La hora de la verdad para Alessandra Rojo

13 de Septiembre de 2024

Raúl García Araujo
Raúl García Araujo
Reportero con andanzas en varios periódicos y ex coordinador de información en FOROtv de Televisa.

La hora de la verdad para Alessandra Rojo

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En aras de la democracia, lo mejor que puede ocurrir en la disputa por la alcaldía Cuauhtémoc en la Ciudad de México, es que las autoridades electorales salomónicamente convocaran a nuevas elecciones.

De este modo se terminaría con el pleito que existe entre quienes fueron las aspirantes a este puesto el pasado 2 de junio, la morenista Caty Monreal y la candidata opositora (ganadora), Alessandra Rojo de la Vega.

La alcaldesa electa no tiene nada que perder, sino todo lo contrario, más que ganar, ya que, como ella dice, cuenta con el respaldo popular y por ello conseguiría con facilidad de nueva cuenta el triunfo en esta contienda electoral, que le daría, en primera instancia, una completa legitimidad y se colocaría como una de las mujeres más demócratas, no sólo en la Ciudad de México, sino en todo el país.

La fuerza política y mediática, en caso de una nueva elección, la catapultaría a ser el personaje más visible de la oposición en nuestro país y, de manera natural, empezaría la construcción de su candidatura al gobierno capitalino con altas posibilidades de arrebatarle el triunfo a Morena.

Uno de los consejos que debe darle, -ya que la acompaña en sus protestas- la excandidata presidencial, Xóchitl Gálvez, es que en los actuales tiempos, las candidaturas deben construirse por años, tomando en cuenta que ella misma ha dicho que su derrota fue por la falta de tiempo para que los mexicanos conocieran su imagen y propuesta de gobierno.

Entonces, en las propias palabras de una de sus asesoras, Alessandra Rojo de la Vega debería estar ya trabajando en lo que puede venir en caso de que el Tribunal Electoral de la Ciudad de México decida en los próximos días anular la elección para alcalde de la Cuauhtémoc bajo el argumento de que existió “violencia política de género”.

Lo que Alessandra Rojo de la Vega debe entender es que, en los actuales tiempos, es necesario cuidar el discurso y el modo en que un político se expresa sobre su contrincante y por lo tanto, lo que se ve es que no fue atinada la estrategia que utilizó, puesto que es precisamente esa la que está abriendo el camino a la anulación de la elección.

En caso de que el Tribunal Electoral de la Ciudad de México tome tal decisión, sería el primer hecho de este tipo en la capital del país, y sentaría un precedente importante para futuras elecciones.

Esto no debe ser motivo de preocupación para su equipo y simpatizantes, pues si Alessandra Rojo de la Vega va por una segunda vuelta y gana, sería vista como una de las mujeres con los mejores principios democráticos que existe en el país, y de una vez por todas, acabaría con las sombras que cuestionan su triunfo obtenido el pasado 2 de junio.

En Cortito: Pésima estrategia del Poder Judicial, la de haber optado por la confrontación con un gobierno, cuyo presidente inició y termina con altos grados de aprobación ciudadana (78 por ciento), y una presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, inicia con la legitimidad de casi 36 millones de votos.

En contraste, y ahí faltó un gran análisis autocrítico de parte de quienes dirigen al Poder Judicial, en particular de la ministra presidenta de la Suprema Corte y del Consejo de la Judicatura Federal, Norma Piña, que debieron considerar que cargan con un enorme desprestigio y que el pleito con el presidente Andrés Manuel López Obrador, a la postre les ha traído más negativos que positivos.

El asunto es que ahora, la posición que asumió la presidenta de la Corte pegará de manera directa también a sus trabajadores, quienes verán mermados sus beneficios laborales con la inminente Reforma Judicial que será discutida a partir del primero de septiembre en la Cámara de Diputados.

Lejos de la reforma, lo que vemos en sí, es la venganza del presidente Andrés Manuel López Obrador, que esperó casi 20 años para cobrar factura a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por permitir su desafuero cuando fue Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal.

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