Muchas personas con hijas e hijos muy pequeños lo han experimentado últimamente: van a su clínica o a un Centro de Salud y, en lugar de que el infante reciba sus vacunas, los padres se enteran de que no hay biológicos disponibles. Y los menores no reciben la protección que requieren.
También sucede en las escuelas públicas, en donde los directivos se comprometen a promover la aplicación de las vacunas, pero a la mera hora sólo son inoculados los más pequeños, mientras que a los padres del resto de los alumnos se les ofrece una disculpa por el desabasto y se les pide esperar “a que lleguen las dosis correspondientes”.
El Programa Nacional de Vacunación, creado desde el siglo pasado y que llegó a ser un ejemplo a nivel internacional por su cobertura universal, presenta un declive que se inició durante el sexenio de Enrique Peña Nieto y se agudizó en la actual administración, sobre todo a partir de la pandemia de Covid-19.
La caída en la cobertura de vacunación infantil ya tuvo un reflejo en el ámbito internacional. El 18 de julio pasado, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) dieron a conocer los 20 países en donde hay más niñas y niños de los conocidos como “cero dosis”, es decir, que no han recibido ninguna de las vacunas que les corresponderían por su edad. México entró en la lista por tener al 2% de su población infantil (800 mil personas aproximadamente) sin ningún tipo de vacuna.
La caída en la vacunación ha propiciado el resurgimiento de enfermedades que ya se creían erradicadas en nuestro país, como la tuberculosis, el sarampión y la tosferina, un padecimiento que puede ser grave en bebés, del que se dejó de hablar desde hace varias décadas, pero que ahora está de regreso y con mucha fuerza.
De acuerdo con el último reporte del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, entre el 1 de enero y el 27 de julio de este año se habían registrado 209 casos de tosferina, mientras que en el mismo periodo de 2023 los casos fueron 67, lo que representa un aumento de 312% durante este año.
Pero la reducción más alarmante de inoculación sucedió con la vacuna BCG, que previene la tuberculosis. Después de décadas en que los reportes de aplicación eran cercanos al 100%, en 2013 la cobertura se redujo al 91%; en 2019 cayó a 76% y se desplomó hasta 28% en 2020, con la llegada de la pandemia de Covid-19.
Otra enfermedad que se creía erradicada y que ahora acecha a la niñez mexicana es el sarampión, de la cual ya se presentaron varios casos confirmados entre 2019 y 2020.
De acuerdo con datos de la OMS y del Unicef, en México la aplicación de la primera dosis de la vacuna contra el sarampión estuvo durante muchos años por encima del 95% de cobertura –nivel recomendado por los especialistas– pero en 2013 bajó a 89%; en 2019 cayó a 73% y hasta 2023 se mantenía por debajo del nivel recomendado, de 95 por ciento.
Especialistas consultados por ejecentral advirtieron que esto es peligroso, pues se corre el riesgo de que surjan brotes de sarampión con casos propios, no sólo importados, como los de años anteriores, cuando en México llevamos muchos años sin este padecimiento.
Un aspecto que fue fundamental en la caída en los niveles de vacunación fue el cambio de modelo en la adquisición de medicamentos y la inhabilitación de proveedores que en otros años garantizaron el abasto, procesos operados por el entonces subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell.
Pero también hubo un subejercicio de hasta 75% en la materia pues, según el diputado federal Éctor Jaime Ramírez, en 2022 se aprobaron 33 mil millones de pesos para el Programa Nacional de Vacunación, de los cuales sólo se ejercieron siete mil millones. Y en 2023 el presupuesto fue de 14 mil millones de pesos, pero sólo se gastaron tres mil millones.
Activistas en contra del desabasto consideraron que la caída en la cobertura de vacunación y las fallas e insuficiencias en toda la cadena de suministro y aplicación revelan una grave crisis en el sistema de salud.
La tosferina está de regreso
La tosferina o tos convulsiva es una infección bacterial altamente contagiosa que ocasiona una tos violenta e incontrolable que puede durar semanas o incluso meses. Los bebés lactantes tienen mayor riesgo de sufrir consecuencias graves, como insuficiencia respiratoria e incluso la muerte.
