La portada | Las iglesias y su mano en la sucesión presidencial del 2 de junio
Obispos católicos se suben al tema de la seguridad para tratar de obtener liderazgo, coinciden expertos; grupos cristianos mueven sus piezas y pulsan la contienda para decantarse hacia un lado u otro
Antes de la reunión con la jerarquía católica, el pasado 11 de marzo, el equipo de campaña de Claudia Sheinbaum analizó tres escenarios. Uno, no presentarse al evento y así desconocer el diagnóstico sobre la “crisis de inseguridad” en el país; dos, acudir pero llevar sus propias líneas de acción para combatir la criminalidad; y tres, hacerse presente, pero firmar el documento episcopal bajo protesta, con el objetivo de no ceder toda la cancha al clero, que busca tener un papel protagónico como nunca antes en la sucesión presidencial.
Las discusiones al interior del cuarto de guerra de la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México fueron intensas, pero al final se impuso la tercera vía. Fuentes cercanas al equipo de campaña relataron a ejecentral que en el cálculo de los asesores de la candidata presidencial de Morena estuvo presente la necesidad de frenar el protagonismo de los jerarcas, pero sin herir susceptibilidades dentro de la comunidad católica, mayoritaria en el país.
Expertos consideran que el factor religioso no siempre es una veta que convenga explorar para obtener votos durante una contienda electoral en México debido al carácter laico del Estado. Sin embargo, varios hechos ocurridos en las primeras semanas de la campaña rumbo al 2 de junio muestran que los candidatos presidenciales sí están interesados en obtener el voto religioso, el cual buscan de manera discreta, soterrada, mediante acercamientos privados —y pocas veces públicos— con líderes de las diferentes asociaciones, pero sin dirigirse abiertamente a las feligresías.
Un ejemplo del protagonismo de la Iglesia Católica y del interés de los aspirantes presidenciales por el voto religioso son las audiencias privadas que el papa Francisco concedió en una misma semana, a las candidatas Xóchitl Gálvez, de la alianza PAN-PRI-PRD y Claudia Sheinbaum, de Morena-PT-PVEM, algo inédito.
En el equipo de campaña de Xóchitl Gálvez todavía no tienen claro si dentro del gobierno federal hubo alguna intervención para que Sheinbaum lograra, de último momento, una audiencia con el papa Francisco el pasado 15 de febrero, luego de que la hidalguense diera un golpe mediático ese mismo día al exhibir una foto en la que aparece con el pontífice.
El plan de la candidata del bloque opositor era aprovechar su viaje por Europa y “madrugar” a su oponente al ser la primera candidata presidencial en ser recibida por el máximo jerarca del catolicismo, religión que profesa el 77% de la población mexicana.
No obstante, en una rápida maniobra diplomática, el cuartel morenista logró que el pontífice recibiera también a Sheinbaum apenas dos días después, sin que hasta el momento se sepa si fue gracias a una gestión del embajador de México en El Vaticano, Alberto Barranco, o de la canciller Alicia Bárcena, que Francisco optó por el equilibrio y entrevistarse con ambas.
Ante la vivacidad morenista, Gálvez trató de sacarse la espina y en una serie de mensajes por la red social X buscó diferenciarse de Sheinbaum —quien se ha declarado “no religiosa”— al enfatizar palabras clave como “mi fe”, “mi familia católica”, “profundas convicciones” y que sus motivaciones para ir a la Santa Sede fueron “personales”, más que políticas.
Y aunque el candidato de MC, Jorge Álvarez Máynez, no acudió al Vaticano, no se quedó fuera del debate, pues criticó veladamente a sus contrincantes al decir que no se vale “ladearse” al visitar al líder mundial de una iglesia y no reunirse con los de otros credos.
“Me parece respetable si ellas tienen en su prioridad viajar al Vaticano; yo estoy viajando a los lugares de México, conociendo los problemas y las soluciones que necesita México”, expresó.
El clero cambia bandera
Independientemente de quién gane, los comicios presidenciales de 2024 ya hicieron historia al ser los primeros en que un Papa recibe a las dos principales contendientes, y por ser los primeros en que la Iglesia Católica fija posicionamientos que la colocan como un actor más dentro del proceso electoral, con un claro sesgo hacia el bloque opositor.
“La Iglesia Católica le apostó a la oposición al actual gobierno”, afirmó el antropólogo Elio Masferrer, investigador especializado en las relaciones entre religión y política, quien destaca que el clero llegó a este proceso electoral sin sus tradicionales banderas de rechazo al aborto y a las uniones entre personas del mismo sexo, temas que ya han sido despenalizados por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y tribunales locales.
