¡Queremos votar!

25 de Noviembre de 2024

Dolia Estévez
Dolia Estévez

¡Queremos votar!

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¡Queremos votar! fue el grito desesperado que se oyó desde Montreal y Madrid hasta San Diego y Washington, cuando el Instituto Nacional Electoral (INE) cerró las puertas de consulados y embajadas dejando a miles de mexicanos sin votar. A medida que avanzaba la jornada del 2 de junio y las filas de ciudadanos frustrados no se acortaban, corrió el rumor de que la Cancillería le pediría al INE prorrogar el tiempo. Alicia Bárcena, personalmente o a través de sus colaboradores (su portavoz no respondió mi texto pidiendo aclaración), en efecto hizo la solicitud, pero el INE denegó la petición, alegando que las casillas debían cerrar para no retrasar el cómputo general del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP). La excepción fue España que, por la diferencia de horario con México, cerró en la madrugada.

Esperas de hasta 10 horas tensaron el clima. Para evitar posibles enfrentamientos ante la ola de protestas, los consulados y la embajada en Madrid llamaron a la policía. En el consulado de Washington, llegaron elementos de la división uniformada del Servicio Secreto, a cargo de la protección de las sedes diplomáticas. No hubo arrestos en ningún lado, aunque sí situaciones de mucha crispación que bien pudieron terminar en eso. “¡Corruptos!”, “¡Están preparando el fraude!”, “¡Vendidos!”, gritaba la gente. Entre los que se fueron o no alcanzaron, unas 600 personas se quedaron sin votar en Washington, y en Nueva York, entre dos y tres mil, según testigos.

A diferencia de México, donde Morena arrasó casi con todo, en el extranjero la elección fue más competitiva. De un total de 184 mil 300 votos contabilizados en las modalidades de votación por Internet, correo postal y presencial, Claudia Sheinbaum obtuvo 91 mil 510, Xóchitl Gálvez, 86 mil 520, y Jorge Álvarez Máynez, cuatro mil 430 votos en números redondos. Hubo más votos electrónicos (122 mil 500) y postales (39 mil 640), que presenciales (22 mil 240). Xóchitl ganó el voto presencial en Washington, Madrid, París, Montreal y San Diego. En la capital española obtuvo 90% de la votación presencial. Sheinbaum tuvo mejor desempeño en Nueva York, Chicago y Los Ángeles, donde operan grupos radicalizados por Morena.

En el consulado de la capital estadounidense pude atestiguar que el principal problema para votar fue el programa informático y el equipo de cómputo proveído por el INE, que tuvo “intermitencias” en su funcionamiento (se “caía” periódicamente) e hizo muy tardada la emisión de cada voto. En lugar de tardarse tres minutos, el sistema hizo esperar a cada usuario entre 5 y 10 minutos (a veces más) y ello retrasó la atención y consumió todo el horario disponible.

Otro problema mayor fue que el personal que el INE envió fue insuficiente en número y no capacitado en materia de informática. A Washington envió a tres y a Nueva York a cinco. En varios casos el encargado de informática de los consulados tuvo que acudir en auxilio del personal visitante para establecer comunicación con el área informática del propio INE en México, y tratar de resolver las fallas. Algunas de las tabletas que se colocaron como módulos para votar no funcionaron, lo que empeoró las largas horas de espera.

El equipo del INE debió incluir al menos un experto en informática y el doble de personal asignado. Los funcionarios de casilla, ciudadanos sorteados para serlo, hicieron todo lo que estuvo en sus manos, algunos aguantando los insultos y gritos de los inconformes.

Los problemas en la votación presencial, la primera vez que se practica en el extranjero, desataron el debate sobre la conveniencia de seguir, primero con esa modalidad y, segundo, usando a los consulados y embajadas para implementarla. La alternativa sería alquilar locales, salones y gimnasios para que el ejercicio sea totalmente independiente.

Ante el caos generalizado que se produjo al cierre de las casillas, Roberto Velasco pidió a Arturo Castillo, consejero del INE, que deslindara responsabilidades para que la imagen de la Cancillería no se viera más perjudicada, según fuentes enteradas. No sucedió, pues dentro y fuera de México persiste la percepción de que el desastre fue culpa de los consulados. La crisis que se desarrolló en tiempo real en dos continentes retrató a un INE rebasado, menos confiable e independiente.