Ana Ignacia Nacha Rodríguez aún no puede pronunciar el nombre del expresidente que supuestamente ordenó la represión estudiantil del 2 de octubre de 1968.
Para ella, como una de las lideresas de aquel movimiento, el nombre de Gustavo Díaz Ordaz significa dolor y rabia, pero el programa capitalino para desaparecer su rastro de calles y avenidas le sabe a victoria.
“Yo no puedo decir su nombre fácilmente porque me lacera (...) Yo asocio a los dos (Díaz Ordaz y Luis Echeverría), como los más grandes asesinos que pudo haber tenido mi país. Nosotros fuimos víctimas. El 2 de octubre yo estaba presente, fuimos testigos de todo lo que pasó”, dice en entrevista la mujer, quien está próxima a cumplir 80 años.
En 1968, Nacha Rodríguez era estudiante de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero fue encarcelada injustamente y fichada como “alborotadora”.
Tras dos años en prisión, se volvió activista y miembro del Comité 68. Desde entonces impulsó la exigencia de justicia por todas las víctimas de Tlatelolco y la demanda para que los nombres de Díaz Ordaz y Luis Echeverría fueran borrados de todos los espacios públicos del país.
Este 2024, el gobierno capitalino respondió a este reclamo social y anunció que al menos 28 calles que llevan los nombres de Díaz Ordaz y Antonio López de Santa Anna –presidente de México en 11 ocasiones entre 1833 y 1855 también considerado por algunos como “traidor” a México por el resultado de la guerra con Estados Unidos (1846-1848)– serán modificadas para que porten el nombre de “heroínas” de la historia que fueron invisibilizadas.
El Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, anunció en marzo pasado la iniciativa conocida como Ciudad de Heroínas, y afirmó que se trata de un acto de “reivindicación de la memoria colectiva”.
“Estaremos honrando la memoria de las heroínas renombrando calles y avenidas que hoy llevan los nombres de hombres que no representan principios de libertad y derechos de nuestra ciudad”, se explica en la iniciativa.
En junio pasado la medida fue sometida a consulta pública para elegir los nombres de mujeres que sustituirán a los expresidentes.
“Si este gobierno va a propiciar un cambio en esos nombres sería fenomenal para mí verlo en vida, porque ya mis compañeras no están (...) Que renombren esas calles es una maravilla”, expresa Nacha Rodríguez.
Entre los personajes más votados destacan la cantante Rita Guerrero, la activista feminista Benita Galeana, la sufragista Elvia Carrillo Puerto, la pintora Remedios Varo y Adela Salazar, otra líder del movimiento estudiantil de 1968.
A diferencia de Rodríguez, vecinos de las calles con los nombres de Díaz Ordaz y de Santa Anna no perciben este plan como una victoria. En primer lugar, desconocen esta iniciativa del gobierno, pero además temen que todo resulte en un viacrucis burocrático.
“Tendríamos que hacer trámites para los servicios con la nueva dirección, con el nuevo nombre de la calle, ese sería el problema. Pero me imagino que si la cambian, pues que sea por una persona que haya hecho cosas buenas para la comunidad”, dice Esther Guzmán, quien ha vivido durante 53 años en la Privada Gustavo Díaz Ordaz, colonia Santa Bárbara, en la alcaldía Azcapotzalco.
Para Francisco Simón Sánchez, vecino desde hace 25 años de la calle Gustavo Díaz Ordaz, en la alcaldía Venustiano Carranza, el renombramiento “no va a cambiar nada”, pues la gente la seguirá llamando como hasta ahora. “Es la historia, es el nombre de un presidente, no le veo el caso. Si hizo algo mal o algo bien, ya está y no afecta en nada”, considera.
Lázaro Jiménez, quien desde hace 30 años tiene su taller mecánico en la calle Gustavo Díaz Ordaz de la alcaldía Venustiano Carranza, considera que renombrar las calles no servirá para resignificar a las víctimas. “De ninguna manera. Cuántos años han pasado ya y no se hace nada, no cambia nada de todas maneras. Si van a poner a mujeres o a hombres es lo mismo, pero qué bueno que se fijen en las mujeres”, señala.
Ana Cecilia, de 44 años, quien ha habitado desde que era menor de edad en la calle General Santa Anna de la alcaldía Gustavo A. Madero, considera que el renombramiento podría traer problemas en sus documentos oficiales o recibos. “Para mí está mal, porque desde la infancia sabemos cómo se llaman las calles, y de momento cambiarle todo como que no vale”, lamenta.
›Ariel Rodríguez Kuri, historiador e investigador de El Colegio de México (Colmex), puntualiza que el gobierno debe tener mucho cuidado en no convertir este renombramiento –que considera necesario para las víctimas– en una censura de la historia.
“Hay peligros, luego por querer ser muy bueno en el presente acabamos haciendo un vacío en nuestra capacidad de recordar (...) Me parece importante que si se cambian los nombres por ejemplo, las calles Díaz Ordaz, se señale muy claramente en una esquina, con una estela de piedra la razón del renombre, diciendo esta calle se llamó Díaz Ordaz de entre tal y tal fecha y a partir de hoy, con este criterio se llama de esta manera. No ocultar el cambio, sino dejar una huella en piedra”, expone Rodríguez Kuri.
Se prevé que el plan de renombramiento –que estará a cargo de las secretarías de Cultura, de Desarrollo Urbano y Vivienda, de las Mujeres y de Educación– inicie en los primeros días de julio y se aplique en una primera etapa a 10 calles y avenidas. Para ello, el gobierno se comprometió a platicar con los vecinos y apoyarlos en la transición de sus documentos, aunque este acercamiento no ha ocurrido hasta ahora.
Habitantes y vecinos de las calles han mostrado reacciones favorables y en contra de la nueva medida gubernamental.
Fotos: La-Lista.