Sin pena ni gloria

6 de Octubre de 2024

Dolia Estévez
Dolia Estévez

Sin pena ni gloria

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La designación de Juan Ramón de la Fuente como titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores por parte de Claudia Sheinbaum fue bien recibida por analistas, quienes aludieron a su “combativo” papel en la condena de la invasión rusa de Ucrania. En efecto, en febrero de 2022, con los tanques de guerra de Putin rodando sobre el territorio soberano de Ucrania y el mundo occidental conmocionado, De la Fuente tachó la agresión de flagrante violación a la Carta de la ONU y, como representante de México en la Misión, votó a favor de condenarla. Meses después volvió a votar para reprobar los referendos ilegales y la anexión rusa de los territorios ucranianos. Ambas medidas fueron aprobadas.

Sin embargo, más allá de esos votos pragmáticos, la gestión del futuro canciller en la ONU, quien coincidió con la membresía rotativa de México en el Consejo de Seguridad, transcurrió sin pena ni gloria. Ninguna intervención digna de recordar que quedara en los anales de los discursos memorables del máximo foro mundial. Ningún acto de liderazgo que trascendiera. Algunas de las iniciativas de México fueron buenas, pero efímeras.

En entrevista reciente, De la Fuente se vanaglorió de haber logrado que López Obrador participara en persona en el Consejo de Seguridad cuando México ejerció la Presidencia en noviembre de 2022. En esa ocasión, AMLO propuso un fondo para la “fraternidad y el bienestar” con millonarias aportaciones de las personas y compañías más ricas del mundo y de los países del G-20. Pero el plan fue un fracaso en parte porque se equivocó de foro. Debió haberlo presentado en todo caso en el G-20 o en el Consejo Económico y Social de la ONU.

Hoy nadie se acuerda de la propuesta ni de De la Fuente, cuya presencia en Nueva York se diluyó. Los esfuerzos de la Misión a su cargo se concentraron en elegir a Juan Manuel Gómez Robledo ante la Corte Internacional de Justicia.

Adolfo Aguilar Zínser fue el último representante de México que dejó huella indeleble por su combativa oposición a la invasión de Irak cuando presidió el Consejo de Seguridad de la ONU. Su titularidad también coincidió con una intervención imperial armada no de Rusia, sino de Estados Unidos.

Con argumentos jurídicos y diplomáticos irrefutables, Aguilar Zínser jugó un papel decisivo junto con Francia en impedir que el Consejo de Seguridad avalara la incursión militar, como demandaban Washington y Londres.

Los servicios de inteligencia ingleses instalaron micrófonos en la Misión de México para espiarlo y los diplomáticos estadounidenses fruncían el ceño cada vez que tomaba la palabra. Fue indomable. La BBC conmemoró el quinto aniversario de la invasión de Irak con la serie 10 Days to War, destacando la trayectoria de El Flaco de Oro, para quienes lo conocimos.

Aguilar Zínser demostró que México cuenta y mucho, cuando los ejecutores de la política exterior sirven al Estado, no al ungido en turno.

Es temprano para saber si la política exterior de Sheinbaum seguirá con el falso pacifismo prorruso de Palacio Nacional. En la entrevista que De la Fuente dio a El País, el reportero no le preguntó sobre la guerra rusa contra Ucrania, que amenaza la paz mundial.

De la Fuente debe saber que Putin es un psicópata criminal de guerra certificado por la CPI. Que, como denunció en 2022, violó la carta de la ONU, que sus soldados violan mujeres y masacran a civiles, roban niños ucranianos y diariamente destruyen la infraestructura civil de Ucrania. Y que, expulsado del G-8 tras la anexión de Crimea y fuertemente sancionado por Occidente, hoy es un paria internacional, cuyos únicos aliados son los dictadores belicosos de Corea del Norte, Irán y Bielorrusia.

Nada de eso le importó a Alicia Bárcena cuando, molesta por la exclusión de Rusia en la reciente Cumbre por la Paz en Suiza, rechazó firmar una declaración conjunta reiterando el compromiso de defender la integridad territorial de Ucrania, poner fin a la amenaza nuclear y devolver a los niños ucranianos secuestrados.

El comunicado fue adoptado por 80 países y rechazado por 12, incluidos México, Brasil y Colombia. “Es imperativo que dediquemos esfuerzos diplomáticos para que la Federación de Rusia sea incluida”, dijo Bárcena, en lo que quizá fue su último foro mundial.

¿Qué habría hecho De la Fuente en su lugar? He ahí la incógnita.