La moda rápida o fast fashion es un término usado en la actualidad en la industria de la moda y se refiere a diseños que salen rápidamente de la pasarela a la tienda y al consumidor, y de ahí, directamente a la basura.
El modelo de este negocio está basado en el deseo que tienen los consumidores de llevar siempre ropa nueva, y para satisfacer la demanda, las marcas del sector ofrecen una gran variedad de ropa, reflejando las últimas tendencias a precios accesibles, haciendo que los consumidores compren cada vez más artículos, provocando con ello el fenómeno del consumo excesivo.
La moda rápida es una de las industrias que más dañan al planeta, ya que la contaminación causada por los tintes usados y los materiales con que está hecha la ropa dañan al ecosistema. Más del 60% del tejido que se utiliza es sintético; estas fibras sintéticas acaban en vertederos y 85% de estos residuos textiles no se puede descomponer.
Otro de los problemas es que la mayoría de la ropa hecha por marcas de moda rápida es fabricada en países con pocas o nulas leyes laborales, además de protagonizar múltiples escándalos por emplear niñas y niños en su elaboración. No es un secreto que a estas personas se les explota con largas jornadas, malas condiciones de trabajo y salarios extremadamente bajos. La industria de la moda es conocida como la industria más dependiente de la mano de obra.
Esta filosofía de la manufacturación rápida a un precio asequible es utilizada por grandes cadenas de moda como H&M, Zara, C&A, Primark, y de la que nos ocuparemos en esta ocasión, Brandy Melville.
El documental producido por HBO y dirigido por la ganadora del Óscar, Eva Orner, Brandy Hellville y el perverso culto a la moda rápida, está basado en un reportaje de Kate Taylor para Insider, donde se analiza la toxicidad de la moda rápida impulsada por la marca juvenil Brandy Melville, plenamente identificada con las adolescentes.
Gracias al éxito de la marca en Instagram, se puede ver un contexto completamente tóxico. La polémica empieza con su política de talla única, creando un efecto psicológico nocivo en sus jóvenes consumidoras. Además de las denuncias hechas por antiguos empleados de racismo sistemático, con las afirmaciones de que los empleados blancos eran los que daban la cara al público, mientras los empleados de color eran asignados a trabajos de almacén y los asiáticos específicamente a trabajar en la caja registradora.
Aunado a esto, la marca también es acusada de copiar el trabajo de diseñadores de ropa independientes, y Stephan Marsan, fundador de Brandy Melville, tiene acusaciones de antisemitismo, discriminación y agresión sexual, entre otras.
El documental incluye la participación de varias personas cercanas a la empresa, incluidos exempleados. Las acusaciones sobre la marca se intercalan con la denuncia de lo nociva que resulta la industria del fast fashion.
Brandy Hellville y el perverso culto a la moda rápida es un trabajo que sirve para crear conciencia acerca de algo con lo cual convivimos todos los días: la moda. Este documental se puede ver en MAX.