“En este escenario, la Iglesia Católica se saca de la manga lo de la inseguridad y dice ‘vámonos con este argumento para recuperar algo de liderazgo’”, agregó el experto, en alusión a la condena pública que han hecho los obispos de la elevada incidencia de homicidios y a los Compromisos por la Paz, documento elaborado por el clero católico para evidenciar “la profunda crisis de violencia y descomposición social que aqueja a nuestra nación”, que fue firmado por los tres contendientes por la Presidencia.
“Obviamente, en términos generales, el diagnóstico (del documento firmado) coloca al Episcopado del lado de la oposición”, coincidió el sociólogo e historiador Roberto Blancarte, especializado en religión, laicidad y democracia.
“Todo lo que vimos en la firma de los Compromisos por la Paz sí es un intento muy claro por incidir en la contienda electoral, pero más que desde una agenda religiosa o estrictamente eclesial, lo que el Episcopado hizo fue posicionarse en materia de seguridad, un poco como para empatar con las preocupaciones que tiene la sociedad civil sobre el tema”, expuso el académico de El Colegio de México.
Para el analista de temas religiosos y asesor de iglesias cristianas evangélicas, Óscar Moha, “desde los púlpitos, desde las oficinas y desde las calles, la jerarquía católica va a apoyar a Xóchitl Gálvez no sólo en lo religioso, también en lo económico, en lo político, en lo social y en lo cultural, porque de plano su candidata no es Claudia Sheinbaum”.
Agregó que los obispos “saben que si Sheinbaum llega al poder, el trato va a ser menos terso que con Andrés Manuel López Obrador y que los privilegios se los van a reducir todavía más”, en referencia a la pérdida de interlocución que experimentaron las élites católicas con el poder político durante este sexenio.
Obispos recobran presencia
Pero el activismo de la Iglesia Católica no ha quedado en los pronunciamientos contra la inseguridad. Según Óscar Moha, colaborador de ejecentral, los obispos están rebasando el umbral del trabajo pastoral e invadiendo la esfera gubernamental al reunirse con líderes de las bandas criminales para pacificar regiones en estados con problemas de violencia.
“La jerarquía católica está haciendo, hasta cierto punto, la chamba que le tocaría al gobierno, que es tratar de calmar la situación en varios estados del país”, opinó el también dirigente de la asociación civil Libertad y Dignidad, enfocada en la defensa de los derechos humanos.
“Si el presidente puede saludar a la mamá del Chapo Guzmán, los obispos y pastores no ven por qué ellos no puedan reunirse con los capos para tratar de calmar la situación. También hay pastores evangélicos que tienen esa labor en algunos estados del país, de manera subrepticia, pero sí lo hacen”, detalló.
Para Roberto Blancarte, la relación de la Iglesia Católica con López Obrador ha pasado del amor al odio. “López Obrador era lo que siempre había querido la iglesia: un Presidente que se manifestara como cristiano y que desde allí tratara de establecer políticas públicas. Pero a la mera hora se da cuenta de que no es tan fácil, porque López Obrador es alguien que en el fondo, está disputándole su espacio como intermediario en lo religioso”, comentó.
Pero ante la ola de violencia y, sobre todo, después del asesinato de los jesuitas en Chihuahua, “los obispos lograron dar un vuelco a esa situación al combatir la política de seguridad y al incursionar en la intermediación con el crimen organizado, pues eso convierte a la jerarquía católica nuevamente en un actor relevante en la vida social y política del país”, añadió.
¿Qué efectos puede tener el activismo de la Iglesia? Es difícil de saber. Según Blancarte, las encuestas indican que un bajo porcentaje de la población, de los creyentes, piensa que es necesario orientarse en materia de voto por lo que les dice su sacerdote o su pastor. Agregó que el votante mexicano es mayoritariamente laico y desconfía de los ministros de culto que tratan de influir en las decisiones políticas de su feligresía.
Candidatos y creencias
Una de las novedades que trae consigo el actual proceso electoral es que por primera vez están más o menos claras las creencias de los tres principales contendientes, rasgo que en otros tiempos prefería mantenerse en el ámbito privado.
Claudia Sheinbaum, de la alianza Morena-Verde-PT, étnicamente es de origen judío, aunque no profesa dicha religión, y de hecho mantiene cierta distancia de ella, además de que en diversas entrevistas se ha definido como “no católica” y “no religiosa”. En el otro extremo está Xóchitl Gálvez, del bloque PAN-PRI-PRD, que tiene raíces indígenas y se define como una “católica de profundas convicciones”.
