El secreto que guarda el calendario más antiguo 

12 de Septiembre de 2024

El secreto que guarda el calendario más antiguo

ciencia

Hace más de 12 mil años, los habitantes de Göbekli Tepe, al sur de lo que ahora es Turquía, dejaron testimonio de que conocían los cielos y registraron un suceso que quizá cambió a la humanidad

Descubrir el calendario lunisolar más antiguo hasta la fecha es, por sí mismo, un hallazgo muy relevante; pero el hecho que este calendario se haya adelantado milenios a otras creaciones similares; que se haya hecho en una civilización no agrícola, y la sospecha de que en él se encuentra registrado un evento que tal vez fue determinante para la historia de todas las civilizaciones del planeta, lo hace mucho más importante.

Al sur de lo que actualmente es Turquía se encuentra un sitio arqueológico de más de 12 mil años de antigüedad, en donde estuvo la ciudad Göbekli Tepe. En los pilares de uno de sus edificios que aún se mantienen en pie hay marcas talladas que una nueva investigación reinterpreta como registros de los movimientos relativos del Sol, la Luna y las constelaciones, en forma de un calendario que se adelantó milenios a los otros que se han encontrado hasta ahora.

La investigación, publicada hace unos días en la revista Time and Mind, se centra en un análisis de los símbolos en forma de V tallados en los pilares de uno de los recintos de la ciudad. Al tomar cada “V” no como un adorno sino como la representación de un día, el investigador Martin B. Swearman pudo reconstruir un calendario lunisolar en que se alternan 12 meses lunares de 29 o 30 días (la duración de un mes lunar es de 29 días y medio), más 11 días adicionales, uno de los cuales es el solsticio de verano, para completar los 365 días del año.

Además, hay registros de fechas “utilizando la precesión (el bamboleo del eje de la Tierra que afecta al movimiento de las constelaciones en el cielo) al menos 10 mil años antes de que el fenómeno fuera documentado por Hiparco de la Antigua Grecia en el año 150 antes de Cristo”.

Swearman también encontró que uno de los pilares parece conmemorar el suceso cósmico que dio origen al Dryas Reciente, un breve periodo geológico en que la Tierra se enfrió drásticamente, lo que provocó extinciones de especies animales y un golpe fuerte a la cultura Clovis en América del Norte y que, al terminar, implicó un cambio importante en el modo de vida que, se cree, condujo a las primeras culturas agrícolas en la llamada Creciente Fértil de Asia Occidental (la región en medio oriente antes llamada Cuna de la Civilización).

Aunque controvertida, una de las hipótesis sobre el origen del también llamado Joven Dryas, es que fue causado por la caída de un asteroide hace unos 13 mil años, y es lo que parece estar tallado en uno de los pilares de Gö-
bekli Tepe descifrados por Swearman,
investigador de la Universidad de Edimburgo.

¿En verdad ocurrió?

En 2007, un equipo de investigación encabezado por Richard B. Firestone propuso la llamada “hipótesis del impacto extraterrestre del Joven Dryas”, según la cual la caída de un cometa fragmentado hace unos 12 mil 900 años ocasionó el inicio de una mini edad de hielo.

Durante el Joven Dryas, o Dryas Reciente, la Tierra dejó de calentarse y tuvo una especie de regreso al periodo glacial anterior. Su nombre se debe a las flores silvestres de la tundra alpina Dryas octopetala, ya que es a través de la abundancia relativa de esta planta que se identificaron éste y otros dos periodos similares, el Dryas Antiguo y el Dryas Más Antiguo.

La propuesta de Firestone y su equipo fue controversial, pues otros grupos de investigación no pudieron reproducir la evidencia que citaba; sin embargo, no sólo se ha seguido manejando hasta la actualidad, sino que ha tomado fuerza con evidencias recientes, como el registro de meteoros que han explotado en la atmósfera y no dejan cráter, aunque lleguen a ocasionar daños similares a las explosiones nucleares.

La caída de estos meteoros deja como evidencias microesférulas magnéticas, nanodiamantes y fragmentos de iridio y cuarzo con características que sólo pudieron haber sido producidas
por altísimas presiones y el calor. Para quienes apoyan la hipótesis, como Christopher Moore, arqueólogo de la Universidad de Carolina del Sur, el que se hayan encontrado evidencias en alrededor de 50 sitios en América, Asia, Europa y en los hielos de Groenlandia sólo muestra la tremenda fuerza que tuvo la explosión.

El registro humano

“En los albores del Neolítico, los cazadores-recolectores que se congregaban en Göbekli Tepe crearon cohesión social e ideológica mediante el tallado de pilares decorados, la danza y los festejos”, escribe Swearman en el reporte de su investigación, para explicar la importancia arqueológica de Göbekli Tepe como rastro de una civilización monumental previa al surgimiento de la agricultura.

Desde 2017, Swearman y Dimitrios Tsikritsis habían publicado su hipótesis de que uno de esos pilares, el 43 del Recinto D, “utilizaba la precesión de los equinoccios para mostrar una fecha de alrededor de 10,950 ± 250 a. C.,” lo cual “se interpretó como un monumento al evento de impacto del Dryas Reciente”.

Ahora, tras descifrar los símbolos del calendario, se afinó la posible fecha de la “catástrofe cósmica a escala global” al año 10,835 a. C. con un rango de certidumbre de 50 años más o menos.

Cabe añadir que, aunque los efectos del meteorito se han encontrado en diversos lugares del mundo, a unos 150 kilómetros al sur de Göbekli Tepe hay evidencias de que ocurrió una explosión en el aire, que “destruyó una de las primeras aldeas del mundo, Abu Hureyra, así como una quema extensiva de biomasa”, señala Swearman.

Epílogo de astrología

La primera pista de que los pilares de Göbekli Tepe podían estar basados en observaciones astronómicas, y una de las principales claves para descifrar el calendario, proviene de que los pilares tienen representaciones de animales que, se consideró, podían simbolizar constelaciones.

El nuevo trabajo de Swearnan confirma, por métodos estadísticos, que así es. El análisis parece indicar que esos signos zodiacales de Göbekli Tepe fueron una especie de puente geográfico-temporal entre los que se tenían en la Europa del Paleolítico y los que se verían después en lugares como Egipto y Grecia.