1.
A dos meses de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, que habrán de incluir la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, la carrera va acelerando, colocando a Kamala Harris adelante por más de tres puntos ante un Donald Trump que no ha logrado comprender el reto de una candidata más joven, dinámica y progresista. Trump había enfocado su estrategia en defenestrar a un envejecido presidente Biden, quien al desistir estoicamente, logró cohesionar a los demócratas e indecisos que no desean a un octagenario en la Presidencia, que son muchos.
2.
Con anterioridad, las encuestas mostraban al 60% de los votantes incómodos con la posibilidad de tener que escoger al Presidente entre dos ancianos intentando mostrar quién resultaría peor. Pero el cambio en la fórmula demócrata ha llevado el debate hacia lo que cuenta, que son las agendas, quién gobernaría mejor y con qué instrumentos. Inclusive la salida del candidato independiente, Robert Kennedy Jr., no logró transmitir las simpatías que acumulaba, alrededor del 5%, con lo que la incorporación a la campaña republicana resultó contraproducente.
3.
Al momento, según el promedio de encuestas de FiveThirtyEight del célebre Nate Silver, se registra un 47.1% de preferencias para Harris, frente a 43.8% de Trump, manteniendo una constante incremental para la candidatura demócrata. Sin embargo, al no tratarse de una elección presidencial por voto directo, sino mediante el mecanismo indirecto de votos electorales por estado, los efectos de las preferencias también se están reflejando en los estados considerados indefinidos o cambiantes, como Wisconsin, Míchigan, Pennsylvania, Arizona, Nevada, Florida o Georgia, en los que Kamala ha ido mejorando con una imagen consistente de fiscal eficiente en el combate al crimen, en tanto que Trump está llevando la peor parte por el desgaste de los múltiples escándalos y condenas que arrastra, que le hacen aparecer como un criminal convicto.
4.
Este martes 10 de septiembre, las dos candidaturas habrán de confrontarse frente a frente en Filadelfia, en donde Trump encarará a su némesis, quien no dejará pasar las afrentas y ofensas con las que suele reducir a sus adversarios. En esta ocasión, el gran choque estará sobre tres cuestiones: la visión económica, donde ambos saben que deben ofrecer apoyo al bolsillo de los ciudadanos; mientras uno ofrece reducir impuestos, la otra sostiene un ejercicio más eficiente del gasto y de los servicios públicos. También la proyección internacional, respecto del lugar de Estados Unidos en el mundo como país dominante o garante del orden internacional y constructor de acuerdos; y finalmente la situación interna, agravada por los temores de una frontera desbordada, el narcotráfico y el fentanilo incontrolables y la migración desordenada que tanto les preocupa.
5.
Para mal, la relación con México ha entrado en una zona de grises, pues se avecina la revisión del Acuerdo Trilateral de Comercio (ACME por sus siglas en inglés, T-MEC en español) en 2025 y se tiene la percepción de que el narcotráfico ha permeado los altos niveles de la política, al ser detenido Ismael El Mayo Zambada y que señalara el involucramiento del gobernador de Sinaloa, con todas las implicaciones que ello puede tener al suponer muchas otras conexiones con las que el narco funciona al amparo del poder. Los recientes juicios a Joaquín El Chapo Guzmán y Genaro García Luna, así como de los acuerdos de testigos colaboradores de otros narcos confesos de la familia Zambada o los propios Chapitos, Ovidio y Joaquín Guzmán Jr., hacen escalar la imaginación que en temporada electoral suele nutrir las campañas. A querer o no, México será el recurso fácil para climatizar la escena y atraer a los votantes. Después, sea Kamala o Trump quien gane la Presidencia, se tasarán los platos rotos por las reformas realizadas en México que arriesgan la seguridad o las relaciones económicas y comerciales en América del Norte.