Y quien mantiene un perfil más laico es el emecista Jorge Álvarez Máynez, abanderado de Movimiento Ciudadano, lo que no evitó que aprovechara la firma del Compromiso Nacional por la Paz promovida por el Episcopado, al cual felicitó por “asumir una posición de liderazgo en medio de la tragedia, en medio del horror que hemos dejado que vaya habitando este país, que vaya carcomiendo la República”.
›Desde el punto de vista de Elio Masferrer, a pesar de no seguir el culto de la mayoría de los mexicanos, Sheinbaum ha sabido manejar el tema al mostrarse respetuosa de la religiosidad de los mexicanos y convivir, por ejemplo, con la devoción hacia la Virgen de Guadalupe.
“El hecho de que el papa Francisco las haya tomado en cuenta y se haya reunido con las dos candidatas es un gesto de imparcialidad del Vaticano, pero es un logro para Claudia, que fue la más beneficiada en términos objetivos para un voto que podría ser temeroso de alguien de otra religión o que no profesa ninguna”, explicó el antropólogo.
“Francisco recibe a las dos candidatas y además se reservó las fotos para lanzarlas en forma simultánea. Y encima le bendice una rosa de plata y va muy propia Claudia a llevarla a la Basílica, y la recibe el rector de la Basílica”, detalló Masferrer, quien piensa que, si bien Sheinbaum no tiene el perfil religioso y paternalista de López Obrador, ha sabido transmitir un ánimo de convivir con las creencias del pueblo.
Respecto al duelo de tuits después de que se publicara la visita de las candidatas a la sede vaticana, Masferrer opinó que fue Sheinbaum quien mejor interpretó al papa Francisco en lo conceptual, en alusión a que la morenista citó las encíclicas del pontífice en las que hace referencia a la razón de ser de la política, el bien común y los deberes ante el pueblo.
A su vez, Xóchitl Gálvez aprovechó la reunión con el sumo pontífice para reafirmar su “fe por Dios y la Iglesia Católica”. Y para recalcar la diferencia de perfiles respecto de Claudia Sheinbaum. Enfatizó que “para mí y para mi familia fue una experiencia muy emotiva, ya que tenemos profundas convicciones católicas desde hace muchas generaciones”.
Sobre esta autodefinición, el analista Roberto Blancarte consideró que Gálvez “es católica como buena parte de los católicos mexicanos, es decir, es católica a su manera, lo que no significa necesariamente seguir al pie de la letra los dictados y la doctrina de la jerarquía”.
El académico recordó que la candidata de oposición ha defendido el derecho de las mujeres al aborto y apoya el matrimonio homosexual, posturas que no se acercan a la doctrina católica, pero “eso no le quita a ella que sea católica y que reclame su catolicidad; insisto, como la mayor parte de los mexicanos, que pueden ser muy católicos, pero pueden ser incluso muy anticlericales”.
Sobre la posibilidad de que el factor religioso pueda figurar en el debate político, Blancarte apuntó: “Sin duda, Xóchitl Gálvez puede jugar su carta de catolicismo más que Claudia, lo que la acercaría al 77% de la población mexicana, pero hasta ahora no lo ha hecho, han sido menciones aisladas. Pienso que ninguna de las dos parece querer jugar el tema de lo religioso como algo central en sus posturas, porque en el fondo ninguna de las dos es profundamente religiosa”.
El voto evangélico
Pero la jerarquía católica no es la única que está moviendo sus piezas rumbo a la elección del 2 de junio. Las iglesias cristianas y evangélicas, que han mostrado un ascenso acelerado en las últimas tres décadas, también han comenzado a reunirse con los candidatos para expresarles sus necesidades y están tomando el pulso de la contienda para decantarse por alguna opción.
Óscar Moha, asesor de asociaciones religiosas cristianas y experto en el tema, detectó que hay tres grupos dentro de esta corriente. Reveló que se ha incrementado el activismo de los “grupos provida”, que ven a Morena como un promotor de la “cultura de la muerte”, entre otras cosas por ser el partido promotor de la llamada “ideología de género” y tolerante frente al aborto.
“Ellos ven en Xóchitl Gálvez la mejor opción; la han invitado ya dos veces de manera oficial y ella ha asistido a reuniones con ministros de culto cristianos evangélicos y le están dando un cheque en blanco. Es un activismo que no se había visto por parte de las iglesias evangélicas más conservadoras”, puntualizó.
Otro grupo de evangélicos, según Moha, está a favor de que Sheinbaum pueda llegar a ser presidenta. “Ven con buenos ojos que sea una mujer, creen que puede hacer un mejor papel que el presidente López Obrador para apoyar a los grupos desprotegidos y minimizar la corrupción”, dijo.
