“Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo”.
Elie Wiesel
Hemos escuchado en múltiples ocasiones que “de política y religión, es mejor no hablar”, sin embargo, probablemente la negativa a un debate abierto, constructivo y sobre todo respetuoso, sea uno de los elementos que induzca al aumento de estereotipos, a la preocupación por lo desconocido e incluso al aumento de crímenes de odio por religión.
Las creencias religiosas son un tema complejo y durante décadas han sido motivo de análisis por parte de diversos campos de estudio; y aunque se pueden abordar desde diversos ángulos ninguno de ellos es razón de violencia, discriminación o malos tratos, es por ello que la Organización de las Naciones Unidas, estableció el 22 de agosto como el Día de Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia basados en la Religión o las Creencias, con la finalidad de recordar a los Estados su responsabilidad primordial de promover y proteger los derechos humanos.
Desafortunadamente, en muchas partes del mundo, la profesión de fe y las convicciones religiosas siguen siendo factores de segregación; además no se puede perder de vista que después de la pandemia de Covid-19, las teorías conspirativas, el incremento de la división social, el miedo, la incertidumbre y la intolerancia provocaron la búsqueda de “chivos expiatorios” sobre todo entre minorías.
Como lo he mencionado en otras ocasiones, la violencia se encuentra en niveles alarmantes, de acuerdo con datos del Informe: Estadísticas de delitos de odio del FBI de 2022 dentro de los principales hallazgos se menciona un aumento en los incidentes de crímenes de odio en comparación con el 2021; así mismo se denunciaron 2,042 incidentes relacionados con la religión y más de la mitad de ellos (1,122) se debieron a prejuicios antisemitas.
Por otro lado, el Informe Anual 2022/2023 del Observatorio de la Intolerancia y la Discriminación contra los cristianos en Europa menciona que este tipo de delitos en Europa aumentaron un 44% en 2022 y se documentaron 748 crímenes en 30 países; incluso dice que después de los judíos, los cristianos son el segundo grupo más atacado.
Nuestro país no queda al margen de este significativo tema, recientemente trascendió la noticia del ataque a un templo evangélico, el cual fue quemado y saqueado en el municipio “El Arenal”, en San Juan Lalana, en Oaxaca; lamentablemente, este no es el único problema en la entidad, de acuerdo con el secretario de Gobierno, existen otros 14 puntos con conflictos que se han ido recrudeciendo.
A pesar de los constantes esfuerzos, aún se utiliza el nombre de Dios con el objetivo de aterrorizar a las personas, por lo que hoy más que nunca debemos recordar las palaras de su santidad el Papa Francisco y el Gran Imán de al-Azhar, (máxima autoridad del islam suní y de Egipto) Ahmed Muhammad Ahmed el-Tayeb, en la Declaración de Abu Dabi: “Las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan a sentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre. Estas desgracias son fruto de la desviación de las enseñanzas religiosas, del uso político de las religiones y también de las interpretaciones de grupos que han abusado —en algunas fases de la historia— de la influencia del sentimiento religioso en los corazones de los hombres […]”
Ahora que escribo sobre este sensible tema recordé que hace tiempo vi la película “Life of Pi”, y aunque pareciera no estar centrada en los temas religiosos, es una parábola sobre las vicisitudes, la supervivencia, los prejuicios, la constante confrontación entre pensamiento científico y religioso, la verdadera fe y por supuesto la presencia de Dios; porque esto es lo realmente importante, la manera en la que las enseñanzas tocan nuestro corazón para ser tolerantes, compasivos y sobre todo, amar al prójimo.
*Consultor en temas de Seguridad, Inteligencia, Educación, Religión, Justicia, y Política.