Es importante poner las vacunas pentavalente y antineumococo a edades tempranas, porque “ofrecen protección contra enfermedades que se presentan en el primer año de vida, como la tosferina, neumonía y meningitis”, se señala en un informe publicado en febrero de 2022 en la revista Salud Pública de México. La primera de ellas ya se está haciendo notar y con mucha fuerza.
El pasado 22 de julio, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) emitió una alerta epidemiológica por el crecimiento en el continente americano de los casos de tosferina, una infección respiratoria altamente contagiosa causada por la bacteria Bordetella pertussis. La OPS destacó los incrementos que se han dado en Brasil, Estados Unidos, México y Perú.
En nuestro país, de acuerdo con datos del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica de la Secretaría de Salud, hasta el pasado 30 de julio se tenía un acumulado del año de 209 casos de tosferina, mientras que en el mismo periodo de 2023 los pacientes fueron 67 casos, lo que implica un alza de 312% entre un año y otro.
A nivel internacional, el principal indicador de cómo están los niveles de vacunación en un país se obtiene con la cobertura de las primeras dosis de las vacunas contra la difteria, la tosferina y el tétanos (conocidas en conjunto como DTP por sus siglas el inglés), que en México, están incluidas en la vacuna pentavalente acelular.
La OPS explica que el aumento de casos de tosferina se debe al descenso de las coberturas de la vacuna DTP ocasionado por la pandemia de Covid-19; sin embargo, según los datos dados a conocer por Unicef y OMS, en México la aplicación de la primera dosis de la vacuna DTP empezó a bajar desde el 2019, cuando la cobertura fue de 84%, por debajo del límite recomendable, que es 90%; y en 2020 cayó aún más, a 73 por ciento. En 2022 se reportó una recuperación, al llegar a 93%, pero en 2023 volvió a estar por debajo del estándar mínimo ideal.
Cabe señalar que, de las cinco grandes economías de Latinoamérica, las únicas en donde la cobertura de la primera dosis de DTP se ha mantenido por encima del 90% en las últimas dos décadas son Chile y, en menor medida, Colombia, mientras que en Argentina, Brasil y México, las coberturas han estado por debajo de lo esperado. Sin embargo, de esta región, sólo México se encuentra entre los 20 países del mundo con más niños “cero dosis”.
La tuberculosis, amenaza al alza
La reducción de cobertura que más preocupa a los especialistas es la de la vacuna BCG, que previene la tuberculosis. Después de décadas en que los reportes de la aplicación de esta vacuna fueron cercanos al 100%, con un pequeño bache (91%) en 2013, en 2019 la cobertura se redujo al 76% y para 2020 ya era de sólo 28 por ciento.
Las consecuencias fueron casi inmediatas. En el 2021 se presentaron 20 mil 225 contagios y la cifra llegó a 28 mil en 2022, lo que representa un alza del 27.7% entre un año y otro.
La baja a 28% de cobertura es un caso excepcional en América Latina. En ese 2020, las reducciones en Argentina y Brasil fueron de 75% y 73%, respectivamente, mientras que en Chile la aplicación de la vacuna no se redujo de manera notable.
Esta caída de la vacunación al 28% es grave, ya que, de acuerdo con el infectólogo pediatra, vacunólogo e investigador Enrique Chacón-Cruz, “si no se pone al nacer o en los primeros tres meses de vida, la utilidad de la vacuna BCG para prevención de tuberculosis no es tan alta… y en edades posteriores, la utilidad es muy dudosa”.
El sarampión está presente
Chacón-Cruz, quien es miembro del Comité para Eliminación de Sarampión y Rubeola Congénita de la OPS, comenta que el sarampión es “una de las enfermedades prevenibles por vacunación más contagiosas” por lo que, para evitar brotes, “se requiere vacunar al 95% de la población”.
De hecho, explica el también coeditor en jefe de la revista Vaccines Beat, el programa de vacunación contra sarampión en México cambió a raíz de los casos que se presentaron en 2019 y 2020 (cinco mil 173 probables y 20 confirmados, y dos mil 518 probables y 196 confirmados, respectivamente.
