Junto a países como Afganistán, Myanmar y Siria, México es de los principales productores de drogas sintéticas a nivel mundial, y es el principal productor en el continente americano, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés).
De acuerdo con el Informe Mundial sobre las Drogas 2024 de dicho organismo, México suministra “cantidades significativas” de metanfetamina, fentanilo y otros opioides sintéticos a los mercados de Asia oriental, sudoriental y América del Norte.
El aumento en el número de personas en tratamiento a causa de trastornos por el consumo de metanfetamina en la región de América del Norte, particularmente en México, es una de las consecuencias que destaca el informe sobre esta situación.
En ese sentido, organizaciones, autoridades y especialistas coinciden en que la política prohibicionista y la “guerra contra las drogas” ha impulsado la producción y el consumo de drogas sintéticas.
“No queremos repetir la guerra contra las drogas, sino ver el consumo de sustancias como un problema de salud. Es importante y se reconoce el combate a la demanda; sin embargo, al luchar contra las adicciones desde el sector salud y en coordinación con la sociedad, lograremos un futuro mejor para México y a nivel mundial”, reconoció Manuel Quijada Gaytán, titular de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama), en la presentación del informe de la UNODC.
Precisamente en la actual administración se propuso “reformular el combate a las drogas” al señalar que “la estrategia prohibicionista es ya insostenible, no sólo por la violencia que ha generado sino por sus malos resultados en materia de salud pública”, como se indica en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024.
Sin embargo, el hecho de que en México no hay datos actualizados sobre el tipo de drogas que se están consumiendo –pues desde 2017 dejó de aplicarse la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Trabajo–, ha impedido revalorizar un cambio en la política de drogas hacia un enfoque de salud pública.
En la opinión de Jonathan De Vicente, director de incidencia política de la organización México Unido Contra la Delincuencia (MUCD), en el actual sexenio no sólo se mantuvo el enfoque prohibicionista, sino que también se recrudecieron las consecuencias de su implementación.
“La política de la guerra contra las drogas ha generado más violencia, mayores estigmas hacia las personas consumidoras y la aparición de nuevas drogas sintéticas; entonces, lejos de resolver el problema lo han complejizado”, afirmó.
En entrevista con ejecentral, el investigador de MUCD señaló que el creciente consumo de drogas sintéticas se debe a la facilidad con la que se producen, a diferencia de los grandes cultivos de amapola o marihuana, que están estigmatizadas.
“De entrada tendríamos que quitarnos estos estigmas sobre las drogas, porque incluso hay drogas legales que tienen efectos más dañinos para la sociedad, como pueden ser el tabaco y el alcohol”, apuntó De Vicente.
Por una visión distinta
En 2013, Uruguay se convirtió en el primer país del mundo en legalizar la producción y venta de cannabis bajo control estatal.
Entre los beneficios que dicha decisión ha dejado se incluyen: la reducción del mercado ilegal, un acceso regulado y de mayor calidad de la planta, la captación de mayores ingresos para programas de salud y educación en el tema de drogas.
Algo similar ocurrió en Canadá, luego de que en 2018 se legalizó la cannabis para uso recreativo; en el primer año se generaron alrededor de 2.7 mil millones de dólares canadienses en ventas, y se redujo el consumo de opioides sintéticos y otras sustancias peligrosas.
En Portugal, a partir de que en 2001 se despenalizó la posesión y el uso personal de todas las drogas, enfocándose en el tratamiento y la reducción de daños, el número de muertes vinculadas con sustancias ilícitas pasó de 80 en 2001 a 16 en 2012, con una disminución importante en consumo entre los adolescentes.
Para Jonathan De Vicente, en México es posible aspirar a un cambio de enfoque en el tema de drogas, siempre y cuando haya voluntad política para hacerlo, y expresó que un paso fundamental para la generación de cualquier política y acción de regulación de sustancias empieza por tener los datos del consumo actual en el país.
“Un segundo paso es avanzar en la regulación de cannabis. Se ha reconocido que penalizar su consumo es inconstitucional; sin embargo, todavía hay esta gran laguna de la forma en que la obtienes para tu consumo personal, que sigue siendo algo penalizado”.
Y un tercer aspecto sería el replanteamiento de una estrategia de seguridad pública donde se priorice “la atención y la no criminalización de las personas usuarias de diversas poblaciones”.
En ese sentido De Vicente señaló que una adecuada regulación debe favorecer a las comunidades que han sido criminalizadas por la lucha contra las drogas y ofrecerles un “desarrollo alternativo”; y no estigmatizar comunidades indígenas que tienen usos tradicionales de ciertas plantas con efectos psicodélicos como el peyote.
“Necesitamos una perspectiva interseccional en el diseño de esta política, donde incluso México ha respaldado en foros internacionales el contar con políticas de reducción de riesgos y daños. Y generar las campañas enfocadas en la prevención sin estigmas, sin criminalización de las personas usuarias”.
Las expectativas entorno a una nueva política de drogas en el gobierno que encabezará la presidenta electa Claudia Sheinbaum se han renovado con el nombramiento del doctor David Kershenobich al frente de la Secretaría de Salud, así como del próximo canciller, Juan Ramón de la Fuente.
Ambos reconocidos médicos de la UNAM fueron parte del Consejo Técnico para las Alternativas de Regulación de la Mariguana que en 2015 se instaló en el Senado, y han participado en diversos foros sobre alternativas para la regulación de la planta.
Los planteamientos de ambos han sido coincidentes en el sentido de que, por ejemplo, el exrector de la UNAM ha señalado que el esquema prohibicionista no ha logrado disminuir el consumo de ninguna droga.
Mientras que el doctor Kershenobich, exdirector general del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, ha sugerido que independientemente de la legalización del cannabis para uso recreativo es importante estimular la investigación científica y tener más datos duros para algunas atribuciones médicas.
Preocupación mundial:
Uno de cada siete hombres con consumo problemático de drogas a nivel mundial recibe tratamiento. En el caso de mujeres, la atención es para una de cada 18.
En 2022, el consumo mundial de drogas aumentó a 292 millones de personas; un alza del 20% en la última década, dice la ONU.
Según la Conamasa, la atención por uso de metanfetaminas sigue ocupando el primer lugar en demanda por atención en México.
En 2023 hubo 179 mil 342 casos de atención por consumo de sustancias en México: 49.1% solicitó tratamiento por uso de metanfetaminas, seguido del alcohol, con 21.8%; marihuana, con 13.3% y cocaína, con 6.8 por ciento.