En lo que va del 2024, un récord de 165 migrantes han perdido la vida en la frontera entre Chihuahua, Texas y Nuevo México, superando ya los 149 fallecimientos registrados durante todo el año 2023, según lo expuesto por activistas en el Seminario Permanente de Movilidad Humana, organizado por el Servicio Jesuita para Refugiados (JRS).
Este aumento del 10% en las muertes evidencia las condiciones extremas y peligrosas a las que se enfrentan los migrantes al intentar cruzar hacia Estados Unidos. Alejandra Corona, coordinadora del JRS en Ciudad Juárez, destacó la gravedad de esta situación durante el seminario, mencionando que “los registros de encuentros de personas migrantes en la región de El Paso siguen siendo números muy altos, lo que genera una gran preocupación”.
Las autoridades locales han atribuido el incremento de fallecimientos a factores como el calor extremo, la falta de agua y la creciente militarización de la frontera del lado estadounidense.
Estas condiciones obligan a los migrantes a buscar rutas alternativas más peligrosas para evitar las zonas más vigiladas. Dirvin Luis García, jefe de la división de Atención a Migrantes del Consejo Estatal de Población en Chihuahua, señaló: “Es preocupante, en tanto que es una vida, porque es la población a la que nos debemos”.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ya había catalogado en septiembre de 2022 a la frontera entre México y Estados Unidos como “la ruta migratoria terrestre más peligrosa del mundo”, con más de 686 migrantes muertos o desaparecidos el año pasado.
A pesar de que el Gobierno mexicano reporta una disminución del 70% en las detenciones diarias en la frontera desde diciembre, la migración irregular a través de México aumentó un 193% en la primera mitad de 2024, alcanzando más de 712 mil casos.
AM3