El melt down protagonizado por el Cónsul Adscrito en Shanghái, Leopoldo Michel Díaz, es una muestra más del decadente estado en que se encuentra la política exterior y la diplomacia de México bajo el gobierno de López Obrador. En esta ocasión, las “benditas redes sociales” hicieron su magia. Sin poder ocultar más los maltratos al personal y la conducta errática del diplomático, que hacía tiempo había sido denunciado al Comité de Ética de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Alicia Bárcena lo relevó de sus funciones “con efectos inmediatos” luego de que se viralizaron en redes videos con un Michel desencajado repartiendo insultos a diestra y siniestra.
“Me enteré por los medios de comunicación que, según ellos, me han destituido, lo que no me han comunicado oficialmente por lo que sigo siendo legalmente Cónsul Adscrito en Shanghái hasta que me notifiquen”, me dijo Michel por WhatsApp ayer martes. Con menos de tres años para jubilarse del Servicio Exterior Mexicano, “lo más fácil hubiera sido pedirla por anticipado, pero no me voy a salir por la puerta de atrás, después de haber hecho una gestión exitosa en Shanghái y de demostrar que soy uno de los mejores cuadros que tiene el SEM con conocimiento sobre Asia y de China en particular”. A las instalaciones del consulado en Shanghái donde se grabaron los videos no ha vuelto a ir porque desde hace varias semanas no tiene llave de acceso, “no sea que no me abran la puerta”. Niega jamás haber tratado mal a “los de abajo” y dice que los videos son una “patraña” montada por el Cónsul General Miguel Ángel Isidro que puso cámaras “para agarrarme en esa situación después de estarme continuamente provocando y filtrarlos a los medios”.
Michel es un hombre profundamente frustrado, pero, pese a la percepción que proyecta en los videos donde se ve iracundo y fuera de control, no está loco. Tras 40 años en el SEM, 24 con rango de ministro, “merecía un ascenso”, me dijo en conversación telefónica la semana pasada, en la que culpó a Bárcena de su desgracia porque, sostiene, “no fui promovido con un nombramiento de embajador o cónsul general en un país como Indonesia”. Desde julio tiene una notificación para regresar a la Ciudad de México el 10 de septiembre cuando, de acuerdo con la SRE enfrentará un largo proceso disciplinario conforme a la Ley Orgánica del SEM. Mientras, se le pagará su sueldo de ministro, estimado en alrededor de 70 mil pesos mensuales.
Estallidos coléricos como el de Michel y la impunidad con que ocurren no son fenómenos nuevos, lo relativamente nuevo es que trasciendan masivamente debido al Internet. Hay diplomáticos que me dicen recordar, por ejemplo, situaciones en el pasado como los estruendosos gritos de dos embajadores de carrera hacia el personal en Washington; los golpes en la pared de un cónsul en Phoenix; el cónsul acosador de la “mirada lasciva” en Tucson; o insultos de una cónsul recientemente trasladada al sur de California; y las amenazas de la cónsul en Estambul a empleados del consulado gravadas en audios que también se viralizaron.
La selección de mandos diplomáticos y consulares sin el perfil adecuado tampoco es nueva, pero en este sexenio se ha multiplicado. Primero, porque no funcionan las estructuras institucionales creadas para combatir este tipo de violaciones a las normas. Denunciar ante el Órgano Interno de Control o el Comité de Ética de la SRE es un proceso tan embrollado que las medidas disciplinarias casi nunca llegan. Y segundo, porque a diferencia de las otras secretarías, antes de integrar una carpeta de investigación contra algún integrante del SEM, el asunto en cuestión debe ser analizado por la Subcomisión de Asuntos Disciplinarios de la Comisión de Personal del propio SEM, instancia en donde los diplomáticos se protegen entre sí y, lógicamente, los más influyentes logran congelar las acusaciones en su contra.
En este contexto, las camarillas o mafias dentro del SEM se encargan de que elementos cuestionables sean intocables. Cuando una camarilla protege a los suyos, aflora el autoritarismo en agravio de empleados y colegas. El incidente en Shanghái mostró también otra falta de control: la del embajador en Pekín, Jesús Seade, quien aplicó la técnica del avestruz, a pesar de que a él le corresponde la supervisión de los consulados de México en China. Dedicado casi exclusivamente a la promoción del comercio y la inversión, a este sinólogo que se jacta de haber negociado el primer vuelo directo China-México desde la pandemia, no parece importarle el escándalo en Shanghái quizá seguro de que no lo implicará.
Son muchos los miembros del SEM que comparten la frustración de Michel a decir por los mensajes que regularmente me llegan. He abordado los efectos sobre la moral y la disciplina que tiene el empoderamiento de personajes de bajo rango y los nombramientos políticos de individuos ineptos sin preparación, algunos hasta con antecedentes criminales, ya sea por amiguismo, cuotas partidistas o de género, o pago de favores. El video es una alerta contra el riesgo de normalizar la agresión verbal y la amenaza física en una estructura burocrática vertical, caciquil, poco transparente y sin supervisión donde los mandos de embajadas y consulados pueden sustituir su ausencia de autoridad con desplantes de prepotencia frente al personal, violando todo género de normas y derechos. Y es una muestra del fracaso de los canales institucionales que Alicia Bárcena y Marcelo Ebrard desatendieron. Lo sorprendente es que la bomba de tiempo haya estallado en el ocaso del peor gobierno en materia de política exterior y no antes.
@DoliaEstevez