con mano de hierro, ignorando los clamorosos llamados de su militancia para que se haga a un lado después de los penosos resultados en las últimas elecciones.

La situación es tan grave que algunos militantes han llegado a suplicar: “No mates al PRI,” en referencia a la intención de Moreno de reformar los estatutos del partido para asegurar su reelección en la Asamblea del próximo 7 de julio. Esta movida no sólo es vista como un intento desesperado por mantener el control, sino como una traición a los principios democráticos que el PRI debería defender.

Pues además de orquestar la autodestrucción de su propio partido, Alejandro Moreno intenta desviar la atención de su desastrosa gestión proponiendo cambios superficiales como logos, colores y hasta el nombre del partido. Esta estrategia desesperada no engaña a nadie: lo que realmente debería discutirse en la cúpula es su reemplazo como presidente, ya que su liderazgo ha demostrado ser un obstáculo insalvable para la revitalización y el futuro del partido.

Para terminar pronto, Alejandro Moreno Cárdenas está llevando al PRI por un camino de autodestrucción que podría terminar en una debacle similar a la del PRD. Como un capitán ciego ante el iceberg que se avecina, Moreno no parece darse cuenta de que su liderazgo es la amenaza más grande para el partido. Si no se toman medidas urgentes y se remueve a Moreno de su posición, el PRI corre el riesgo de desaparecer del panorama político nacional, arrastrado por la incompetencia y el ego desmedido de su actual dirigente. La militancia y la dirigencia del PRI deben reflexionar profundamente sobre el destino de su barco y tomar decisiones valientes para evitar que se hunda en el océano de la irrelevancia política.

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