La vacuna, que en México se aplica junto con las de rubeola congénita y parotiditis o paperas, “antes se ponía nada más al año (de edad) y a los seis años; ahora se pone al año, se pone un catch up o una segunda dosis al año y medio y luego otra a los seis años. Eso fue una buena estrategia. El problema son las coberturas”, dice.
De acuerdo con los datos de OMS-Unicef, la aplicación de la primera dosis de esta vacuna en México había sido siempre superior al 95%, pero en 2013 bajó a 89% y en 2017 a 76%. Luego se recuperó, pero en 2019 volvió a bajar a 73%, y estuvo por debajo del 95% en 2020, 2022 y 2023.
“Esto es peligroso”, comenta Chacón-Cruz, y agrega que, con coberturas tan bajas, “sí tenemos un gran temor de tener brotes de sarampión, no nada más importados (como los que hubo a principios de 2024), sino también que sean propios, y tenemos muchos años en México sin sarampión”.
Cae cobertura al arranque de sexenios
El patrón de caída en las coberturas en los años 2013 y 2019 —primer año de los sexenios de Peña Nieto y de López Obrador respectivamente— con una ligera recuperación posterior, también se presentó con otras vacunas, como la antineumocócica conjugada, que después de estar en niveles superiores al 90%, tuvo una baja en 2013 (a 84%), pero se recuperó al año siguiente. A partir de 2019 volvió a bajar (86%) y ha tenido sus peores niveles en 2020 (77%) y 2023 (78%).
De manera similar, la vacuna contra la poliomielitis empezó a escasear desde 2013, cuando la cobertura fue de 83%, después de que se mantuvo cercana al 100% durante años. En este caso, aunque hubo recuperación, no se han alcanzado los niveles previos. En 2019 la cobertura contra la poliomielitis volvió a caer (82%) y en 2020 alcanzó su nivel más bajo (72%).
Brasil y Argentina, cada uno a su manera, también han tenido un desempeño deficiente en la aplicación de esta vacuna. Curiosamente, los promedios de sus coberturas desde 2013 hasta 2023 han sido muy similares a los de México: 83.5% en Brasil, 83.7% en Argentina y 83.9% en México, pero todos son menores a los de Colombia (90.1%) y Chile (94.5%).
Situaciones similares se dieron con las coberturas de las vacunas contra la hepatitis B y la bacteria Haemophilus influenzae tipo b (que no debe confundirse con el virus de la influenza), aunque la primera representó el caso más dramático, ya que la aplicación empezó a caer desde el 2013. Y a diferencia de otras, no tuvo una verdadera recuperación en 2014.
Después la caída fue más pronunciada, especialmente entre 2017 y 2019, años en que la cobertura fue menor a 60 por ciento. En años posteriores se dio una recuperación y para 2023 la cobertura ya fue de 83 por ciento.
Las que nos faltan
Enrique Chacón-Cruz comenta que actualmente en México se tiene una de las peores cartillas de vacunación de Latinoamérica, ya que además de las bajas coberturas, faltan vacunas esenciales, como la de la varicela.
“Tengo un estudio que demuestra que nos ahorraríamos muchísimo dinero, además de salvar vidas vacunando contra la varicela”, dice, y agrega que también faltan vacunas contra enfermedades importantes, como la hepatitis A y el dengue.
“Tenemos muchísimo dengue”, agrega el experto, “y hay vacuna en países como Brasil, Argentina, Chile, Costa Rica, Uruguay; no estoy hablando de países de primer mundo, son latinoamericanos”, expone el investigador.
De acuerdo con datos de la Dirección General de Epidemiología de la Ssa, hasta el pasado 27 de julio se habían confirmado 28 mil 661 casos de dengue, con 76 muertes, lo que significa que la incidencia se cuadruplicó respecto al mismo periodo del año pasado, cuando los casos fueron siete mil 295, con 13 decesos.
