Dentro de todo lo mal que le ha ido a Joe Biden en su campaña para reelegirse como principal morador de la Casa Blanca, hay una tendencia muy evidente por parte de sus estrategas: allegarse el voto de los hispanos.
En días recientes, este esfuerzo se ha magnificado y es muy evidente, tanto en las noticias que emanan del cuarto de guerra del —todavía— presidente y candidato del Partido Demócrata, como de su entorno más inmediato.
Y es que la campaña de Biden busca mantener a toda costa las preferencias históricas de los hispanos por los candidatos demócratas.
Durante la mayor parte de este milenio, los hispanos habían optado por votar por el Partido Demócrata mayoritariamente, pero en casi un cuarto de siglo, esa preferencia ha caído. De acuerdo con una encuesta de Gallup, en 2000 casi 60% de los hispanos se identificaba como demócrata.
Para este año, esa cifra cayó por primera vez en la historia a menos de 50%, recalando en 47%. En contraparte, los hispanos que se definen republicanos son 35%, un nivel altísimo.
El equipo de Biden en su campaña, y dentro de la Casa Blanca, busca convencer a líderes hispanos de que las cosas con el actual presidente nunca han estado mejor para esta comunidad, que con más de 62 millones (datos de Pew Research Center), se ha convertido en la primera minoría étnica de EEUU.
Por un lado, Biden se ha procurado el apoyo de los congresistas hispanos y lo consiguió a pesar de su desastrosa participación en el debate de este mes con Donald Trump.
El caucus hispano le dio su voto de confianza a Biden, pero emitieron una voz de alerta por su estado mental.
Por el otro lado, tanto la vicepresidenta Kamala Harris como la primera dama Jill Biden se han convertido en voceras de la administración Biden ante los hispanos.
Ya sea promoviendo lo que determinan como los “logros económicos” de los hispanos en EU, o cabildeando con gobernadores y legisladores estatales y federales, Harris y Biden son la cara amable con la que los demócratas buscan convencer a los hispanos de no brincar del barco demócrata.
No pasa una semana sin que Jill Biden o Harris asistan con líderes empresariales, políticos o comunitarios a promover logros como el nivel de graduados que han alcanzado los hispanos, la quita a deudas de estudiantes, la creciente actividad emprendedora de esta comunidad, o el apoyo social a los migrantes, en contra de lo que piden los republicanos de más mano dura.
Después de todo, a pesar de décadas, sino es que siglos, de subrepresentación en las esferas política, económica, social y cultural, los hispanos ahora tienen monedas relevantes para jugar en el teatro electoral.
Hay más de 36.2 millones de potenciales electores y generan 3.2 billones de dólares en producto interno bruto (serían la quinta economía del mundo si fueran un país).
Si juegan bien sus cartas electorales en 2024, los hispanos podrán salir con una mejor oportunidad de que su agenda se vea mejor representada, por lo menos en la arena política de EU.
*El autor es experto en el mercado latino de EU y ha sido fundador de diversos medios para México y Latinoamérica