El tercer grupo, el más numeroso de todos, es el de los indecisos. A diferencia de lo que ocurrió hace seis años, cuando el voto evangélico se volcó hacia López Obrador, en esta ocasión dicho segmento no tiene claro qué opción seguir.
En 2018, el Partido Encuentro Social (PES), encabezado por Hugo Eric Flores, jugó un papel clave para encauzar el voto evangélico hacia la alianza que encumbró a López Obrador. Sin embargo, tres años después la agrupación perdió el registro, lo que demuestra que el voto evangélico a favor del obradorismo que se detonó en 2018, se desplomó en 2021.
El dirigente Hugo Eric Flores intentó refundar su instituto político, ahora con el nombre de Partido Encuentro Solidario, el cual tiene registro local en varias entidades federativas, pero no se ha visto que juegue un papel preponderante dentro de la alianza que respalda a Sheinbaum.
“Hugo Eric Flores ya perdió todo lo que tenía. Primero fue priista, después pasó a Convergencia (ahora MC), luego se volvió panista, más tarde regresó de nuevo al PRI, hasta que finalmente hizo su partido. En 2018 se adhirió a la campaña presidencial de López Obrador, luego echó pestes contra él y ahora es candidato a diputado por Morena, pero ya no tiene el mismo peso moral que tenía, ya no reúne ni a 100 personas”, sentenció Moha.
Génesis de una fractura
El punto de quiebre en la relación entre la Iglesia Católica y el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ocurrió el 21 de junio de 2022, cuando fueron asesinados los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora en el municipio de Urique, Chihuahua, a manos de presuntos narcotraficantes.
Cuatro días después del crimen, durante la misa de cuerpo presente de los sacerdotes acribillados, el párroco Javier Ávila —el principal líder espiritual de la Sierra Tarahumara— pidió al presidente López Obrador revisar su proyecto de seguridad pública, porque “no vamos bien y esto es un clamor popular”. Y machacó: “Los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir tantos balazos”, en franca oposición al esquema del mandatario para enfrentar la violencia.
El Presidente dio acuse de recibido de ese y otros mensajes y, el 5 de julio de ese año, en su conferencia matutina, señaló que “no puede (...) un sacerdote, un obispo, un pastor, decir que se debe responder la violencia con la violencia; es la ley del talión, es el ojo por ojo, el diente por diente. No”.
Y agregó: “Nosotros lo que estamos atendiendo son las causas de la violencia. No se hacía así antes, era el predominio de las medidas coercitivas, el uso de la fuerza, eso era lo que se ponía por delante y eso, regresando al papa Francisco, es antirreligioso; todo lo que tiene que ver con la violencia es anticristiano, teológicamente hablando”.
Así, el Presidente que se asume como cristiano, seguidor de Jesús, admirador del papa Francisco, que aparentemente le puso Morena a su partido en alusión a la Virgen de Guadalupe y que con frecuencia cita la Biblia en sus conferencias mañaneras, quedó confrontado con la Iglesia Católica.
Las cosas no quedaron ahí. La señal más clara de que el clero católico se estaba ubicando en franca oposición al gobierno del presidente López Obrador fue la postura asumida ante el anuncio de una reforma electoral que pretendía debilitar al Instituto Nacional Electoral (INE).
El 31 de octubre de 2022, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) emitió un comunicado en el que expresó su “franca preocupación” por el impulso a una reforma electoral que es “claramente regresiva; más aún, constituye un agravio a la vida democrática del país, reforma destinada a afectar la representación y el equilibrio de las minorías y mayorías, llevando el control de los comicios hacia el ámbito del gobierno federal centralista”.
La tensión entre el poder político de López Obrador y el poder fáctico de la Iglesia se mantuvo durante la segunda mitad del sexenio y se empalmó con la carrera por la sucesión presidencial.
Ante el inicio de las campañas electorales, la CEM publicó un comunicado que ayuda a robustecer la tesis de los especialistas, en el sentido de que la jerarquía católica intenta posicionarse del lado de la oposición.
“Las condiciones por las que atraviesa el país no son las mejores, pues es evidente que, desde hace tiempo, nuestros problemas son muchos en materia de seguridad, desigualdad social, crecimiento económico, insuficiente empleo formal y digno, cobertura y calidad educativa y de salud, migración, polarización social y otras problemáticas”, refirió el comunicado lanzado el pasado 3 de marzo, apenas dos días después del arranque formal de las campañas.