Sea sobre el cambio climático, guerras, elecciones o iniciativas legales, la gente en muchos países (entre los cuales México está lejos de ser una excepción) está dividida por sus opiniones, creencias y visiones del mundo. Esta segmentación llega, en ocasiones, a los extremos del odio y el desprecio por “el bando contrario”, y, sin embargo, hay investigaciones que muestran que en lo fundamental, en nuestros principios y valores, las personas somos mucho más parecidas de lo que esta polarización parece sugerir, y que, incluso, en la mayoría de los casos podemos llegar comprendernos mutuamente.
›Estos estudios fueron elaborados con población estadounidense, pero se basan en principios psicológicos que pueden considerarse universales.
Valores fundamentales
Una investigación publicada a finales de julio pasado en la revista Social Psychological and Personality Science, encontró que entre los votantes estadounidenses, 90.9% estuvo de acuerdo sobre la importancia de los valores fundamentales (como ayudar a los demás o sentirse seguros), independientemente de si se trataba de republicanos o demócratas. En general, menos del 5% de los votantes extremos de ambos lados del espectro político sostenían valores diferentes.
Además, de acuerdo con el estudio hecho por un equipo de las universidades de Bath y Essex en el Reino Unido, que hicieron entrevistas a dos mil 529 estadounidenses (alrededor de la mitad se definió como votante de uno de los partidos de ese país, y la otra mitad, por el otro), la gente no sabe sobre los valores compartidos y alrededor de ocho de cada 10 votantes de ambos partidos manifiestan preocupación por la polarización.
“La polarización percibida tiene consecuencias perjudiciales porque la gente espera lo peor de las interacciones con el otro grupo y las evita activamente”, comenta en un comunicado Lukas Wolf, investigador del Departamento de Psicología de la Universidad de Bath y coautor del estudio.
No nos conocemos
Apenas un mes después, a finales de agosto, se publicó otro estudio que encontró que, aun cuando creemos comprender la forma de pensar de quienes tienen puntos de vista opuestos a los nuestros, lo más seguro es que nuestras suposiciones sobre esas personas, de cuya certeza solemos estar convencidos, sean erróneas.
La investigación también fue hecha por un equipo de dos instituciones británicas, el King’s College de Londres y la Universidad de Oxford, con población estadounidense: 256 participantes divididos equitativamente por sus opiniones políticas de izquierda o derecha, y a quienes se pidió que evaluaran declaraciones políticas, como “los inmigrantes son beneficiosos para la sociedad” o “todas las mujeres deberían tener acceso al aborto legal”, dependiendo de qué tan de acuerdo estaban con ellas.
Cada participante, además, recibió una respuesta de otra persona a la misma declaración que había evaluado. Si las opiniones eran similares, se les consideraba dentro del mismo grupo. Luego se les pidió que predijeran la respuesta de la otra persona a una segunda afirmación y que expresaran su confianza en su predicción.
Después de hacer su predicción, los participantes podían, si querían, conocer mejor a la otra persona, leyendo más de sus respuestas, y podían, con base en ello, actualizar su predicción inicial y volver a evaluar su confianza en la misma.
El resultado fue que a pesar de que los participantes estaban dispuestos a buscar más información sobre una persona con quien no estaban de acuerdo, sus predicciones resultaron sistemáticamente incorrectas, de acuerdo con los resultados de la investigación que fueron publicados en la revista Scientific Reports.
Así, aunque las personas comprenden bien a quienes son similares a ellas, “nuestra comprensión de las personas con puntos de vista diferentes a los nuestros es demostrablemente pobre”, explica Bryony Payne, investigadora postdoctoral en King’s College y primera autora del estudio, y agrega que “cuanto más confiados estemos en poder comprenderlas, más probable es que estemos equivocados”.
Hacia una solución
Los equipos de investigación de ambos estudios destacan que hay resultados que permiten el optimismo. Por ejemplo, el equipo del segundo estudio destaca que nuestra incomprensión de las mentes de quienes opinan diferente no se debe tanto a que nos neguemos a tratar de entenderlos, sino a una genuina incapacidad.
Caroline Catmur, profesora de psicología cognitiva en el King’s College y autora principal de ese estudio, señala que “las personas están dispuestas a reconsiderar una vez que son conscientes de sus errores… Si todos interactuaran con un grupo más diverso de personas, hablaran directamente con ellas y las conocieran, es probable que nos entendiéramos mejor”.
Paul Hanel, psicólogo de la Universidad de Essex y uno de los coautores del primer estudio señala que “cuando les dimos a los participantes del estudio evidencia real de que, de hecho, compartían muchos valores con el otro grupo, aumentó su sensación de esperanza sobre el futuro e inspiró confianza en personas a las que consideraban fundamentalmente diferentes a ellos”.
Ambos estudios coinciden en que las ideas erróneas “a menudo son alimentadas por la desinformación en las redes sociales”, comenta Payne, y pone como ejemplo extremo los recientes disturbios en el Reino Unido, que “surgieron de un pequeño grupo de personas que probablemente estaban muy seguras de su (in)comprensión de las opiniones y creencias de los musulmanes y los solicitantes de asilo”.
Wolf comenta, en referencia al atentado contra el expresidente Donald Trump, que, en general, “los medios de comunicación y los científicos sociales comparan grupos describiendo diferencias”, pero pide que describan también “las similitudes junto con las diferencias”.