Recientemente el presidente mexicano anunció su decisión de proporcionar apoyos económicos a migrantes que se encuentren en territorio mexicano y decidan retornar a su país, provenientes de Venezuela, Colombia y Ecuador y posiblemente extensivos a países centroamericanos, al puro estilo de la tarjeta del bienestar.
Vehementemente la Canciller mexicana anunció esa decisión en una de las tantas denominadas mañaneras presidenciales, concebidas exprofeso para la propaganda oficial. Destacó que por instrucciones del presidente el convenio firmado con Venezuela, “Vuelta a la patria”, contempla la entrega de 110 dólares mensuales, durante seis meses, a cada migrante -que ha huido de sus miserias- que retorne a su país; dijo que “es una maravilla para ellos”, como un estímulo para que regresen a su patria y no vuelvan a migrar. Parecen afirmaciones muy temerarias de la canciller.
Agregó que hay pactos con empresas establecidas en Venezuela y México, que proporcionarán empleo a los retornados o a los que se queden en territorio mexicano, como La Polar, PDVSA, Femsa y Bimbo en Venezuela. Reconoció que México no puede atender a la migración que ingresa al país.
La migración venezolana continuará siendo una realidad constante y desafiante mientras prevalezcan sus reales condicionantes. Tal parece que la tendencia muestra que las solicitudes de protección internacional y asilo en México y Estados Unidos seguirán aumentando, ante una acentuada debilidad de respuesta institucional.
Si hay algunos aspectos que han caracterizado a la actual administración presidencial es la opacidad en la información, la improvisación y el autoritarismo en las decisiones, lo que ha terminado en complicaciones y objetivos inconclusos o mal logrados.
En conversación con colegas y especialistas en la materia, puedo sacar algunas conclusiones: esta estrategia no responde a un tema puramente migratorio, sino al compromiso político-ideológico mutuo de presidentes, con intereses opacos; a deportaciones encubiertas de humanismo, pretendido altruismo y populismo puro en ambos sentidos; con los retornos se sortean coyunturales urgencias a nuestro país, a Estados Unidos y a la relación bilateral.
Hasta ahora se desconoce la procedencia de los recursos económicos destinados al rescate de migrantes venezolanos y otros, número de beneficiarios, nacionalidades y justificación, que deben ser públicos en función de la transparencia y el despilfarro. Son loables los esfuerzos que se hagan a favor de la migración forzada como la venezolana, pero la mala práctica política aplicada resulta humillante en un tema tan dramático. Navegamos en la frivolidad pura.
Según la Comar, las mayores solicitudes de condición de refugio en México en 2023 correspondieron a nacionales de Haití, Honduras, Cuba, El Salvador y Guatemala, tendencia que más o menos se observa en 2024. Venezuela quedaría atrás de éstos. Los solicitantes enfrentan situaciones de inestabilidad política, inseguridad o pobreza en sus países. En 2023 sumaron alrededor de 142 mil solicitudes.
Si se busca atacar la raíz del problema migratorio venezolano, como se ha expresado hasta el cansancio, la respuesta está en una incompetente dictadura, afirman analistas. Vaya usted a saber los acuerdos que hay en el trasfondo político entre los mandatarios.