María Elena Durán Lizárraga, profesora investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), además de mencionar que la vacuna del tétanos se tendría que reforzar cada 10 años y que la de hepatitis A está asociada a riesgos profesionales (por lo que podría ponerse a adultos), plantea que la vacuna del dengue sea regionalizada en zonas de alta incidencia.
Al respecto, los datos del Panorama Epidemiológico del Dengue muestran que en la semana 30, los estados con más incidencia fueron Colima (181.8 casos por cada cien mil habitantes), Guerrero (117.2), Nayarit (106.9), Tabasco (105.7) y Morelos (104.9); mientras que entidades como Tlaxcala, la Ciudad de México, Baja California o Chihuahua tienen una incidencia de cero.
La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) aprobó desde diciembre de 2015 una vacuna contra el dengue, “después de acreditar calidad, seguridad y eficacia terapéutica en un protocolo global en el que participaron más de 40 mil pacientes, entre ellos mexicanos”, según informó en un comunicado.
“Con este registro, México se convierte en el primer país en contar con una vacuna contra el dengue dentro de su gama de opciones para el combate al dengue”, señaló Cofepris hace más de ocho años. Sin embargo, tal vacuna no está en los inventarios oficiales, porque la Ssa no la compra.
Jesús Felipe González Roldán, expresidente de la Sociedad Mexicana de Salud Pública, coincide con Durán en la importancia de las vacunas para adultos, pero mientras la académica de la UACM dice que será necesaria una cartilla para adultos desde los 18 años, González Roldán enfatiza la necesidad de “incorporar ya el esquema para adultos mayores y grupos de riesgo”.
“Estoy hablando de Covid, de influenza, de neumococo, de meningococo, de herpes en algunos casos... ya hemos visto, como en el caso de influenza, como con el Covid, que es necesario proteger a este grupo de edad y a los pacientes con enfermedades crónicas”, expresa.
Recuperar las jornadas de vacunación
González Roldán, quien es especialista en Epidemiología y Salud Pública, con estudios en Administración Pública y Gestión Hospitalaria, comenta que para mantener altas las coberturas vacunales en México, lo primero es, por supuesto, “garantizar el abasto del biológico”, puesto que “en el 2019 perdimos esa línea que traíamos ya de abasto de biológicos”.
Para garantizar el abasto, señala, “lo ideal son las compras centralizadas como se plantea actualmente, pero sobre todo compras centralizadas que te permitan no comprar año por año… ahora que vamos a empezar una administración, pues puedes hacer compras multianuales de cada tres años para comprar la vacuna más costoefectiva y más costobenéfica para nuestras niñas y niños”.
Esto requiere, añade el experto, “que los presupuestos se utilicen para la vacunación y no se vean como ahorros mal entendidos en términos de que me ahorré dinero porque no compré las vacunas suficientes”. Agrega que en México nacen alrededor de un millón 800 mil niñas y niños cada año, y “se tiene que garantizar la compra de vacunas para todos”.
Para el también exdirector general del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece), aunque hay muchos temas pendientes en salud para la próxima administración, ninguno es más importante que la vacunación.
“En octubre del 2019 perdimos lo que eran las Jornadas Nacionales de Salud. Sí hubo, pero como no había vacunas, no se aplicaron en ese octubre”, por lo que sería importante realizar jornadas de vacunación en octubre y noviembre de 2024, “y garantizar para 2025 realizar las jornadas nacionales que se consideren necesarias para recuperar los niveles de vacunación”.
Recuperar la producción local
El especialista considera “importantísimo recuperar la producción local (de vacunas) hasta con fines estratégicos y de seguridad nacional”, tras recordar que el Laboratorio de Biológicos y Reactivos de México (Birmex) hacía vacunas y que el Instituto Nacional de Virología hacía investigación que servía de base para esa producción.
Coincide con María Elena Durán en que se deben recuperar esas instituciones (Birmex aún opera, pero sin capacidad de producción) y considera necesario “fortalecer mucho los procesos de investigación en las universidades públicas, sobre todo en las áreas de salud”, y llevar sus resultados a una escala industrial.
González añade que la investigación y la producción de vacunas se debe hacer “con una visión gerencial” y priorizar las que más se necesitan, como en estos momentos la vacuna contra el sarampión.
