Tras el prematuro debate entre Joe Biden y Donald Trump, ha quedado de manifiesto el evidente deterioro que sufre el presidente de Estados Unidos, dando paso a una tendencia a favor de Donald Trump rumbo a las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, lo que para México puede significar revivir un viejo fantasma.
Históricamente, la relación con los presidentes demócratas y republicanos ha sido ambivalente; algunos mandatos han sido más o menos afines a México. Un punto y aparte fue la entrada en vigor del TLCAN en 1994 y, posteriormente, del T-MEC en 2020. A partir de los acuerdos comerciales, ambas naciones se han consolidado como socios indivisibles, sobre todo después de la pandemia por el Covid-19, con la relocalización de las inversiones estadounidenses principalmente en México.
Ante esto, con Biden hemos tenido buenas y malas. Sin duda, con él se ha revitalizado el Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN), fortaleciendo los lazos comerciales y asegurando una relación estable bajo el T-MEC. Además, su administración ha promovido el nearshoring, incentivando a las empresas estadounidenses a trasladar sus operaciones de Asia a México.
Sin embargo, uno de los aspectos más controvertidos ha sido la continuidad de ciertas políticas migratorias restrictivas, como la implementación del programa “Remain in Mexico”. Además de que han surgido disputas comerciales en el sector energético y automotriz, lo cual ha generado tensiones adicionales en la relación bilateral.
Por otro lado, en la administración Trump las políticas migratorias estrictas, como la construcción del muro fronterizo y los Protocolos de Protección al Migrante (MPP), su retórica anti mexicana y las constantes amenazas de imponer aranceles contra productos mexicanos como medida de presión política, causaron fricciones y una percepción de inestabilidad en la relación bilateral.
Lo positivo con Trump fue la renegociación del TLCAN, que resultó en el T-MEC. Aunque este proceso generó incertidumbre, el acuerdo final estableció nuevas normas que beneficiaron a ambos países, asegurando una mayor estabilidad en el comercio bilateral y modernizando las reglas del comercio, introduciendo el Capítulo 23 laboral, que ha promovido el mejoramiento de las condiciones de las y los trabajadores en México.
Tanto Biden como Trump han tenido impactos significativos en la relación entre México y Estados Unidos, por lo que la fortaleza de esta relación no dependerá de quién esté en la Casa Blanca. La verdadera fortaleza de México radica en su capacidad para adaptarse y prosperar bajo cualquier circunstancia, demostrando que su destino no está exclusivamente atado a las decisiones de sus vecinos del norte, por lo que la llegada de Claudia Sheinbaum a la Presidencia de México, junto con un gabinete sólido, sugiere que México está preparado para manejar las relaciones internacionales de manera más autónoma y eficaz.
Carlos Saavedra
Secretario de Relaciones Internacionales de CATEM
X @carlosdecimo
*La opinión vertida en esta columna es a título del autor.