“La violencia hiere el cuerpo y la mente del que la ejecuta, del que la sufre, de los que lloran, de toda la humanidad. Nos rebaja a todas las personas”.
Kathy Reichs
Noticias sobre narcotráfico, homicidios, trata de personas, asaltos en carreteras, cobro de derecho de piso y células criminales, lamentablemente, son temas cotidianos en la vida mundial, incluso es probable que un amplio porcentaje de los medios de comunicación muestren al día escenas donde la violencia y las agresiones son los protagonistas.
Uno de los casos más mediáticos han sido las capturas de Ismael Zambada alias el Mayo y Joaquín Guzmán López, alias El Güero, y es que el número de crímenes perpetrados por las diferentes fracciones del Cártel de Sinaloa es imponente; pero no es el único problema que enfrenta nuestro país, también habrá que considerar la preocupante situación en Chiapas, donde cientos de mexicanos están huyendo hacia Guatemala.
Desafortunadamente, acciones marcadas por la crueldad del crimen organizado son cada vez más habituales; el fenómeno de la violencia no tiene sólo su origen en la falta de oportunidades, la desigualdad económica, la repetición de patrones, el uso de sustancias ilícitas o la fractura del tejido social, por mencionar algunas, sino en una convergencia de aspectos mucho más profunda y extensa, la cual debe ser analizada desde diferentes ángulos.
Es probable que ante un mundo cada vez más violento creamos que el panorama es complejo y las posibilidades de un cambio, distantes; sobre todo porque no se puede perder de vista la enorme capacidad del crimen organizado para diversificarse y trascender espacios geográficos.
Bajo este contexto, el Índice Mundial de Delincuencia Organizada 2023, emitido por Iniciativa Global contra la Delincuencia Organizada Transnacional, una red global con más de 600 expertos; presenta resultados interesantes aunque alarmantes; se menciona que derivado del aumento en la delincuencia organizada, que sorprendentemente, ya opera a plena vista y a escala industrial, tiene una insaciable y creciente demanda de fuerza laboral criminal.
De acuerdo con este análisis, en 2021 la trata de personas se identificó como el mercado criminal más frecuente, para esta edición los resultados muestran que los delitos financieros son la economía ilícita más extendida en el mundo; pero además destaca dos puntos atemorizantes: 1) la participación del Estado en la delincuencia sigue siendo la fuerza más omnipresente que impulsa el crimen organizado, sobre todo en los Estados autoritarios y 2) la reducción del espacio de participación para las organizaciones no gubernamentales y los defensores de los derechos humanos.
Además, afirma que la línea entre víctima y victimario puede ser confusa, lo que permite que los criminales se aprovechen de la vulnerabilidad de las personas, ya que en muchas ocasiones la delincuencia hace uso de amenazas e incluso torturas para que cometan delitos que producen importantes beneficios económicos para los perpetradores.
¿Quiénes deben recibir protección y quiénes deben ser procesados?, ¿de qué forma el crimen organizado construye y utiliza la infraestructura política, económica y social?, ¿realmente los criminales crean oportunidades que, de alguna manera, evitan que la gente denuncie?
Las respuestas a las preguntas anteriores son por demás interesantes, ya que como bien lo ha mencionado la UNODC, existe una difícil situación para miles de niñas, niños y adolescentes quienes reclutados por grupos o pandillas siendo a la vez perpetradores y víctimas de la violencia.
Aún queda mucho por abordar sobre el tema, no obstante, es necesario que hoy ante una permanente ola de violencia, analicemos los fallos como sociedad y recobremos las oportunidades perdidas, porque el crimen no nos dará una tregua y el precio a pagar se sigue incrementando. Es momento de actuar con sentido de responsabilidad.