Remarca que los laboratorios privados “prefieren producir vacunas que tengan un margen de utilidad mayor” y dejan las otras, por lo que la producción interna por parte del gobierno permitiría tener todas y “abatir todavía más los costos e inclusive, poder apoyar a Centroamérica o a Sudamérica”.
Chacón y Durán consideran que en el tema de la salud y las vacunas la sociedad también tiene una parte importante. “Somos mucho de hablar mal de los gobiernos, y sí hay que señalar lo que hace mal el gobierno”, dice Chacón, pero agrega que la sociedad también tiene que tomar una participación activa.
“Después de la pandemia, la gente ya no quiere saber nada de vacunas. Entonces este problema de bajas coberturas, gran parte es responsabilidad del gobierno, sí, pero también es responsabilidad de la sociedad. La sociedad debe creer en las vacunas, debe de ir a vacunarse, no nada más esperar a que lleguen a tu casa a ponerte la vacuna”, enfatiza.
Crisis de salud pública
Especialistas en temas de salud y activistas en contra del desabasto coinciden en que la caída en la cobertura de la vacunación representa una crisis de salud pública en nuestro país.
“Hubo una falta de insumos y de recursos en todo el proceso, que implica el personal vacunador, la red de frío, jeringas, todo lo necesario para aplicar las vacunas; es una prioridad nacional y se ha ido descuidando de manera muy importante en los últimos años”, subraya Andrés Castañeda Prado, coordinador de Salud y Bienestar del colectivo Nostrxs.
“Se encimó la pandemia (de Covid-19) y eso nos hace tener que redoblar los esfuerzos. Apenas hace un año se implementó una campaña para alcanzar el desfase que traíamos, es una política pública muy necesaria que llega tarde, pero esperemos que empiece a corregirlo”, apunta.
Dicho esfuerzo tendría que implicar alcanzar coberturas de vacunación del 100% para este 2024, porque el año pasado esto no ocurrió y en muchos casos, en muchos biológicos, las coberturas se volvieron a caer, señala, en entrevista con ejecentral.
“La vacuna contra la tuberculosis no nos protege de la tuberculosis en sí misma, sino que nos protege de los casos graves, que sí los tenemos en aumento”, alerta el especialista en Salud Pública, Gestión en Salud y Políticas Públicas.
Los más pobres, los menos protegidos
El médico y diputado federal del PAN, Éctor Jaime Ramírez Barba, señala que “estas coberturas de vacunación, si bien son bajas, son mucho menores en las poblaciones indígenas, en las zonas rurales y en aquellos lugares donde hay bajo ingreso económico. Esto agrava claramente las disparidades, porque la gente más pobre tampoco tiene tanto acceso a los servicios de salud”.
Una consecuencia de la baja cobertura de vacunación, menciona, es que se ve comprometida “la inmunidad de rebaño”, lo cual facilita la propagación de enfermedades infecciosas a gran escala.
El también expresidente de la Asociación Mexicana de Cirugía General alerta sobre los impactos que se podrían presentar a largo plazo, por ejemplo, en el caso de que las niñas no sean vacunadas contra el Virus del Papiloma Humano (VPH).
“No son efectos inmediatos como un brote de sarampión o de meningitis tuberculosa que dañan severamente al niño e incluso le puede causar la muerte, sino cánceres en un futuro. Lo que protege la vacuna contra el VPH es que no haya cáncer en un futuro”, precisa.
Falta de planeación
Desde el primer año de este gobierno se dio una baja en la cobertura de vacunación infantil, en parte por escasez de biológicos a nivel mundial y en buena medida por decisiones tomadas desde la administración pública, como el cambio en el modelo de compra y la descalificación e inhabilitación de empresas que durante años garantizaban el abasto.
Fue el caso de Laboratorios Imperiales Pharma, empresa con la que hasta 2019 el Gobierno federal aún tenía contratos para la compra de la vacuna BCG, pero que un año después fue inhabilitada por dos años por la Secretaría de la Función Pública.
