Este fin de semana, el gobierno ucraniano, encabezado por Volodimir Zelenski, anunció un ultimátum a diversos grupos religiosos vinculados a Rusia. En una nueva ley, el presidente puso nueve meses como plazo para que las asociaciones corten sus vínculos con el régimen de Vladímir Putin, con el objetivo de contrarrestar la influencia del Kremlin en su territorio.
De no cumplir con la nueva normativa, las asociaciones serán clausuradas.
“La ortodoxia ucraniana está dando hoy un paso hacia la liberación de los demonios de Moscú”, dijo Zelenski al dar a conocer la nueva ley, aprobada con 265 votos a favor y 29 en contra.
De manera específica, la ley fue pensada para la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, que históricamente ha estado vinculada a la Iglesia Ortodoxa Rusa. Y aunque la organización ha asegurado que ya cortó todos los lazos con dicha asociación, datos del Servicio Estatal de Política Étnica y Libertad de Conciencia de Ucrania afirman que la relación entre ambas sigue intacta.
Asimismo, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) afirma que la Iglesia Ortodoxa Ucraniana difunde propaganda a favor de Moscú. Más de 100 clérigos de la asociación enfrentan procesos penales por parte de la SBU, y 26 ya han sido sentenciados. Entre ellos se encuentra un clérigo que aprovechó uno de sus sermones para difundir propaganda a favor de Moscú.
La noticia ha generado reacciones en contra por atentar contra la libertad religiosa. Este lunes, el papa Francisco se pronunció al respecto, y solicitó encarecidamente que “Por favor, que no se suprima directa o indirectamente ninguna iglesia cristiana. Las iglesias no se tocan”.