Macron, ante el descontento
La designación de un primer ministro en Francia de tendencia conservadora, tras semanas de bloqueo político, no libera al Presidente de las tensiones, pues la decisión enfureció a los partidos izquierdistas, que lograron una mayoría no oficial en la Asamblea
Tuvieron que pasar 64 días desde la disolución de la Asamblea Nacional de Francia, para que el gobierno del presidente Emmanuel Macron nombrara a un nuevo primer ministro, entre las presiones de las tres principales fuerzas políticas del país.
La semana pasada, y tras una serie de encuentros entre consultores y posibles aspirantes, Macron designó al conservador Michel Barnier para el puesto, quien es ampliamente reconocido tanto en Francia como Europa por ser el exnegociador europeo del Brexit.
Con 73 años, el nuevo primer ministro francés se ha convertido en la persona de mayor edad en desempeñar este cargo, y en su curriculum se puede observar una amplia experiencia política, que lo ha llevado a desempeñarse como diputado, ministro en cuatro ocasiones, comisario europeo en dos periodos y como jefe negociador de la Unión Europea para el Brexit.
›Pese a su trayectoria, su nombramiento no está exento de inconformidades. Cabe recordar que la alianza de partidos progresistas y de izquierda, Nuevo Frente Popular fue la que obtuvo la mayor cantidad de votos al asegurar 193 escaños en la Asamblea. Por este motivo no se descarta que establezcan acciones para posicionarse en contra o al menos imponer algunas condiciones favorables a sus valores.
Asimismo, cabe la posibilidad que sea censurado debido a la inconformidad del Nuevo Frente Popular, y sus deseos de tener un representante en el puesto.
Por el lado derechista, Agrupación Nacional (RN) y sus aliados consiguieron la representación de 142 diputados, mientras que la alianza a la que pertenece Macron alcanzó 166 puestos.
Fue precisamente esta distribución de diputados la que ocasionó el bloqueo político, ya que según las leyes francesas, se necesitan 289 escaños para que un bloque político sea considerado mayoría.
Ante las presiones, el mandatario sostuvo consultas tanto con aspirantes como con anteriores primeros ministros, sabiendo que un nombramiento incorrecto podía ocasionar una moción de censura por parte de alguna fuerza política tanto del bloque de izquierda como el de la extrema derecha, ya que ambos son opositores al presidente Macron.
Entre las personalidades con las que se reunió Macron estuvo Xavier Bertrand, exministro del ala derechista.
El también exprimer ministro Bernard Cazeneuve fue otro de los que sostuvo una entrevista con el mandatario, pero al igual que en el caso de Bertrand, se consideró que no cumple con los criterios para desempeñar el cargo.
La inconformidad ha estado presente en todas las alas del espectro político francés. Prueba de ello son los diputados del partido izquierdista Francia Insumisa, quienes anunciaron la semana pasada que buscarán destituir a Macron por “grave incumplimiento de su deber”.
La advertencia se dio después de que la alianza de partidos progresistas y de izquierda, Nuevo Frente Popular solicitara el nombramiento de Lucie Castets como primera ministra, algo a lo que el Presidente se negó, pese a que fue quien obtuvo mayor representación en la Asamblea.
Actualmente, la derecha francesa está encabezada por la extremista Marine Le Pen, quien se vio fortalecida por las trabas que enfrenta el mandatario.
Según la cadena televisiva BFM, hasta antes del nombramiento de Barnier, Le Pen impuso condiciones a Macron: que el nuevo primer ministro respete a su partido, que no se prioricen los temas que considera “ideológicos”, que promueva una ley electoral proporcional –que beneficiaría a RN–, y que el primer ministro electo trabaje en la seguridad, la inmigración y la pérdida de poder adquisitivo de forma preferencial.
Le Pen no fue la única en sacar tajada de la situación. Édouard Philippe, exprimer ministro, aprovechó el momento y anunció su candidatura a las elecciones presidenciales de 2027, bajo Horizontes, su propio partido.
Y aunque por el momento, Macron libró el bloqueo político, el panorama sigue siendo incierto, ya que incluso si Barnier libra la censura por parte de la Asamblea, el presidente se arriesgue a que los partidos de izquierda consideren que el mandatario “desprecia a la democracia” al elegir a un líder conservador pese a que la mayoría –insuficiente–se encuentra en los representantes izquierdistas.
“Nos han robado las elecciones. Es un verdadero escándalo, se están riendo de nosotros (...) si esto hubiera pasado en cualquier otro sitio de Europa, lo habríamos visto deplorable, desde un punto de vista democrático”, expresó Marine Tondelier, líder del Partido Verde.
Por parte del ala encabezada por Le Pen, hasta el momento sólo han comunicado que están a la espera de conocer el proyecto del nuevo primer ministro.
La última vez que Francia vivió un bloqueo político similar fue en 1958, cuando se conformó la Cuarta República francesa. Y aunque en esta coasión, Macron insistió que su prioridad era “el país no quede bloqueado ni se debilite”, muchos señalaron que su negativa a nombrar a un primer ministro obedecía a su búsqueda de control en Francia, en momentos en que su partido ya no es la primera fuerza política.
El presidente aún enfrenta rechazo en buena parte de la ciudadanía por acciones como la reforma a las pensiones, que generó semanas de protestas y disturbios, mismos que podrían volver, ahora a cargo de quienes están en desacuerdo con la designación de Barnier como primer ministro, al considerarla antidemocrática.