“Mantener el cuerpo en buena salud es un deber; de lo contrario, no podremos mantener nuestra mente fuerte y clara”. Buda
Es cierto que a pesar de que la educación es un tema en la agenda mundial, aún la deserción escolar y la falta de aprendizaje continúan siendo áreas que tienen mucho trabajo pendiente; claro que existen diversos factores que influyen en ambos rubros: aspectos socioeconómicos, psicológicos, familiares, institucionales, incluso sociales y por supuesto también se confronta el aspecto personal.
Además de enfocarnos en la mejora de instalaciones escolares, la capacitación docente y el perfeccionamiento de estrategias educativas, entre otros puntos, también hay que replantearnos la manera en la que la falta de una alimentación saludable deteriora el rendimiento escolar. Es así que hoy vale la pena preguntarnos, ¿cuántas veces nos hemos enfrentado a la falta de concentración porque tenemos hambre?, ¿una mala hidratación o alimentación cambia nuestro temperamento?, ¿de qué manera influye el entorno escolar en nuestros hábitos alimenticios y viceversa?
Como es bien sabido los alimentos son nuestro combustible, los nutrientes nos permiten realizar actividades físicas, mejorar la concentración, disminuir la presencia de enfermedades y por supuesto incrementar nuestra memoria, desafortunadamente, un amplio porcentaje de nuestras niñas y niños no cuentan con una ingesta calórica adecuada, en datos de la UNICEF en el mundo uno de cada tres niños menores de cinco años tiene desnutrición o sobrepeso, pero además la institución afirma que 73 millones de los niños más marginados no reciben alimentación escolar e incluso 1 de cada 3 escuelas carece de agua potable básica y de instalaciones sanitarias adecuadas.
Desafortunadamente nuestro país aún presenta rezagos importantes en cuanto a inseguridad alimentaria, aunque se han obtenido avances significativos; de acuerdo con las cifras de las estimaciones de pobreza multidimensional 2022, presentadas por el CONEVAL, el porcentaje de la población que presentó carencia por acceso a la alimentación nutritiva y de calidad pasó de 22.2% a 18.2% entre 2018 y 2022, es decir, de 27.5 a 23.4 millones de personas.
El trabajo de las instancias gubernamentales alrededor del mundo se ha hecho más visible desde hace varias décadas y se han emprendido estrategias para ayudar a los alumnos; es así que la implementación de comedores escolares ha permitido que las niñas, niños y adolescentes encuentren en la escuela además de conocimientos, una alimentación sana y nuevos buenos hábitos.
Es así que con el objetivo de continuar desarrollando soluciones innovadoras y buenas prácticas del pasado 27 al 29 de agosto se llevó a cabo en la Ciudad de México del X Foro Regional de Alimentación Escolar para América Latina y el Caribe, entre los temas se mencionaron: la compra de alimentos locales, la prioridad de revertir la malnutrición, construir sociedades equitativas y la disminución de alimentos ultra procesados y de publicidad engañosa.
Aunque el problema puede ser más determinante en los primeros años de vida, tampoco se debe perder de vista que, como lo he mencionado en reiteradas ocasiones, la celeridad con que vivimos nos impulsa a disminuir la inversión de tiempo en algunas actividades, y lamentablemente aún como adultos y aunque sabemos la importancia de la alimentación en ocasiones reducimos el tiempo destinado a esta importante actividad o bien incluso deliberadamente nos saltamos comidas lo que nos hace desarrollar malos hábitos, produce un déficit de aportación energética y un mayor impacto directo a la ganancia de peso, entre otros problemas.
Las implicaciones de una alimentación saludable son significativas, y estoy convencido que no sólo transforman nuestra actitud o nuestra predisposición a la adquisición de conocimientos, sino que cambian cualquier entorno; ya lo dice el dicho popular: “Barriga llena, corazón contento”.