La reciente elección ha desatado una intensa controversia en torno a la posible sobrerrepresentación que el partido Morena y sus aliados podrían orquestar en la Cámara de Diputados y el Senado. A pesar de que las urnas otorgaron a la coalición una mayoría simple, las tácticas legales que están utilizando para maximizar su representación podrían poner en jaque la integridad del sistema democrático mexicano, abriendo la puerta a un futuro incierto y preocupante.
En las elecciones recientes, Morena y sus aliados, el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde (PVEM), lograron alrededor del 54% de los votos en la Cámara de Diputados y un porcentaje similar en el Senado. Sin embargo, el artículo 54 de la Constitución establece un límite de sobrerrepresentación del 8% para los partidos políticos, lo que significa que ningún partido debería obtener más escaños de los que le corresponden según su porcentaje de votación más un margen adicional.
La interpretación de este artículo ha sido objeto de debate, especialmente en lo que respecta a las coaliciones. Según la exdiputada Martha Tagle y el exconsejero del INE, Ciro Murayama, el gobierno está haciendo una “lectura jurídica tramposa” que podría permitirle a Morena alcanzar una mayoría calificada, esencial para realizar reformas constitucionales sin contrapesos efectivos.
En una democracia, todos los votos deben tener el mismo peso. Todos vamos a ser gobernados (bien o mal) por el gobierno entrante, lo mínimo que merecemos es el derecho de elegir en igualdad de circunstancias. Si Morena consigue esa sobrerrepresentación ilegal, el 46% de los electores sólo tendría representación del 25% en el Poder Legislativo. En una democracia moderna, no hay argumento que pueda justificar tal absurdo.
La obligación de salvaguardar la integridad del sistema electoral frente a la sobrerrepresentación recae en el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral. Es crucial que la ciudadanía y las instituciones vigilen de cerca este proceso, ya que la defensa de la democracia no sólo depende de la legalidad de las elecciones, sino también de la equidad en la representación. En Venezuela, hemos visto cómo la ciudadanía se ha convertido en un baluarte contra el autoritarismo. A pesar de la represión y el miedo, los venezolanos han alzado su voz contra un régimen que intenta manipular el voto popular y perpetuarse en el poder. La comunidad internacional también ha jugado un papel fundamental, apoyando las protestas pacíficas y denunciando las violaciones de derechos humanos.
Este ejemplo resalta la importancia de la movilización ciudadana y la solidaridad internacional en la lucha por la democracia. La sobrerrepresentación ilegal que pretende orquestar Morena en el Congreso es un tema que debe ser debatido y analizado con seriedad, ya que de ello depende el futuro democrático de México. La integridad de nuestras instituciones y la voz del electorado están en juego, y es responsabilidad de todos protegerlas. Sólo a través de una vigilancia constante y una participación activa de la sociedad civil podremos asegurar que la voluntad popular se refleje fielmente en la composición del Congreso, preservando así los cimientos de nuestra joven democracia. La historia nos enseña que el poder no se concede, se conquista; y es en la lucha colectiva donde reside la verdadera fuerza de un pueblo decidido a defender su libertad.