Hasta septiembre de 2023 había 2.5 millones de personas dedicadas al trabajo doméstico remunerado en el país, equivalente al 4.2% de las personas ocupadas en México. Sin embargo, el 69.5% no contaba con ninguna prestación laboral.
Considerando que nueve de cada 10 de las personas mayores de 15 años trabajadoras del hogar son mujeres, son más del 71% de las trabajadoras las que no cuentan con alguna prestación, mientras que el 24.3 por ciento no tiene acceso a instituciones de salud, aunque sí a otras prestaciones.
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En el marco del Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, establecido cada 30 de marzo desde el Congreso de Trabajadoras del Hogar realizado en Bogotá Colombia en 1988, datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dan cuenta de las condiciones en las que se encuentra este sector que incluye a personas empleadas domésticas, cocineras, choferes, cuidadoras de personas, vigilantes, lavanderas, planchadoras, así como a quienes se dedican a la jardinería en casas particulares.
Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) al tercer trimestre del año pasado, la población en trabajo doméstico remunerado se concentró en el grupo de edad de los 30 a 59 años, el 71.7% correspondió a mujeres y 63.4 por ciento a hombres.
Seguido del grupo de los 60 años en adelante, en el que el porcentaje de hombres fue mayor en relación con el de mujeres al ubicarse con 20.2 y 13.5 por ciento, respectivamente. En general, las personas trabajadoras del hogar tenían 44.5 años en promedio.
Aunque por nivel de escolaridad las mujeres se ubicaron con un porcentaje mayor al de los hombres de quienes concluyeron la educación primaria y secundaria. Los hombres se ubicaron 12.6 puntos porcentuales arriba de ellas en tener estudios de educación media superior y superior.
El 43.5% del total de personas dedicada al trabajo doméstico había concluido la secundaria, seguido del 25.5 por ciento que terminaron la primaria.
Sin contrato y con ingresos menores
Más del 97.1% de las personas trabajadoras del hogar no contaban con un contrato por escrito, y el 88% de las mujeres se dedicaban al trabajo doméstico, mientras que la mayoría de los hombres, con el 31.5%, se desempeñaban como choferes.
En relación con el nivel de ingresos, el 67.8% señaló tener ingresos de hasta un salario mínimo; 24.2% percibió más de uno y hasta dos salarios mínimos, mientras que el 2.2 por ciento señaló ganar más de dos salarios mínimos.
En ese sentido fueron las mujeres, en un 70.4%, las que percibieron hasta un salario mínimo por encima del 43.5% de los varones.
No obstante, en los casos de quienes percibieron hasta dos salarios mínimos y más de dos y hasta tres salarios fueron los hombres los que se ubicaron por encima de ellas con una diferencia de 14.3 y 6.9 puntos porcentuales en cada caso.
La mayoría de las mujeres (37.9%) cumplía jornadas de 15 a 34 horas a la semana, por debajo se ubicaron quienes laboraban de 35 a 48 horas semanales con el 32.6%; en el caso de los hombres el 45.4% laboró de 35 a 48 horas y un 28.4 por ciento cumplió jornadas por encima de las 48 horas de trabajo a la semana.
Bajo esas condiciones resultan también mujeres las más afectadas en cuanto a la precariedad de prestaciones laborales, pues el 71.3% de ellas se encontraba en esta situación, y en el caso de los hombres abarcaba el 53.1 por ciento.
En el caso de las personas que tuvieron acceso a instituciones de salud y otras prestaciones fueron los hombres los más beneficiados con el 13.1% en comparación con el 2.5 por ciento de las mujeres en esas condiciones.
Al igual que aquellas personas que sólo contaban con acceso a los servicios de salud, donde los hombres se ubicaron con el 3.5% por encima del 1.2 por ciento de las mujeres. JND
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