Según declaró el entonces subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Ssa, Hugo López-Gatell Ramírez, operador de esa política, el cambio en el modelo de adquisición de medicamentos y vacunas se dio para evitar que empresas intermediarias le vendieran al sector salud, pues era “uno de los vicios heredados” que debían erradicarse.
Otro hecho relacionado con políticas públicas que el Consejo Nacional de Vacunación no ha sesionado las veces que debería ni ha tenido el papel que debería tener, lo cual “es preocupante”, apunta Andrés Castañeda, coordinador del informe Mapeo del desabasto de medicamentos en México, de los colectivos Cero Desabasto y Nosotrxs.
El doctor Éctor Jaime Ramírez cuestiona: “¿Cuándo fue la última vez que se supo de una Semana Nacional de Vacunación? No las hay, porque se suspendieron, y revela algo más delicado: el presupuesto para el Programa Nacional de Vacunación registra un subejercicio del 75 por ciento.
El legislador puntualiza que, en 2022, de 33 mil millones de pesos que se presupuestaron para esa finalidad, solamente se ejercieron siete mil millones. En 2023, de 14 mil millones de pesos sólo se gastaron tres mil millones, y habrá que ver cuánto de los 14 mil millones de pesos de este 2024 se terminarán por ejercer.
“No están utilizando dinero para comprar vacunas, para distribuirlas, para utilizar el Sistema Nacional de Vacunación. Esto hace que la (baja) cobertura sea el efecto; la causa raíz es la mala planeación, la negligencia y evidentemente el desprecio por la salud de los mexicanos”, enfatiza.
Ramírez Barba acusa: “Esta incapacidad, esta negligencia de no saber cómo preparar toda la demanda de medicamentos que van a ocupar, de hacer buenas licitaciones, ha hecho que compren menos y a un sobreprecio impresionante. La opacidad y la corrupción claramente marcan lo que está ocurriendo en el tema de medicamentos y vacunas”, y añade que respecto a la vacunación, el Gobierno federal ha cambiado de estrategia en al menos seis ocasiones.
Éctor Jaime Ramírez recordó que en primera instancia el gobierno decidió que la autoridad encargada de la compra de vacunas sería la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda; después iba a ser el hoy extinto Insabi; luego el propio Insabi y la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos de la ONU (UNOPS); después la Secretaría de la Función Pública, luego Birmex y la Megafarmacia, y ahora otra vez el IMSS está empezando a licitar junto con Birmex.
Recordó también que, ante la exigencia ciudadana por la falta de vacunas y medicamentos, como en su momento ocurrió con las manifestaciones de padres de niños con cáncer, hubo “insensibilidad”, del gobierno, como cuando el entonces subsecretario de Salud, López-Gatell, calificó de “mentiras” con “fines golpistas” las denuncias sobre el desabasto.
“México fue el campeón mundial de personal de salud muerto porque nunca tuvieron equipo de protección ni vacunas; 800 mil muertos, 800 mil hogares enlutados por la falta de un sistema de planeación y de promoción para el manejo del Covid, no puede ser politización”, remarcó.
Ante ello, subrayó: “Cuando tienes que recurrir a la Suprema Corte de Justicia para vacunar a todo el sistema de salud privado, cuando tienes que recurrir a la Corte para vacunar a todos los niños contra el Covid y para que dejen de poner vacunas caducas como lo siguen haciendo a la fecha, pues claramente hay una insensibilidad, un austericidio republicano y una corrupción galopante”.
Para Andrés Castañeda, el origen de este desabasto en vacunas, cuando México se caracterizaba por su eficiencia en esta intervención médica, responde a “la falta de entendimiento profundo de todo lo que es el sistema de salud, de su organización y de los modelos de adquisición de los medicamentos.”
Afirma: “Se actuó con prejuicio, sin mucho entendimiento. Hubo cierre del diálogo y eso tuvo consecuencias fuertes para la población. Afortunadamente, pues se ha ido corrigiendo el rumbo y ya para el cierre de la administración hay mejorías importantes, no sin antes decir que hubo una caída brutal en 2020, 2021 y 2022 en el abasto de medicamentos e insumos”.