Tuvieron que pasar 170 días para que el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas lograra emitir una resolución de alto al fuego en la franja de Gaza. Cinco meses en los que han muerto más de 32 mil civiles palestinos, y en los que las peticiones de alto al fuego fueron vetadas por Estados Unidos.
Y aunque por primera vez se logró el llamamiento en el organismo, en la práctica todo sigue igual. Prueba de ello fue la intensificación de los ataques israelíes en la zona norte de la franja de Gaza.
Al respecto, Eduardo Rosales, analista de temas internacionales y académico de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM, detalló para ejecentral que, aunque la resolución es vinculante –lo que la hace obligatoria–, hasta el momento no hay condiciones para sancionar a Israel por seguir cometiendo crímenes de guerra.
“Estamos viendo la incapacidad de las Naciones Unidas para resolver este tipo de conflictos. Ya no está en las posibilidades de la ONU el resolver este conflicto”, señaló.
Y es que, aunque la resolución de alto al fuego es vinculante, lo cierto es que ningún país tiene la capacidad o la intención de hacerle frente a Israel. En el ámbito militar, Rosales recordó que el país es una potencia militar con una gran capacidad nuclear, lo que dificulta el ingreso de tropas, ya sean extranjeras o de la propia ONU.
Asimismo, en el ámbito de sanciones y embargos, el especialista señaló que ninguna nación occidental relevante ha mostrado intenciones de aplicar tal acción. Por un lado, Rusia concentra todos sus esfuerzos en Ucrania, y China intenta mantenerse distanciado de cualquier conflicto internacional. Por el otro, las naciones occidentales como Reino Unido, Francia y Alemania no sólo continúan ofreciéndole armas a Israel, sino que no han interrumpido sus relaciones comerciales y de cooperación en otros ámbitos.
“Mientras no haya una sanción, un castigo efectivo y real en contra de una nación agresora, evidentemente esto sólo son ‘llamados a misa’”, dijo el analista de temas internacionales.
En la lista de países que continúan sus relaciones con Israel, destaca el caso de Estados Unidos. Históricamente, se ha caracterizado por ser su principal aliado, y esta ocasión no es la excepción. El gobierno de Joe Biden no oculta el gran apoyo armamentístico que le ofrece, y aunque también ha emitido algunas recomendaciones a la milicia israelí para que evite asesinar civiles, lo cierto es que este mensaje sólo queda en palabras.
En este sentido, aunque la relación entre Estados Unidos e Israel se encuentra en un momento tenso tras la abstención del primero en la resolución del Consejo de Seguridad, esto no significa que el apoyo se vaya a ver afectado.
“Es una alianza que no se va a romper en su totalidad. Recordemos que Israel recibe más de tres mil millones de dólares al año, y la mayor parte en ayuda militar”, puntualizó Rosales, quien también informó que actualmente, Estados Unidos cuenta con mayor población judía que el propio Israel, lo que a su vez ha fortalecido el lobby sionista, que continúa impulsando el genocidio actual de los palestinos en Gaza y Cisjordania.
De este modo, la única forma de que Israel detenga su ataque a las zonas sitiadas en la franja de Gaza es que Estados Unidos corte de tajo la financiación que le ofrece, una acción que ni siquiera se ha discutido en la ONU, con lo que el fin de este conflicto aún está muy lejos, vaticinó Eduardo Rosales.
Condiciones inequitativas
La resolución del alto al fuego no fue del todo bien recibida. Uno de los principales señalamientos por parte de organizaciones y de los mismos palestinos fue el hecho de que solicitaba un cese de las hostilidades únicamente durante el mes sagrado del Ramadán (del 11 de marzo al 9 de abril), tras lo cual, se retomarían los ataques a ciudadanos e infraestructura civil.
Tampoco se mencionó la posibilidad de que Israel libere a alguno de los más de seis mil presos políticos palestinos, de los cuales cerca de 400 son menores de edad.
La respuesta de Israel, más allá de continuar con los ataques sobre la población civil, fue de indignación. Pocos momentos después de la votación, el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu canceló el viaje de dos de sus principales asesores a Estados Unidos. Tzachi Hanegbi, asesor israelí de Seguridad Nacional, y Ron Dermer, miembro del gabinete de guerra, habían planeado un encuentro con políticos de Washington el mismo lunes 25 de marzo, con el fin de hablar sobre las alternativas a una ofensiva israelí prevista en la ciudad de Rafah, al sur de la franja de Gaza. Tras el anuncio de la cancelación, la urbe fue severamente atacada por las tropas de Israel.
El país también se retiró de las negociaciones de Qatar, que había estado fungiendo como intermediario en los diálogos de tregua e intercambio de rehenes con el grupo Hamás.
“Israel se encuentra en rebeldía y en un plan absolutamente retador”, dijo Eduardo Rosales. “No hay un órgano supranacional (más allá del Consejo de Seguridad, el cual no tiene la capacidad de frenar a este país) que obligue a un Estado. Y si hubiera una situación de sanciones o intervención militar, tenga por seguro que Estados Unidos la bloquearía”.
Los temores de la expansión del conflicto también ya son un hecho. Egipto, Jordania, Líbano, Siria, Arabia Saudita, Irán y Yemen ya se han visto afectados. Asimismo, cada día que transcurre es cada vez más difícil sacar a Israel de la franja de Gaza y del territorio ocupado de Palestina, pues ha seguido extendiendo su territorio a costa de la población nativa.
El académico señaló que incluso cuando el grupo Hamás entregue a todos los rehenes israelíes —algo poco probable, dado que es la única moneda de cambio que podrían tener ante Israel—, los ataques continuarían sin interrupción, ya que Netanyahu y otros funcionarios insisten en que su prioridad es desmantelar a Hamás.
Tal acción es prácticamente imposible, dado que no todos los miembros de esta organización residen en Gaza, además de que debido al historial de ocupación, abuso y limpieza étnica de Israel en estos territorios, la animadversión de los habitantes originarios de Palestina ocasionará eventualmente un nuevo grupo de resistencia. “Si no es Hamás, se llamará de otra manera”, explicó Rosales.
De este modo, los recientes acontecimientos pueden considerarse un capítulo más en la larga historia del conflicto entre Israel y Palestina, el cual seguirá prolongándose indefinidamente, ante el apoyo de Estados Unidos y la incapacidad de la ONU.