Las pandillas se han constituido en el eje central de la crítica situación interna en Haití, habría alrededor de 200, controlan territorios y poseen poderoso armamento contrabandeado principalmente de Florida, Estados Unidos.
Están enfocadas al tráfico de migrantes, drogas y armas; trata, secuestro y sicariato, por decir lo menos; con casi total impunidad atacan instalaciones policiacas, el aeropuerto internacional y penitenciarias, lo que propició recientemente la huida de 3,500 presos. Inciden también en el control del suministro de electricidad, agua y acceso a combustibles.
Las principales pandillas son la “G9 y Familia”, federación integrada por las más poderosas, encabezada por el expolicía Jimmy Barbecue Chérizier, quien se presenta como “revolucionario social” y, la “G-PEP” de Gabriel Jean-Pierre. Haití no tiene una policía capaz de enfrentarlas ni un ejército permanente.
El primer ministro Ariel Henry, quien tomó el gobierno al ser asesinado el presidente Jovenel Moïse en 2021 y quien recientemente renunció, después de realizar un viaje a Kenia no pudo ingresar al país, ya que el aeropuerto fue tomado por las pandillas. Ante la debilidad institucional y con el apoyo de la Comunidad del Caribe, se pretende establecer un “consejo presidencial”, integrado por grupos políticos, empresariales y religiosos haitianos, entre otros, esfuerzo que deberá derivar en el nombramiento de un primer ministro interino y establecer consejos de ministros, electoral, de seguridad y elecciones.
Con respaldo de Naciones Unidas se prevé establecer una misión multilateral en Haití, encabezada por Kenia y otros países, para restablecer la paz. En varios barrios han surgido grupos comunitarios que recurren a la “justicia popular, Bwa Kale”, para defenderse de las pandillas, lo que crea más violencia y el riesgo de que también se conviertan en grupos criminales.
Destacan tres temas esenciales: la gobernanza, la inseguridad y el humanitario. Es urgente atender el humanitario: según Naciones Unidas habría alrededor de 362 mil desplazados, más de la mitad son niños, vulnerables a hambrunas y sin los servicios básicos. A lo que se suma la emigración internacional. Sin embargo, también, sin seguridad no podrá alcanzarse la gobernanza.
Las pandillas han estado vinculadas a sectores políticos, económicos y de seguridad. El “consejo presidencial” corre el riesgo de quedar penetrado por partidos políticos ligados a las pandillas, como los casos, según analistas, del partido Lavalas del expresidente Jean-Bertrand Aristide y del PHTK, de los expresidentes Moïse y Michael Martelly, que han estado vinculados con Barbecue, por mencionar ejemplos. Las pandillas han sido utilizadas para atacar a oponentes y controlar barrios.
En algunos sectores hay escepticismo hacia la misión multinacional respaldada por Naciones Unidas y Estados Unidos: perciben poca confianza en las fuerzas armadas kenianas por su historial de abusos a los derechos humanos y corrupción. Si bien han participado en despliegues en Líbano, Sierra Leona y Sudán del Sur, entre otros, persiste la duda si estarán suficientemente capacitadas para enfrentar a las violentas pandillas haitianas.
El respaldo internacional se ha vuelto fundamental ante la prácticamente inexistencia institucional interna para abordar la crisis, pero las expectativas negativas no parecen ceder. Según la Comar, al finalizar 2023 las solicitudes de refugio en México estuvieron encabezadas por nacionales haitianos, seguido de hondureños y cubanos.